La suciedad estaba presente. Bloody Moon luchaba continuamente por alejar esa suciedad de su vida pero era inútil. Por muy reluciente que estuviera todo, la basura de la sociedad contaminaba solo con su presencia.
Aún así, el gran departamento de, tal vez, el mejor sicario del mundo estaba limpio e impoluto. Todo era blanco, lo que hacía que el gran espacio del salón pareciera aún mayor.
Solo algún que otro jarrón y alguna silla, de suaves colores grisaceos, rompían totalmente con la tematica albina de la casa.
El teléfono no dejaba de sonar pero Bloody Moon no estaba dispuesto a abandonar su ritual de limpieza por un simple encargo. Fue por ello que cuando él consideró haber terminado, devolvió las llamadas a su cliente aceptando el trabajo.
El sicario se miró al espejo y suspiró, sus albinos mechones se pegaban a su frente, sudurosa por el esfuerzo, sus ojos era rojizos y brillantes. Hipnóticos, como dos diamantes carmesí sobre un pálida piel llena de cicatrices y cortes.
Bloody se lavó la cara y se maquilló la piel para no parecer tan pálido. Una vez listo, se colocó una sudadera negra que hacía resaltar su pelo blanco, unos pantalones grises y unas gafas de sol para ocultar sus ojos.
La apariencia de Bloody no podia ser nada menos que sospechosa,sin embargo se aseguró, que durante el trayecto a la tienda, ya que era lunes y debía hacer sus compras semanales, las calles por las que pasaba estuvieran desérticas y oscuras.Tras un par de horas en las que Bloody compró la comida necesaria para no tener que salir en una semana, retomó el camino a casa.
Al llegar dejó las bolsas en una alacena junto a la entrada y se adentró en él salón encendiendo las luces. Allí estaba él. Su víctima.
Bloody moon notó que el chico, vestido elegantemente con una camisa y unos pantalones negros de cuero sostenía una copa de vino rojo en su mano, había varias copas llenas en la mesa. Todas, preparadas para el albino.
-Hola... ¿Que haces aquí? - Preguntó Bloody tomando una de las copas y vertiendo el liquido sobre un maceta.El chico apartó su flequillo castaño con mechas rubias de sus ojos color miel. Se puso en pie, ya que estaba cómodamente sentado en el sofá, y camino con lentitud hacia Bloody mostrando su seductora sonrisa.
-Que desperdicio de vino... Es de reserva-
Bloody lo ignoro por completo y vacío todas las copas limpiandolas compulsivamente y dejandolas en su estante.
-Me llamo Dean- dijo el chico con molestia al notar la indiferencia del sicario que iba de acá para allá limpiando por donde pasaba el joven- ¿No te sorprende verme aquí?-
-No. Es más. Lo agradezco, Dean-
Al pronunciar su nombre, Bloody lo hizo muy lenta y tenebrosamente. Fue entonces cuando el chico se dio cuenta de que había cometido un error.
-Ya veo... Tu no eres un cliente normal- susurró el de cabellos castaños.
Bloody rió y dejó sus gafas en la mesa, limpiando con una toallita humeda su rostro para quitarse el maquillaje.
-No soy normal el muchos sentidos- susurró Bloody con sus manos enguantadas de blanco cogiendo una copa y llenandolo de vino blanco - ¿Quieres?-
-No gracias, Bloodymoon...- dijo el chico castaño reconociendo al sicario albino nada más vio sus ojos- Se como trabajas. Me arrepiento bastante de haber acabado aquí, pero tendré que matarte sin follar... Eso me cabrea. Te hubiera dado un sexo de muerte-
-Igualmente no lo haría contigo. Por si no te has dado cuenta me gustan las cosas limpias- Dijo Bloody mirandolo con desprecio de cabeza a pies mientras se deshacia de su sudadera y se sentaba en el sofá mirándolo con grandes aires de superioridad. -Podemos terminar esto más rápido-
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El Plan Perfecto
RandomLa venganza se sirve bien fría, tras casi diez años planeandolo, por fin, el mayor criminal ha conseguido idear el plan perfecto. Para ello debe juntar al top diez de los peores criminales, haciendose responsable de los sentimientos que entre ellos...