25. El desplanto

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Agarro el asa de mi mochila y me encamino a el césped en la entrada del instituto. Cuando llego me siento y saco mi móvil, esperando a que mi madre me venga a buscar para irnos a casa.

Es viernes y ya es por la tarde, así que las clases se acaban de terminar. Todos van a ir a fiestas o discotecas, pero yo quiero tener tranquilidad este finde semana.

Resoplo extendiendo los brazos a los lados de mi cuerpo, dios, que sueño me esta entrando.

Oigo una rama crujir y me giro. Me encuentro con el cuerpo que tanto conozco y sonrío de oreja a oreja.

Ryan.

Sus ojos conectan con los míos, pero en ningún momento sonríe y eso hace que mi sonrisa se borre.

¿Por que está tan serio como la primera vez que lo vi?

Un escalofrío me recorre por la espalda cuando recuerdo la primera vez que lo vi, estaba igual que ahora.

Deja vú.

Disimulo una sonrisa, —Hola— alzo el mentón y el baja su cabeza.

—Hola— su tono frío me borra la sonrisa de inmediato.

—¿Que te pasa?— me pongo de pie y me sacudo los lados de mi pantalón mirándolo fijamente.

—Nada, Almudena.

Me lamo los labios lentamente, —Vale...

Se oye una respiración profunda tras un Segundo de silencio demasiado incómodo.

—Escucha— empieza, —Lo nuestro no puede funcionar, no me van las relaciones.

Pestañeo varias veces. ¿Es un sueño? ¿Es un sueño verdad?

De repente, me entra la risa floja y nerviosa, —¿Es broma no?— e intento sonreír. Pareceré una tonta, —Ryan, dime que es una broma.

—No es una broma, es la verdad. No quiero nada contigo.

Trago grueso y la nariz me comienza a picar, indicándome que como hable empezaré a llorar.

Intento pronunciar algo, trato de que alguna palabra salga por mi boca pero es imposible.

—N-no lo dirás en serio...— murmuro con un nudo en mi garganta.

—No te quiero Almudena, nunca te he querido.

Mi boca se abre y sin previo aviso, lágrimas comienzan a brotar por mi cara.

—¡Me dijiste que me querías!

—Pues era mentira— se encoge de hombros.

—Ryan— le llamo, —Ryan... Por dios, ¿te das cuenta de lo que estás haciendo?

—Claro que me estoy dando cuenta— eleva una ceja y yo me paralizo.

—Yo...— susurro, —Yo...

—Tu nada, Almudena— da pasos hacia atrás y yo levanto una mano hacia su dirección.

—Espera, Ryan— le miro con ojos suplicantes y noto mi pecho apretarse y mi corazón romperse, —Por favor... ves a donde esta el reloj gigante a las diez...— susurro, —Si no apareces... yo... yo te dejaré en paz, no te molestaré y lo nuestro se habrá terminado.

Noto como mi cuerpo va estando más débil, el solo me mira desde lejos y se gira, dejándome plantada en medio del césped.

¿Que acaba de pasar?

Lloro libremente y dejo que mis lagrimas caigan despreocupadamente por mi cara. Tengo la sensación de no poder respirar.

¿Por que? Estábamos bien.

Ready Girls?✔️ (EN EDICIÓN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora