De lo que sea que estén hechas las almas.... La suya y la mía son lo mismo.
Y si enamorarme de ti se convierte en un pecado, llamanme pecador porque sólo con tenerte es el paraíso que busco.
_____ Ledvedeva es una leyenda del patinaje artístico, t...
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Y todo sucedió en cámara lenta.
Tomó una caja aterciopelada y sacó el objeto radiante de su interior, se dirigió a la ventana y mirando la luz efímera del arrebol, lanzó el brillante objetivo redondo al vacío.
Su aliento, antes acelerado, se detuvo. Sus ojos buscaron el centelleante objeto y su línea de visión se movió rápidamente hacia la ventana a su costado.
Y la rosa de diamantes cayó lentamente, desapareciendo de la vista de la chica, tal vez para siempre.
—¿Qué...? — abrió sus ojos de par en par, sin dar crédito a lo estaba viendo, tanto que su adolorida cara se llegó a tensar lo suficiente para quejarse del momentaneo dolor.
Su mirada fija en aquella ventana, abierta en la espera de alguna brisa fresca y luz natural, sus orbes (c/d/o) atentos en aquel diminuto destello que apenas se podía apreciar desde su lugar, viendo con incredulidad como en segundos su joya más preciada.... Caía al vacío. El sonido del viento romperse con el rápido movimiento del brazo de Viktor y el débil sonido del anillo girar en el aire, en caída libre, era lo que sus oídos escucharon tan agudos para distinguirlos. Todo ello en una fracción de segundos.
Una sensación de correr ahí y tomarlo, aferrarse al anillo se presentaron en ella y sin pensarlo una vez más, o pensarlo completamente, la chica se lanzó en busca de aquel centelleo. Las heridas en su abdomen fueron ignoradas al igual que la de las piernas y el yeso temporal también fue igual, tal vez fue por un reflejo o sus deseos pero... Para ella... El dolor no pareció importar.
Al pararse casi cayó al piso y el yeso le era incómodo, pero tenía ir rápido, y cojeando se apresuró a la ventana intentando no caer, aunque fuera inútil, tenía que rescatar esa joya, aquella gema...
Flotando en el cielo, era lo mismo que los ojos de Ethan...
Sin demorar mucho llegó, pero... Ya era tarde, y ella lo sabía, por más que sus (c/d/o) orbes se movieran alrededor, se dirigieran al piso o al medio de mismo cielo... Ya no habría rastro de él... Nunca más.
Desapareció... Ya... No... Está.
Ni un rastro de aquel objeto sobre la vereda, ni en las demás ventanas, ni de alguien que lo hubiese tomado.
De su boca salió un suspiro, reclamando aire, y fue ahí cuando todo volvió a su velocidad normal, la visión de ella ya era la normal y recobró el aliento, respirando nuevamente, los sonidos ya fluían. Al igual que las lágrimas calentaban de poco a poco sus lastimadas mejillas.
El frío pegaba a su rostro expuesto en la ventana, enfriandolo con todo y lágrimas, temblaba, no por el frío, sino por la ira.
—¿Qué... Qué? — tratando de reprimir toda su ira, intentaba reprimir al chico en la habitación. —¡¿Qué mierda le pasa?!