Deseo Y dolor

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"Tus besos son cálidos y adictivos"

"Ese día me sentí especial y lujurioso".

"Me llevaste al borde de la locura con tan solo unas cuantas caricias".

"¿Por qué eres así. Kim JongDae? ".

"¿A que juego pretendes jugar?"

MinSeok se encontraba tumbado boca abajo mientras sentía como unas manos cálidas jugueteaban con su espalda desnuda, haciendo pequeños toques sensuales y apasionados. Además de unos cuantos agarres.

— Sé que quieres, Honey — exclamó una voz de forma sensual en su oído e hizo que el omega gatuno se mordiera automáticamente el labio inferior y posteriormente emitiera un gemido no tan sonoro, debido al contacto de la intimidad del contrario sobre su redonda retaguardia.

—Ugh — volvió a soltar un gemido MinSeok al sentir un agarre necesitado en sus nalgas y enseguida, sintiera como ese alfa comenzaba a frotarse sobre ellos. Se sentía tan bien y excitante, de esa forma enviándolo al placer infinito.

Cada toque que le proporcionaba ese alfa, hacía que el omega gatuno se perdiera más en el placer y en la lujuria. Cada roce de pieles desnudas, hacía que perdiera la poca cordura que poseía en ese momento. Cada embestida sobre la ropa y sobre su retaguardia — ya que ambos todavía poseían sus pantalones puestos—hacía que gimiera de forma bien Sonora y además, excitara cada vez más a JongDae — Sí, era Kim JongDae el que llevaba al borde de la locura a MinSeok — Y cada gemido y jadeo por parte de ese omega, era producto del erótico momento que había iniciado y provocado el alfa leopardo.

— ¿Te gusta bebé? — Preguntó JongDae mientras acercaba sus labios de forma erótica al oído del omega y enseguida añadiera — Sí quieres puedo ser más rudo — susurró y luego, con su ardiente lengua lamió la oreja del chico e hizo que jadeara. En ese instante, MinSeok no sabía qué hacer, ya que cada toque de las manos de ese Alfa lo hacía sentir tan bien y jamás se lo hubiera imaginado como ese chico amable que había conocido tenía un lado ardiente.

— Vamos. Minnie. Deléitame con tus gemidos — ordenó JongDae mientras hacía chocar su miembro duro en las suaves nalgas del chico, haciéndolo gemir en cada embestida agresiva e incluso cuando se refregaba en él. — Sé que te gusta. No lo niegues. — añadió mientras que con una de sus manos le acariciaba el abdomen blanquecino. Con varias caricias suaves y candentes. En ese momento el omega podía sentir como su piel ardía en cada contacto y eso lo volvía más excitante.

Enseguida y con ningún esfuerzo, el alfa lo tomaba de la cintura y lo hacía girar hasta estar en frente, a cara a cara y chocando miradas, además con las respiraciones agitadas — ¿Puedo seguir o quieres que me detenga? — preguntó de forma coqueta mientras arqueaba una ceja y se relamía los labios. En ese instante, MinSeok podía notar en sus ojos una chispa de lujuria, de pasión y deseos sobre el cuerpo ajeno. Él podía notar como JongDae lo comía con la mirada y sin hacerlo esperar, dijo que "Sí" con una voz suave, mientras un rubor aparecía por sus mejillas. —Prepárate. Kim MinSeok. Qué en este momento te haré tocar el cielo con las yemas de tus dedos y te haré caer en el pecado. — le susurró en su oído de una manera bien sensual, mientras que con sus manos jugueteaban con el abdomen y los pezones del omega. Haciéndolo gemir en varias oportunidades.

(...)

JongDae — susurró con su cálida voz, mientras posaba unas de sus manos en su cara y comenzará posteriormente a bajar, de forma sensual, hasta su abdomen. Se sentía excitado y bien caliente. Pero en un momento del delirio abrió sus ojos de golpe y ajenos a lo que sentía. Asustado y en pánico, el omega gatuno comenzó a tocar su cuerpo y posteriormente a mirar a todo su alrededor, en búsqueda de la figura de JongDae. Sin embargo, se sintió más tranquilo al darse cuenta que todo había sido un sueño. Él se sintió extraño y desconcertado, ya que nunca se imagino que tendría un sueño tan lujurioso y menos, con su salvador. Él se sentía avergonzado con tal solo recordar la sensación cuando ese alfa leopardo lo tenía aprisionado contra su propio colchón y lo manoseara de forma muy erótica. — ¿Qué era todo esto?— se preguntó mientras todavía podía sentir su respiración agitada y su miembro palpitar. — ¿Qué? — se preguntó y bajó una de sus manos en dirección a su intimidad y con apenas rozar la tela delgada del pijama de algodón que llevaba puesto, lo hizo gemir y ruborizarse. Se sentía extraño y en ese instante, sintió la necesidad de acariciar de forma lenta a su miembro que se encontraba ya duro y palpitante.

Tú eres mi salvación | CHENMIN  OmegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora