Inferno.

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Mantenía su postura firme. —Señor cumpliré con todo lo que desees.

La figura envuelta en una sábana de sangre pintada a manos de los más grandes pecadores considerados de toda la historia humana, estaba considerando su petición. —Sé que eres muy feliz aquí. ¿Por qué deseas ir al mundo humano?

—Sólo curiosidad señor. Han pasado muchos años desde que estuve en la tierra, me gustaría dar un corto vistazo y ver que sucede con los humanos últimamente. Tal vez divertirme un poco con ellos. —La figura bufó con fuerza, no estaba muy complacido de la solicitud que acababa de escuchar.

—Sabes muy bien qué eres de los mejores demonios que tengo en casa, y el más joven. Jamás me has decepcionado, te has mantenido fiel a tu palabra. —Asmodeo se encontraba arrodillado, con la cabeza gacha mostrando el mayor de los respetos a su rey de reyes— Por tal motivo, aunque no entienda tu petición, la aceptaré.

La emoción inflaba su desaliñado pecho, sus alas estaban listas para alzar vuelo y atravesar la puerta del infierno para llegar al purgatorio y finalmente, cruzar al mundo de los humanos.

—Gracias padre. No te fallaré. —se puso en pie al mismo tiempo en que daba un corto beso en las patas de su padre, y la mano derecha donde tenía un anillo forjado con las lágrimas de dolor de todas las almas en el infierno.

—Una cosa más, el mundo humano tiene muchas distracciones. Tú como el rey demonio de la lujuria lo debes de saber perfectamente, no te dejes engañar.

—¿Un humano distraer a el rey de la lujuria? Imposible.—sonrió con soberbia.

La figura guardó silencio unos segundos para después sonreír de lado y alzar su garra.—El mundo humano te espera, Kai.

Asmodeo odiaba con toda su destruida alma su nombre terrenal, pero no lo detendría en ningún momento de su objetivo principal, salir del infierno.

...El diablo me ha dejado en libertad como prueba de su promesa, me dejó subir al cielo para comprobar mi lealtad...

[...]

Avenida Saint Jude, 9:36 P.M

El chico cerró los ojos inundados de nervios, la ciudad de noche solía ser aterradora, pero el aliento de ese hombre era peor.—¿Qué clase de universitario no trae consigo un celular o una computadora?

—Te lo he dicho más de cien veces, pero al parecer no quieres escuchar. Yo no soy ningún universitario, no tengo nada.

El hombre mantenía el dedo en el gatillo, amenazando con tirar de el, si no le daba algo a cambio. —¿Tu vida o el dinero?

KyungSoo no respondió, ni siquiera traía dinero con él. El hombre perdió la paciencia, y ese apestoso aliento que no dejaba de estar presente delataba lo pasado de copas que estaba.

—Te veo en el infierno. —fueron las últimas palabras que KyungSoo escuchó.

Apretó sus ojos con fuerza y después de unos segundos, notó un extraño silencio incómodo que por definitiva lo hizo sentir aún más aterrado. Con dificultad abrió sus ojos y ahí ante él estaba el ladrón, podía ver con exactitud el arma, podía ver incluso la bala que volaba en dirección a su cabeza. Pero parecía que el tiempo estaba fluyendo lento, muy lento, tragó saliva y decidió quitarse de estar entre el muro y ese sujeto, incorporándose en el centro de ese oscuro callejón.

—Estúpido mundo humano.—se escuchó una voz salir de las paredes, aún el tiempo parecía correr sin prisa. Su mirada lo captó con rapidez, frente a él estaba un hombre que tenía la apariencia de unos treinta años, vestía un traje rojo y una corbata negra de diseños estampados, aunque no podría decir que diseños eran, estaba mirando su reloj con el ceño fruncido. KyungSoo parpadeó varias veces incrédulo de lo que estaba viviendo, y regresó su mirada al hombre que seguía congelado en el mismo lugar.

—¿Tú acabas de...? —estaba a punto de decir algo más cuando ese misterioso hombre alzó la mirada. Tenía los ojos color rojo neón y unos pequeños cuernos en la cabeza que no parecían para nada una ligera decoración de algún traje de Halloween, y él estaba igual de impactado que KyungSoo.

¿Cómo es que ese chico no estaba atrapado en el tiempo? Frunció aún más el ceño por la inesperada situación, y sin prevenir la reacción del chico lo señaló, KyungSoo sin detenerse a pensarlo dos veces se dedicó a correr sin dirección alguna. Estaba seguro de lo que había visto, debía contárselo a alguien, a un amigo, a su madre, a un pastor, al vagabundo de la esquina. Volteó hacia atrás, sintiendo la tranquilidad de haber dejado lejos a ese sujeto tan extraño, pero de repente tropezó contra algo.

—Hola.—sonrió el hombre, de alguna forma logró estar dos pasos adelantado, KyungSoo había aterrizado justo en su pecho. Sus miradas se encontraron.

—Yo te vi...—tragó saliva con el cuerpo inundado de miedo y nervios.

—¿Me viste? ¿Hacer qué?

—¿Quién eres?—Asmodeo sonrió de lado ante una pregunta tan estúpida e innecesaria. Pero al ver fijamente los ojos de ese chico, sintió un poco de interés.

—Tranquilo no necesitas saber mi nombre, no me va llevará mucho tiempo. Es un placer conocerte. —lo inspeccionó de pies a cabeza detenidamente, chasqueó los dedos e inmediatamente para KyungSoo todo se tornó color negro.

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Re-subido: 20 de octubre 2022.

El rey de la lujuria. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora