No sabía en que momento había decidido ir a una. Vale que era por una buena causa, la cual yo era la única que lo sabía. Pero mientras terminaba de vestirme, mi cabeza ya empezaba a arrepentirse antes de ni siquiera llegar al lugar.
Alguien llamó al timbre, al mirar la hora me di cuenta que era Rainer Tate. Bajé las escaleras y le abrí la puerta, de detrás suyo sacó una rosa sin decir nada durante unos segundos antes de entregármela.
—Una bella rosa para una chica hermosa—. Reí ante esa frase dicha más de mil veces por lo típico que era. La cogí con gusto y la empecé a oler con los ojos cerrados, así tenía la sensación de que su olor era mejor y más fuerte. —Hoy estás bien bonita—. Me observó sin disimulo, de abajo arriba, desde las botas y pantalones militares hasta mi camiseta de tirantes negra.
—Ah ¿Es que otras veces no lo estoy?— Me hice la ofendida colocando una mano en mi pecho hasta que nos pusimos a sonreír. Me acordé que papá estaba en casa y le hice callar colocando mi dedo índice en sus labios cuando intentó volver a hablar.
—Si cada vez que hablo me tienes que hacer callar... Que sea de buena manera—. Susurró mientras me cogía de las manos, para que en la última palabra consiguiera soltar un beso en el aire dirigido a mí.
—Ni en tus sueños machote—. Le sonreí golpeando su pecho con mi mano después de soltarme y le cogí de la muñeca caminando en dirección hacia su Porsche. Estaba más que feliz de verle, pero si demostrara lo que sentía en ese instante me quedaría como el Joker y no quería que se enterara en ese momento de mi cariño hacia él.
Pensaba que el camino sería silencioso, pero no fue así. Rainer puso la radio y salieron unas cuantas canciones de Charlie Puth, Ed Sheeran, Miley Cyrus y Adele, no tuve más remedio que cantarlas y mover un poco el esqueleto en mi asiento. Mientras que, en ocasiones, Tate giraba su cabeza y reía al verme de esa manera, pero no me importaba en absoluto, no en ese momento porque él cantaba conmigo y como ninguno cantaba bien, pues daba un poco igual.Ya en la fiesta entramos juntos, había mucha gente bailando y bebiendo, hacía tiempo no veía nada así porque mi madre solo me permitía salir si las quedadas tenían que ver con las clases y no eran nocturnas. No podía dejar de mirar a los adolescentes hormonales que se paseaban de un lado a otro divirtiéndose como si nada y empujándonos hasta perdernos. Me cogió de la mano y nos adentramos para descubrir más gente borracha. De repente, los labios de Rainer besaron mi mejilla y me concentré en nosotros y, en sus labios por un instante.
—Ahora nos vemos, que voy a saludar a unos colegas—. Le sonreí en respuesta antes de ver como se marchaba. Di media vuelta empezando a buscar a mis queridas amigas, busqué en la pista de baile improvisada, en el jardín y en la entrada, pero no las encontraba por ningún lado. En cambio, me encontré en el salón con Casandra y Amy Lee que se cruzaron en mi camino y creo que fue a propósito.
—¿Qué buscas, tu gracia o tu dignidad?— Me preguntó Tate de mala manera mientras cruzaba sus brazos haciendo un movimiento de cadera.
—No lo sé, dímelo tú—. Respondí subiendo los hombros como si nada. Empezó a meterse conmigo, a decirme de todo pero yo pasaba, sé que no valía la pena pero cambié de idea después de unas cuantas frases dichas por ella. Le miré desafiante después de que mencionara a mi familia, de que les abandoné o peor aún, que me rechazaron por quedarme embarazada y hasta que no di el niño en adopción no me aceptaron de nuevo.
Me crují los dedos de las manos y los volví puños. Del enfado que llevaba, me clavé las uñas en las palmas de mis manos sin poder evitar que sangrara.—Mira, no tengo permitido pegar a nadie, pero contigo haría una excepción—. Decidida fui en su dirección pero cuatro manos me sujetaron de los brazos. Mis ojos ardían y tenía ganas de arrasar con todo, pero no quería hacer daño a mis mejores amigas así que, por ellas, intenté relajarme aunque me costaba demasiado si seguía viendo la cara de esa arpía anoréxica.
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Loca Por Ese Chico (Editando)
Teen FictionQue fácil pero aburrido habría sido terminar el instituto sin un chico al que adorar o tener que pasar el tiempo. Pero todo cambia cuando sientes algo inexplicable por aquella persona que siempre has odiado y es entonces cuando empiezas a vivir de v...