15. Rompecabezas

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—¿Cuál es el plan?

—¿Tengo cara de ser una persona que suele tener planes con las cosas que hace?—le respondió casi burlándose.

—Quién quiera que sea la persona que te secuestró, ten por seguro que te está buscando ahora mismo, por tal motivo debemos ser cuidadosos. —lo miró de reojo por unos cortos segundos— ¿Como escapaste?

—No sé, la puerta estaba abierta y salí.

—¿Solo así?—preguntó impresionado, el asintió con la cabeza en modo de respuesta—Esto debe ser peor de lo que imaginaba.

Una cosa era cierta, la persona que lo secuestro no lo dejaría ir así por así, tenía que haber un motivo, una razón por la que este chico raro estuviera aquí sentado comiéndose una mazorca con tranquilidad.

—¿De dónde diablos sacaste eso?

—Tengo mis trucos bajo la manga hermanito, déjame en paz.—lo miró con desagrado mientras daba un mordisco— Por cierto me gustaría que no mencionaras el nombre de tu padre, es que me dan escalofríos.

Kai rodó los ojos. Debía ser sutil y exacto con el siguiente movimiento que realizaría, no sabía quién le había mandado la carta a KyungSoo y tampoco con que motivos lo había hecho. Así que recurrió a su última opción, con poca voluntad tomó su celular y marcó el número que YoungSeok le dictaba mientras escupía saliva con toda la comida que tenía en la boca, apretó la opción de llamar escuchando al momento música en línea de espera, era una canción religiosa.

—¿Hola?

—Jeung. Necesito que me digas con exactitud el lugar dónde dejaste a KyungSoo —el ángel colgó— Hijo de puta.

—De hecho, es hijo de Dios.—lo corrigió Young Seok

—Dame una buena razón para no entregarte a las personas que te secuestraron.

—Bueno principalmente porqué soy tu hermano, zopenco.

Estaba a punto de contradecir lo que le había respondido o incluso romperle la tráquea por llamarlo zopenco, pero por alguna razón no lo hizo, en su lugar, volvió a marcar el número reciente que tenía en pantalla, al parecer Jeung había apagado su celular.

—Mierda.

—Oye, tengo una idea para encontrar a KyungSoo y al mismo tiempo cobrar venganza. —se puso de pie y colocó ambas manos en su cintura— Yo querer venganza.

—Tranquilo niño de la selva. ¿Tú teniendo ideas? No suena nada bien.

—Esos tipos me tuvieron amarrado por días en una bodega abandonada llena de ratas, por cierto adopte tres, y me preguntas si quiero venganza. Lo peor de todo fue que me daban fruta deshidratada, los del gobierno incluso tratan mejor a los de la cárcel.

—¿Una bodega? ¿Cuál bodega? ¿Recuerdas como era, o cómo llegar?

—¿Por qué?, ¿crees que ellos secuestraron a KyungSoo? Él no tiene nada que ver en todo esto.

—Cerebrito, tú escapaste y él es la persona más cercana que tienes.

—Oh, entiendo tu punto.

Salieron del apartamento tomando el primer automóvil que vieron estacionado, Kai de forma atropellada abrió la puerta del conductor sin detenerse a pensar en cómo iba a encender el auto una vez estando dentro, YoungSeok traía en manos bolsas de papitas picantes con sabor a cebolla, se las tiró a Kai y juntando unos cables que estaban logró hacer que el auto encendiera sin necesidad de una llave.

—¿Cómo hiciste eso?

—Es muy fácil—tomó de nuevo sus papitas—, solamente colocas la corriente directa a la bobina de encendido de la batería a la bobina con un cable, KyungSoo me enseñó cuando apenas tenía dieciséis.

El rey de la lujuria. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora