4. La discursion

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Ryan...

Ryan...

Ry...

—¡Almudena!— grita la profesora, el anillo que tengo en mis manos, se va volando al más allá, gracias al grito de la vieja amargada.

—¿Que estaba diciendo?— al ver su cara, no es que de alegría.

—Estaba diciendo algo... aburrido, como siempre—sonrío.

Se lo que va a decir así que me adelanto, cojo mi mochila y me levanto, —Si, vale, me voy, ya lo se—volteo los ojos.

Mis compañeros se empiezan a reír, salgo de la clase lo antes posible, tengo hambre, me queda media hora de clase para el recreo, así que me iré a el césped y comeré lo que tenga, después, cuando mis amigas se dignen a salir, iré a la cafetería.

Me siento al lado de un árbol y saco un café de mi mochila, saco mi móvil y me pongo a hablar con Rodrigo, parece ser que el también le han echado de él aula.

Alguien se sienta a mi lado.

Pensando que es Rodrigo, digo, —ya ibas tard..—cuando miro a ver quien es se me quita la sonrisa de la cara.

Me levanto del césped y voy hacia la cafetería, pisándome los talones dice, —Vamos, Almu no te enfades conmigo.

—Ryan— le sonrío, —¡déjame en paz!— le grito, —¿no tienes nada mejor que hacer que molestar?

—Escucha...

—Hazme un favor enorme, piérdete.

—¡No seas tan dramática! ¡No ha sido para tanto Almudena!

Me paro bruscamente, y con mi dedo índice, le apunto hacia su cara, —Ryan, me has terminado la frase antes de que lo dijera delante de tus amigos, ¿no quieres que tus amigos se enteren de estuviste conmigo anoche?

—Te corte porque sabía que me ibas a decir que gracias por defenderte de Dylan, y si lo hubieses dicho, todo el instituto ahora sabría que Dylan casi te intenta violar— me atrapa la muñeca.

—¡¿Y que si lo saben?! ¡Es la maldita verdad!—intentó zafarme de su agarre.

—¡Pero te llamarían puta!

—¡Me da igual!— le doy una mirada llena de odio.

Me suelta de la muñeca, suspiro, miro a las aulas, los chicos nos miran, entonces, Ryan me coge de las piernas y me carga como un saco de patatas.

Pataleo y grito, —¡Suéltame, Ryan!— mia gritos le dan igual.

—Te vas a hacer daño como sigas pateando como una malcriada, que es lo que eres.

—¡Y tú eres un maldito mujeriego, egocéntrico, que crees que todos son inferiores a ti!

—No me hacen daño tus comentarios, si es lo que buscas.

Gruño y pataleo aún más fuerte, me baja y cierra tras el la puerta que hay, soplo enfadada un pelo en mi cara y me cruzo de brazos, miro a mi alrededor, me ha traído a el cuarto del conserje, se acerca a mi despacio, retrocedo y me choco con una pared.

—¿Que haces?— veo que se acerca a mi, pongo mis manos en su pecho, impidiendo que se acerca a mi, quita mis manos de su pecho y me acorrala.

Ready Girls?✔️ (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora