❄ Lluvia ❄

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¿Y si nuestro corazón le perteneciera a alguien aún antes de haber nacido para amarnos incondicionalmente?

Narra ___:
Hace 3 años

Un antiguo relato japonés cuenta que las personas destinadas a conocerse se encuentran unidas por un «hilo rojo» atado al dedo meñique. Éste es invisible y siempre permanece atado, sin importar el lugar, el tiempo o las circunstancias.
Según la leyenda, un ser «que vive en la luna» sale cada noche y busca entre las almas a aquellas que están predestinadas a conocerce. Y cuando los encuentra los une con un hilo rojo para que no se pierdan.

No importa cuánto tarden en conocerce o las decepciones que vivan antes de hacerlo «porque el amor no tiene límites».

El hilo se enreda, se tensa pero nunca se rompe. Por ello cuando todos los «obstáculos desaparezcan» y la «encuentres» sólo ve y....

Abrázala..

Porque no existirá una razón para no hacerlo.

«será un momento que dura una eternidad»

«un pequeño fragmento de felicidad»

¿Cómo sabrás que la encontraste?...

Cuando lo hagas..... cuando ése momento llegue... Simplemente lo sabrás.

Eso era lo que me contaba mi madre cada vez que le preguntaba acerca del amor y del matrimonio. Ella creía en esa leyenda, afirmaba que mi padre era su hilo rojo y que yo también encontraría el mío porque ella siempre decía que no hay una sola alma que esté destinada a estar sola y que esa también es nuestra misión en nuestra vida «hacer feliz y amar a otra persona».

Lo cierto es que sin importar el tiempo o el lugar, ése delgado hilo, un día sin duda «nos unirá».

Ahora que creí haber encontrado mi otro extremo de ése delgado hilo rojo, desapareció.
Creí que era el momento. Creí saberlo, creí que era la persona indicada.

Salí temprano en la mañana no por asistir al estudio, era para salir del lugar en el  que me asfixiaba estar. Mi casa. Huia de mi casa.

Por qué? Porque en ella habían recuerdos dolorosos, estaba sóla, sin mi familia y sin mi prometido.

Ése entorno y los recuerdos me sofocaban, me asfixiaban.

Necesitaba salir o moriría ahí mismo. Era una mañana lluviosa pero no impediría un escape de mi deprimente vida.

Llegué a un parque, para despejar mis pensamientos y estar al aire libre, respirar aire fresco. Éste parque me traía recuerdos, me trae a la memoria cuándo conocí a Viktor.

Al posar mi vista en el lago, podía ver que por cada gota que caía sobre él, se producían ondas al contacto que después se expandían hasta desaparecer o chocaban unas con otras, también veía como los chorros de agua caían de hoja en hoja, de rama en rama hasta el piso y también veía las personas pasar y refugiarse en los pequeños quioskos.

El sonido de la lluvia me relajaba y me hacía sentir mejor. El aroma era de mis favoritos.

Pero ésto sólo hizo a mí mente dar vueltas y vueltas, perdiendome en mi mundo y termino recordando aquella leyenda que me contaba mi madre.

Entonces si no es eras tú, entonces ¿Quién es?

¿En qué parte del mundo estás? ¿Dónde te escondes? ¿A caso no vas a ....... buscarme?

¿ Te conozco? ¿Acaso no quieres saber de mí? ¿Seré feliz contigo? ¿Me harás feliz? ¿Yo te haré feliz? ¿De verdad me amarás? ¿Me salvarás?


«Stay close to me» [EN EDICIÓN] Viktor Nikiforov x lectoraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora