5 #cambios

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Los partidos ya estaban por finalizar, había gente que ya iba vestida para la ocasión y otros que tendrían que volver a sus respectivas casas para vestirse e ir a la fiesta, una de esas personas era yo. Algunos empezaron a marcharse aunque quedaban segundos para terminar.
Me levanté del asiento y observé a Rainer desde las gradas, nunca le había visto jugar, era bueno no, el mejor.

—Entonces ¿Lo vuestro va enserio?— Me preguntó Clary. Afirmé con la cabeza pero rápidamente me di cuenta de que me había equivocado y negué. No podía dejar de pensar en que sus padres me hicieron prometer que no iba a decir nada de la situación de Tate a nadie, ni a mis mejores amigas ni familia y pensaba cumplirlo. Hicieron bien en hacérmelo saber porque ellos solo le vigilaban cuando Rainer estaba en casa, fuera de allí alguien tenía que hacerlo y esa debía ser yo. Quería protegerle, cuidarle aunque él no lo supiera y pensara que le acosaba o algo por el estilo, no le quería ofender ni hacer daño. Ya se sentía mal él mismo como para que yo lo empeorara todo.

—¡No!— Di media vuelta y me quedé mirándolas. —Estaba distraída—. Las dos empezaron a reírse como locas y me descolocaron. Tenían mentes raras y no se les entendía nunca.

—Nos dimos cuenta—. Comentó Lilith abrazando a Clary. —Sabemos que nos contarías todo lo que ocurra entre vosotros dos ¿Verdad?— Les sonreí en respuesta. —Si te besa o algo, llamada, mensaje, un chillido... Lo que sea, pero avisa enseguida.

—Pero... ¿Quién pensáis que soy?— Me sentía indignada. —Yo no soy como las chicas esas que se van arrastrando por doquier para intentar acostarse con Rainer...

—No, tú eres distinta y por eso sabemos que Rainer siente algo por ti que no siente por los demás—. Me interrumpió Clary, yo me quedé con la boca entre abierta sin saber que decir. No podía creer nada de lo que soltaban sus sucias pero queridas bocas. Las quería y quiero, pero a veces se pasaban un poco, más en esa ocasión. Él no sentía nada por mí, era imposible, nunca lo había sentido ni lo haría. Nos odiábamos desde toda la vida, no era posible que ocurriera una historia y menos entonces, solo pensaba en las notas y en lo que haría al terminar los estudios, aún pensaba en que hacer con exactitud en un futuro, en lo que trabajaría. No tenía nada claro y por eso no necesitaba distracciones, solo concentración.
Fin de partido, salvada por la campana. No sabía que decir y por fin pude marcharme. Besé sus mejillas antes de que pudieran decir cualquier cosa de mí y salí casi corriendo de las gradas.

—Jenni—. Di media vuelta y me encontré con él en una salida trasera cerca de los vestuarios, sus ojos miraron los míos con intensidad, intriga, nervios, victoria... Dejó el casco en el suelo y se acercó hasta un metro de separación de mí.

—Rainer—. Le sonreí como saludo. —Si te lo preguntas... Voy a la fiesta. Necesito...— Moví mis brazos libremente pero en el último segundo me avergoncé por mi comportamiento.

—Liberarte un poco, quitar tensiones—. Dio con las palabras exactas así que afirmé con la cabeza. Se acercó lo que quedaba de distancia entre nosotros y acarició mis hombros con sus dedos bajando hasta cogerme de los codos. Doblé los brazos queriendo acercar mis manos a su cuello pero no me dejó pasando sus manos a mis muñecas y bajando mis brazos. Mientras que él acariciaba otra vez mi piel hasta que segundos después me soltó. Apoyé mi cabeza en su pecho y respiré hondo con una sola respiración. —Gracias. Por lo de ayer—. Levanté mi cabeza porque buscaba respuestas y las quería ya. Me sentía confundida.

—¿Po-porqué no te tomas la medicación?— Agachó la cabeza y me observó detenidamente, colocó sus manos en mis mejillas y me obligó a mirarle.

—Las pastillas me hacen débil, torpe... Esos son efectos secundarios y no soy así. Yo...— Estaba molesto pero quería seguir hablando. —me siento vivo cuando no estoy en trance, cuando no me tomo nada, pero a la vez la enfermedad controla mi vida—. Le pedí disculpas por haberme entrometido en ese tema de conversación mientras una lágrima recorría un camino imaginario por mi mejilla diestra. —No—. Vi que estaba asustado y preocupado y no entendía porque. —No llores—. Con su pulgar retiró la lágrima. —No has hecho nada malo, es más... Tenía que contarlo. Contártelo—. Sonrió. Su sonrisa era más bonita y brillante que de costumbre y me di cuenta en el momento después de que un golpe fuerte se diera en mi pecho por culpa de mi corazón. Retiré su mechón de pelo hacia atrás y le abracé por el cuello sin que me manejara él. Mi corazón siguió latiendo fuerte y no lo comprendía.

—Nos vemos luego—. Me despedí al separarme de él rápidamente para que nadie nos viera. Di media vuelta para marcharme pero ya teníamos la costumbre de que me obligara a quedarme.

—Hacemos una cosa—. Levanté una ceja y crucé mis brazos esperando a que continuara. —Voy a recogerte y así te agradezco por lo de anoche.

—Vale—. Levanté los hombros en respuesta. —Pero que sepas que te debía una—. Le sonreí y él sonrió en respuesta negando con la cabeza. Se rascó la nuca y yo me marché hacia la parada del bus, ya sabía que tenía coche pero no lo traía al instituto porque vivía cerca y no me apetecía caminar. Pensaba coger el nocturno que tardaba más de lo habitual en llegar en ese día en especial, pero un coche que reconocería en cualquier sitio se paró justo enfrente de mí y la ventanilla del copiloto se abrió. Me agaché hasta apoyarme en el auto y saludarle de una forma sexy o al menos lo intenté.

—No vuelvas hacer eso—. Me abrió la puerta para que pasara. —Te prefiero siendo tú misma—. Me volvió a sonreír mientras me sentaba y abrochaba el cinturón.

—Como usted quiera capitán—. Enderecé mi espalda e hice el saludo militar con la mano en mi frente para luego reír por un instante. —Pero que sepa que te gusto de todas formas. Desde odiosa, a aburrida, borracha, irritante, modesta, moñas, perdida, disgustada, preocupada, rara, alocada y...— Cogí aire. —Sobre todo—. Le cogí de la barbilla y le obligué a mirarme ya que estábamos en un semáforo en rojo. —Siendo Jenni—. Me sonrió y en respuesta hice lo mismo por un segundo ya que nuevamente sentí esa punzada en el pecho.

—Eso sobre todo—. Sus ojos iban de un lado al otro de mi cara y no pude evitar reír. Su rostro era un poema, le vi distinto. Su mirada me quería decir algo que no comprendía, como si echara de menos algo o le faltara pero no quería entrometerme. Así que volví a coger aire y mientras él miraba hacia delante ya que se había puesto en verde.

***

Hasta que me dejó en la puerta de mi casa no me había dado cuenta de cómo mi pecho se aceleraba cada dos por tres, incluso solo pensando en Rainer o cómo mi respiración iba a una velocidad distinta a como de costumbre. Cuando el coche desapareció de mi vista me senté en los escalones de la entrada y coloqué mi mano en el pecho para descubrir que lo que mi cabeza decía era verdad pero no podía, no podía admitir lo que ocurría. Todo mi mundo podía cambiar en segundos si admitía lo que me pasaba. Seguro que tenía taquicardia, al día siguiente pensaba en ir al médico para ver qué me decía. Aunque seguro que me recetaría unas aspirinas para la resaca que seguro pillaría la misma noche.
Pasaría de todo, era lo mejor.
Antes de levantarme respiré hondo con los ojos cerrados y me pasé las manos por el pelo. Entré en casa y me encontré a Cole haciendo deberes sobre la mesa del comedor.

—¿Qué pasa pequeño?— Me acerqué a él y besé su cabeza mientras observaba los ejercicios de matemáticas que estaba realizando. —Si necesitas ayuda pídelo—. Despeiné su cabello rubio y me dirigí a la cocina donde estaba Ronald. Le di un beso en la mejilla y le robé unas cuantas patatas fritas que tenía en un plato llano justo delante suya sobre la isla que había en el centro de la cocina.
Me encantaba estar bien con la familia, menos mal que volví porque no podría aguantar otro año sin verles. Eso me destrozaba por dentro incluso ahora, cuando las cosas estaban volviendo a la normalidad. Porque eso hacía que me arrepintiera de haberme marchado tanto tiempo sabiendo que un perdón no se podía conseguir tan fácilmente.

Loca Por Ese Chico (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora