❄Тридцать три❄

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Capítulo 33. ¡Bang!

Todas las parejas felices se parecen unas a otras; pero cada pareja infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada

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Todas las parejas felices se parecen unas a otras; pero cada pareja infeliz tiene un motivo especial para sentirse desgraciada.

Y en la relación de Nikiforov no había excepciones, la mujer que solía ser su novia acababa de enterarse que su pareja le había traicionado en el momento más crítico y se había apresurado a declararle que no podía seguir viéndole nunca más.

El día siguiente después de la escena tenida con Ledvedeva, Viktor Arkadievich Nikiforov - Vitya como le llamaban sus seres queridos - al despertar a su hora de costumbre, es decir, a las seis de la mañana, se halló, no en el dormitorio de su departamento, sino en una habitación diferente, tendido sobre la cama.
Volvió su cuerpo, lleno y bien cuidado, sobre el terso y tibio lecho, como si se dispusiera a dormir de nuevo, a la vez que abrazando la almohada apoyaba en ella la mejilla, esperando sentir algo más que la tela, buscaba la tibieza en la piel de ________, su aroma dulzón que siempre adoraba aspirar por las mañanas. Pero nada de eso pasó por sus sentidos, nada de _______ estaba en esa almohada, ni en la cama.

De repente se incorporó, se sentó sobre la cama dejando caer las blanquecinas sábanas que lo cubrían, y abrió los ojos.
Observó que un hilo de luz se filtraba por las rendijas de la persiana, alargó los pies y alcanzó sus elegantes zapatos negros, que su novia le había regalado en ocasión de su cumpleaños, y, como desde hace días tenía costumbre; recorrió su mirada al otro lado de la alcoba mientras extendía su mano hacia el mismo lugar con una sonrisa, en dónde acostumbraba despertar a ________. Olvidando que ya no estaba ahí.

Sólo entonces se acordó de cómo y porqué se encontraba en una habitación de hotel y no en su apartamento con su pareja; la sonrisa desapareció de su rostro y arrugó el entrecejo.

—¡Ay, Дерьмо! — se lamentó acordándose de lo sucedido.

Y de nuevo se presentaron a su imaginación los detalles de la escena terrible; pensó en la violenta situación en la que se encontraba y pensó, sobre todo, en su propia culpa, que ahora se le aparecía con claridad.

—No, no me perdonará. ¡Y lo malo es que yo tengo la culpa de todo. La culpa, y, sin embargo, no soy culpable. Eso es lo terrible del caso! ¡Ay! — se repitió con desesperación, evocando de nuevo la escena en todos sus detalles.

Desde ese momento se había negado a ver a Viktor.

«¡Todo por aquella necia sonrisa!» pensaba Nikiforov. Y se repetía, desesperado, sin hallar respuesta a su pregunta: «¿Qué debo hacer? ¿Qué debo hacer?»

Los ojos (c/d/o) de ella, ahora en sus recuerdos llenos de ira, lo miraban tan ardientes en furia pero a la vez, en la turbulencia en ellos, podía ver una tristeza enorme y dolor. Una marea de sentimientos era lo que en sus ojos había.

«Stay close to me» [EN EDICIÓN] Viktor Nikiforov x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora