10. Woo Bin.

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—¿Estás seguro de esto?—preguntó tocando el collar con la piedra verdosa que segundos atrás le había regalado su mejor amigo.

La crisolita estaba colgando de su cuello, eso significaba qué por el momento estaría a salvo. Tenía frente a él un espejo ancho donde podía ver a penas poco arriba de su nariz. YoungSeok asintió, después de todo KyungSoo estaba enfermo y necesitaría el poder de esa piedra más que nadie, ambos se pasaron toda la tarde viendo película de acción y una que otra de humor negro, llegada la noche KyungSoo decidió ir a su departamento por algo de ropa.

—Usa mi ropa, no me molesta.—comentó mostrando un calzoncillo azul con rayas en su mano derecha, KyungSoo negó con la cabeza.

—No usaré tus asquerosos calzoncillos YoungSeok. Además quiero ir por mis cosas, no quiero abusar de tu hospitalidad.

Sus departamentos no estaban tan distantes, llegaron a la decisión de qué mientras KyungSoo va a su departamento por sus cosas, YoungSeok se quedaría y haría la cena para ambos. Esta vez, debía ser algo mejor que solo calentar agua y ponerla dentro del vaso de plástico que contiene ramen picante.

KyungSoo posó su frente contra el vidrio del transporte público, muchas cosas venían a su cabeza, muchas dudas acerca de lo que había sucedido con ChanYeol y Kai, pero más que todo, sus pensamientos siempre terminaban llegando al mismo tema, Kai. Le había entregado su virginidad a un hombre que apenas conocía, pero no podía evitar sentir qué su cuerpo y su corazón reaccionan ante él como si lo conociera desde hace años.
El autobús se detuvo, después de sólo unos cuantos minutos había llegado a su ruta final. Subió a su departamento, debajo de la alfombra todavía estaba la llave de repuesto así que la tomó y la inserto en la cerradura.Todo parecía estar tal y como lo había dejado desde la última vez que estuvo en el departamento, los platos en la mesa, el control del televisor en el sofá, sus lentes negros sobre el comedor.

Pero ese abrigo que estaba sobre su cama, tenía por seguro que no era de él. Un sonido hueco se escuchó a sus espaldas. Alguien había entrado al departamento. Retuvo la respiración y cerró los ojos con fuerza, en su mente sólo pasaban los peores escenarios posibles, el sonido se hizo más cercano, la madera crujía con forme la persona iba avanzando. Miró la mesa de noche que estaba al lado de su cama, tenía el bate de béisbol de la secundaria y se lo ocurrió que podía usarlo para defenderse, pero debía ser muy rápido para alcanzarlo.

Empezó a contar en su mente, "uno.." "dos..", al llegar al número tres, se tiró sobre la cama dando una vuelta completa llegó al otro lado y tomó el bate con ambas manos. Se maldijo por no haber encendido las luces al momento en el qué puso un pie dentro del departamento, miraba fijamente la puerta que daba pase a su habitación y mientras mantenía sus ojos sumergidos en la oscuridad, dos puntos rojos comenzaron a moverse en su dirección.Tenía la respiración agitada, tomó el bate con más fuerza entre sus manos mostrando una postura firme, aunque por dentro estaba muriéndose de nervios.

—Quítate eso.—dijo la persona en la oscuridad, los puntos rojos poco a poco se iban desvaneciendo hasta ya no ser visibles, pensó que estaba loco, pero esa voz logró hacer que bajara el bate— El collar, habló del collar.

KyungSoo dejó caer el bate haciendo un fuerte sonido cuando este chocó contra el suelo, no sabía porqué quería que se quitara el collar, pero si él lo decía entonces lo haría. Llevó sus manos hasta la parte trasera del cuello y deshizo el nudo que mantenía el collar fijo, lo agarró con ambas manos y lo dejó sobre la mesa de noche.

—Lo quiero lejos.

Tenía la voz ronca, KyungSoo tragó saliva nervioso pero obedeció, tomó nuevamente el collar con la crisolita y lo depositó en una caja de madera que tenía dentro de su closet.

El rey de la lujuria. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora