cap 15

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Juana ya era toda una señorita, la adolescencia se hacía notar  cada vez más, y a Juana no le agradaba nada ver los cambios en su cuerpo. Ella entendía muy bien qué es lo que pasaba, por que su mamá en eso siempre fue clara, siempre le hablo de los cambios hormonales, los cuidados que debe tener una niña, y entendía todo a la perfección.

 Juana se miraba al espejo y notaba, que de su cara brotaban granitos que los odiaba, por que según ella parecía un choclo, la madre compraba de todo para que se fueran pero nada ayudaba, además las bombachitas de barbie no le andaban, y su madre le compró otras que usaban las señoritas que eran incómodas, además tenía que usar corpiño 

- ¡¡¡Ayyyyyy !!!- Decía Juana mirando al cielo-¡¡ Dios,  Dios!! ¡¿Porque me has hecho mujer!? Me duele la panza una vez al mes, uso estas cosas que molestan- decía mientras intentaba acomodarse el corpiño-  y encima debo ser una señorita ¡¡¡ayyyyy dios!!! - Juana odiaba su periodo en esos días no iba a la escuela no salía con sus amigos a jugar y les prohibía que fueran a verla, sentía tanta vergüenza y enojo por los cambios que tenía en su cuerpo que muchas veces hasta mirarse al espejo la enojaba. Es que Juana no sabía que ya era una adolescente y que las cosas se pondrían peor aún. 

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El día que Juana se hizo señorita: Relata Juana. 

Era 30 de enero, habían pasado tres meses desde que había cumplido once años, y los cambios se hacían notar. Mis pechos comenzaron a doler, y cada vez que corría me dolía la espalda. Las bombachas dejaron de entrarme por que las caderas empezaron a crecer. Siempre había tenido piernas gorditas y tenía unas pompis bonitas , ( así decían las amigas de mi madre) Sin embargo ahora se notaban más y todo esos cambios hacen que los hombres me miraran con otros ojos, que yo reprimía o trataba de ocultar con ropa un poco más grande. 

Aquella tarde estaba en la casa de una vecina jugando. Estábamos entretenidas haciendo una gran torta de barro. La habíamos adornado con flores y hojas de los árboles. Pero yo no me sentia comoda. Tenía puesto un short de algodón de color amarillo y una remera blanca con un gran Piolin ( el pajarito amarillo) en el centro de ella. Mi vientre dolía desde temprano, tambien me dolia la cabeza y sentía angustia en mi pecho y no sabia bien por que. Aun así no dije nada en casa por que no quería preocupar a mi mamá. Pero una vez que no aguante el dolor y vi que eran las seis de la tarde, le dije a mi amiga - Yo me voy a mi casa, me baño y vuelvo para que vayamos a la plaza ¿ queres?- Mi  amiga, me sonrió y me  despedí. Corrí hasta mi casa, abri el porton y salude a mi mamá. 

- Hola mami. - Le di un beso en la mejilla y ella me sonrió- Mami, me baño tomo el té y me voy con las chicas a la plaza ¿ puedo? - Dijo la niña mientras se agarraba la barriga. 

- Si hija.. Juana, ¿ te duele la panza? - Preguntó la madre mientras miraba a la niña.

- Si má. Pero me parece que son gases. - Dije  mientras  miraba a mi madre.

- Bueno- Dijo mi mamá  y corrí al precario baño que teníamos. Empecé por sacarme la ropa, saque primero mi remera, luego saque mi short, y empecé a echarme agua con una taza por que no teníamos ducha ni nada de eso. Cuando me saque la bombachita con flores que tenía, pude ver una mancha en la ropa interior, me asuste y grite.

- ¡¡ MAAAAAMAAAAAAÁ!! - Lloraba tenia miedo, sabia que la mancha en la ropa interior era de mi periodo, sabía que eso podía pasar, pero no sabia que me podía asustar tanto.

-¡¡¡¡ MAAAAAAMIIIIIII !!! - Mi madre corrió hasta donde yo estaba, me abrazo cuando vio mi pierna con sangre, me enjuago, me envolvió en una toalla y me alzo como si fuera una bebé. 

Yo lloraba como si fuera que me estaba muriendo, sentía pavor por lo que me estaba pasando. Sabía que dejaba de ser "una niña" para pasar a ser una mujer, y pues es que yo no estaba preparada para ser una mujer ni mucho menos. Me gustaba ser una niña, me gustaba jugar a las muñecas y me agradaba ser una niña. Sabía que de cierta forma era una forma de manterme protegida. 

- Hija, calmate por favor- Dijo mi madre abrazándome fuerte. Ella sonreía, de cierta y forma y sin entender bien por que , ella estaba feliz. ¿ Enserio menstruar le daba felicidad? ¿ Enserio sentía que era un gran paso? ¡¡ PERO SI ES LA TORTURA MÁS GRANDE DEL MUNDO!! - Negrita, necesito que te cambien, y ponete esto. - Me paso una toallita que era más grande que mi mano, gorda y a decir verdad era bastante incómoda a simple vista. 

- Mami, yo no me voy a poner eso. Parece un pañal - Y otra vez llorando a los gritos, otra vez caí en un llanto desconsolado - ¡ YO NO QUIERO ESTO! ¡ NO ME GUSTA! - Gritaba de la angustia. Mi madre trataba de calmarme y se agarraba la cabeza mientras me miraba sin saber que hacer. 

- Negrita, quedate aqui. Ya vengo- Y se fue, me dejo para volver con una vecina que no era mi amiga, pero que dentro de todo me trataba con carño y respeto. Para ser mas precisa... ERA LA MADRE DE LOS MELLIZOS QUE ME APEDREABAN A LA VUELTA DEL COLEGIO.. ¿ que loco no? NO, loco no, respeto se llama. Despues de que mi madre amenazo a sus hijos, ellos no volvieron a molestarme, y esta mujer tomo cierto afecto por mi. 

- ¡Juanita! ¿ Como estas nena?- Preguntó la mujer mientras se sentó en la cama y me acariciaba la cabeza.- Me dijo tu mami que no queres ponerte la toalla- Dijo con ternura. - ¿ Por qué no te la queres poner?

- Por que es incomoda y por que me da verguenza. Todos se van a dar cuenta y no me gusta. - Dije con sollozos y enojo en su cara. 

- Mira, no es tan malo como parece. La adolescencia no es tan mala ni tan cambiante. Te cambia el cuerpo, la voz, el ánimo muchas veces, pero no vas a dejar de ser una niña ni la nena de tu mamá. Tampoco tenes que sentir vergüenza por que a todas nos pasa. Algunas a los once como a  vos y otras a los quince como me paso a mi. Pero no es malo. Si te duele la panza, te tomas un calmante, y si queres estar en cama todo el día porque te sentis mal tambien podes hacerlo.

La mujer trato de calmarme, deje de llorar,  y me abracé a ella. Llore como nunca había llorado nunca. Me desahogue de todo. Sentía una opresión en mi pecho que no me dejaba respirar, y trate de sacarla lo mas que pude hasta que finalmente quede dormida. 

JuanaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora