17. Un simple humano.

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Esto era todo lo que él sabía, de lo que podía dar incluso su vida apostando.

Lo primero; estaba completamente perdido, no sabía qué hacer.
Lo segundo; nada de lo que sucedía a su alrededor era real, nada.

Teniendo frente a él a ese hombre que tanto deseaba abrazar, se inmovilizó por completo con sus pensamientos ante la posibilidad de una trampa que su cerebro le hacía una vez más, pero a diferencia de la primera, en esta ocasión no iba a caer.

—KyungSoo... —soltó con alivió, no sabía con exactitud el lugar donde estaban pero al ver a su dulce pecado ahí de pie, con los ojos acuosos hizo que su corazón se tranquilizara después de tan espantosa escena.

—No te acerques.—murmuró dando pasos hacia atrás, definitivamente algo andaba mal, estaba decidido a no dejarse llevar por falsas esperanzas. Él no es Kai, Kai está afuera esperando por él, afuera de todo este desastroso mundo.

—Soy yo... —dijo mientras al mismo tiempo empezó a dar cortos pasos hacia adelante, la reacción del pequeño no era la que esperaba, parecía aterrado con su presencia— ¿Qué sucede?

—No eres real, no eres real—repetía mientras intentaba controlar su agitada respiración, estaba realmente espantado.

—Escúchame, por favor... —el tono de voz de Kai era ahora más relajado y discreto— no sé con exactitud donde estamos; al parecer tú tampoco lo sabes, y eso asusta un poco lo sé, pero mírame a los ojos un momento, soy yo.

—¿Qué eres tú?—cuestionó con interés. Su cabeza mantenía la constante idea de salir corriendo y escapar de los espejismos que su cabeza creaba como un continúo atormento que evitaba cualquier momento de paz, evitaba que pudiera concentrarse y lograr salir.

—Tú lo sabes.—se atrevió a dar unos cuantos pasos más, la mirada de Kyungsoo bajó directamente a sus pies, lo miraba acercarse pero se mantuvo quieto eso era una buena señal— Sabes a la perfección lo que soy, lo que eres, lo que somos. ¿Sabes que somos, cierto?

—¿Una casualidad?—indagó levantando ambas cejas y frunciendo ligeramente sus carnosos labios, Kai sonrió con ternura y negó con la cabeza.

—Somos el destino.—sorprendido por la respuesta del hombre que pensaba era solo otro espejismo más, Kyungsoo decidió apostar todo y correr apresurado a los brazos de su salvación, de su único lugar seguro en cualquier parte.

Esta vez no se alejaba, se mantenía ahí de pie con una sonrisa en el rostro y los brazos abiertos dispuesto a recibirlo y estrecharlo en ellos para mantenerlo a salvo, cuando finalmente estaban a unos cuantos metros de distancia Kyungsoo se detuvo de golpe.

—Me usque in aeternum.—dijo con total tranquilidad esperando y rogando en su interior, que le respondiera.

—Et in saecula saeculorum.

Su corazón latió con rapidez, era él, en definitiva era él. Kai fue quién dio el primer paso apresurado, lo tomó de los brazos y lo jaló hacía él poniendo su quijada sobre la cabeza de su dulce pecado, sus brazos abarcaron todo el cuerpo del más pequeño, sintiendo que al fin podía respirar en paz por unos segundos. Lo había extrañado tanto, a pesar de haber sido corto el tiempo, el miedo que sus pensamientos habían creado con la idea de que no lo volvería a ver hacían de todo esto más sentimental. Abandonando la cómoda posición de sentir los latidos de Kai en su oreja Kyungsoo elevó la vista quedando hipnotizado con la sonrisa del demonio de la lujuria, este puso ambas manos en su rostro y se puso de un poco de puntitas para lograr besarlo.

El beso lo decía todo, cuando juntaban sus labios los besos eran interminables con ganas de seguir besando, es una sensación casi indescriptible.

—KyungSoo yo te... —al separarse se miraron por un tiempo con una sonrisa boba plasmada en su cara, Kai se interrumpió cuando observó un destello en los ojos de KyungSoo.

El rey de la lujuria. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora