- ¡Wonho detente maldita sea! ¡No estas bien!
Sin embargo él hacía caso omiso a sus palabras y Hyungwon maldecía internamente aquel día cuando estuvo de acuerdo con la decisión de que Wonho se comprara un auto deportivo.
Wonho logró salir a la calle esquivando a Hyungwon quien se agarró la cabeza con frustración y salió corriendo hacia su garaje que aún estaba abierto.
Subió a su auto lo más rápido que pudo y puso el celular en altavoz porque aún seguía en la llamada con Ruby.
Odiaba tener muy poca experiencia al volante, sin embargo retrocedió lo más rápido que pudo y se puso en el camino rápidamente.
Miró a Wonho un par de cuadras delante de él, sin embargo aún no estaban cerca el uno del otro.
Lo siguió con la mirada temiendo por la velocidad que cada vez aumentaba.
- ¡Hyungwon! ¿Qué demonios pasa? ¿Me escuchas?
En ese momento Hyungwon recordó la llamada con Ruby.
- Ruby, no sé lo que planea... yo... yo...
Su labio temblaba, estaba asustado.
Su voz se quebraba sin apartar su vista de la calle, su pecho ardía sabiendo que tenía la culpa por no actuar como debió, al menos por su lado profesional.
Como futuro psicólogo, sabía que Wonho no estaba bien psicológicamente y aún así no le importó.
Debía haberse quedado en silencio.
- ¿Qué demonios pasa? ¡Estas asustandome!
Hyungwon suspiró frustrado.
- ¡Estamos conduciendo por la avenida!
Ruby estaba confundida al no estar al tanto de la situación.
- ¿Y eso que tiene de malo?
Hyungwon respiró con dificultad al ver el auto de Wonho ingresar a la vacía autopista y entonces comprendió sus intenciones.
- No...
- ¿No qué Hyungwon?
Wonho aceleró el auto dejando atrás a Hyungwon en segundos quien se vio a obligado a acelerar junto a él.
- Estamos en la autopista Ruby... tengo miedo.
- Hyungwon... De verdad no entiendo nada.
Hyungwon golpeó el volante con molestia al ver a Wonho alejarse más rápido de lo que quisiera.
- ¡Qué está en medio de una maldita crisis nerviosa en un puto auto deportivo que corre a 400 km/h en una autopista vacía!
- ¡Maldita sea Hyungwon! ¡Alcanzalo!
- ¡Es lo que intento maldita sea!
Hyungwon se vio obligado a usar el último cambio de velocidad, uno que jamás había usado y que jamás había pensado usar.
Respiraba irregular mientras miraba fugazmente a su tablero marcar los 160 km/h y subiendo.
Sus manos comenzaron a sudar y sus latidos parecía que iban a romper su caja torácica.
Lo único que agradecía al cielo es que por alguna razón, toda la autopista estaba vacía.
Eran sólo ellos dos lidiando con una situación personal a alta velocidad.
Cuando vio nuevamente su tablero, marcaba los 185 km/h y sintió miedo, así que decidió que ya no iba a acelerar a pesar de que su auto podía alcanzar una velocidad de 200 km/h.