25# ¡fuera!

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Llegué a casa con una bomba en mi pecho, me dolía de una manera inimaginable y solo por ver al chico del que estaba enamorada destrozado y seguro que por mi culpa.

Di un fuerte golpe a la puerta de entrada y subí corriendo a mi habitación para encerrarme con el pestillo y llorar acurrucada en un rincón del suelo, sintiéndome culpable por todo lo que podía haber hecho.

Me había pasado tantos días pensando que me odiaba y eso me molestaba demasiado pero tras verle de esa manera no solo me dolió verle así, sino que lo que le ocurría era mi responsabilidad.

Tras mirarme un buen rato en el tocador decidí coger las tijeras y cortarme el pelo, me levanté y empecé a rebuscar por todos lados en los cajones de la habitación hasta encontrar unas tijeras que me sirvieran y antes de que se hiciera tarde fui con mi coche a una tienda cercana para comprar un tinte de pelo. Necesitaba ser una nueva Jennifer Hewitt, como la anterior vez que llegué, solo que esta vez sería distinto porque no me dejaría persuadir por los Tate.

***

Dieron comienzo las clases y mi nuevo look y yo ya estábamos preparados para marchar hacia la escuela. Me miré una última vez en el espejo dándome cuenta que el peinado me hacía distinta cara, ya que aparte de cortármelo me lo aclaré a rubio, un color claro, lo contrario que mi corazón pero tras mirarme en el espejo decidí oscurecerlo al negro.

Cogí mi bolso negro y las llaves de casa que se encontraban en la mesa del comedor y salí por la puerta en dirección a mi coche donde me esperaba Leo. Me coloqué las gafas de sol también negras a juego con mi ropa, el color que menos llama la atención es el negro y ese día no quería que nadie me reconociera porque por un segundo me arrepentí de mi pelo.

—Conduzco yo—. Extendió su mano zurda para que le pasara las llaves pero pasé por su lado y por delante del coche para llegar al asiento del conductor.

—Ni hablar, es mío—. Le hice burla sacando mi lengua y entré en el coche después de sonreírle. Que a gusto me sentía teniéndole de vuelta. Me puse el cinturón y metí la llave en el contacto. —Va, ponte el cinturón.

—Sí, mi sargento—. Bromeó mientras enganchaba su salvavidas al asiento. Llegamos de tres a cinco minutos después, podíamos ir andando pero Leonard no se creía que el instituto estuviera tan cerca. —¿Es aquí?

—Claro. Te he dicho que estaba al lado.

—Uy, sí. Si hemos tardado una eternidad en llegar—. Bromeó mientras yo aparcaba.

—Exagerado—. Me devolvió mi bolso y salimos del auto. Cerré las puertas y me guardé las llaves del coche. —Sígueme—. Le llevé hasta secretaría donde le dieron los horarios de clase y las horas de ensayo del concurso. Días antes me apunté y me aceptaron. Habrían tres lugares distintos de ensayo, en el campo de fútbol, el de baloncesto y el escenario del salón de actos. Y en todos habrían cámaras para grabar todo el día, esos vídeos se guardarían en la página web y quién se hubiera perdido algo podría verlo de nuevo y comentar sobre las personas que concursan ya que tendrían nuestro perfil disponible con nombre, edad, tipo de baile preferido, etc. Yo bailaba danza, hip-hop y pop y había aprendido nuevos pasos gracias a la forma de luchar y enseñanza en la academia militar. Y antes de poder ensayar me tenían que aceptar en una prueba que harían en el salón de actos uno a uno. 

Llevé a Leo al salón de actos ya que nombraban el listado de alumnos de una clase y el tutor que tenían, así esa gente saldría con el tutor y se irían a la clase asignada que tenían como central, luego ya tendrían sus diversas clases en distintos lugares. Le expliqué absolutamente todo lo que debía saber, incluso que tuviera cuidado con Cassandra. La vimos pasar por el pasillo y él se sorprendió. —No eres su tipo—. Él me miró con las cejas levantadas.

—Eso está claro, a ella la conozco de vista y es lesbiana. Salió unas semanas durante un verano con la hermana de una amiga de la mejor amiga de mi prima Roxana—. Eso me dejó trastocada. Que planeta tan pequeño, ya que él hablaba de la camarera del Crik's y del Club Luvees. Y se lo comenté para asegurarme de que fuera así. Entonces sonreí porque ya sabía su pequeño secreto y eso me encantaba. Me acerqué a la puerta de secretaría donde todos podíamos encontrar la hora en la que nos tocaría mostrar nuestro talento. Y por mi sorpresa encontré el nombre de Cass.

Me tocaba al día siguiente así que tenía un día para terminar de practicar.

Entré en el mismo baño de siempre y como no me encontré con la arpía de Tate me lavé la cara tranquilamente y la sequé con papel. Me sorprendió su aparición cuando levanté la vista de tirar el papel, me miró de arriba a bajo y escupió en mis botas de cuero.

—Ya estamos—. Susurré limpiando la saliva con un nuevo trozo de papel.

—Has hecho daño a mi familia ¿Cómo quieres que me lo tome?— Dijo mosqueada mientras se limpiaba las manos mientras me desafiaba con la mirada.

—Nunca fue mi intención—. Caminó en mi dirección y di un paso hacia atrás.

—Sí, claro. Pegas más con Rainer y sé que le quieres. La verdad es que no sé qué cojones hacías con Owen—. Me tiró el papel en la cara dejándolo caer al suelo.

—Siempre le he querido a él, desde antes de que se marchara. No es mi intención estropear las cosas—. Tropecé con un charco de agua y caí al suelo consiguiendo que ella sonriera.

—Pero lo haces, estúpida niña—. Me miró desafiante y se marchó dejándome tirada en el suelo con las lágrimas pendientes de un hilo. Leonard apareció por la puerta y me ayudó a levantarme dejándose el móvil sobre el mármol de los grifos.

—Ais, no. Ya lo han visto todos—. Cogí su teléfono y observé la pequeña pantalla que brillaba demasiado.

—Y ya empezamos fuerte con las rivalidades del concurso—. Habló un reportero que trabajaba opinando mientras el reality se grababa en tiempo real.

—Esto es fascinante—. Habló su compañera de pelo rubio mientras sonreía. Cogió su teléfono y añadió un enlace a la página donde se crearían memes del momento como en ese caso mi caída.

—Esto es una gilipollez. ¿Quién ha aceptado esto?— Leonard me miró preocupado y besó mi frente.

—Tú, amor. No leíste la letra pequeña ¿Verdad?— Salimos del baño y me explicó todo. Habían cámaras por los pasillos, la cafetería e incluso los servicios la zona de los lavabos, habían cámaras en todas partes menos en los aseos porque ahí se cambia la gente y se ducha. Era el único sitio con privacidad durante todo el curso.

—Pues que coñazo. ¿Entonces qué pasa con los que no firmaron?— Llegamos hasta el salón de actos.

—Distorsionan sus voces y tapan sus caras y ya se hace automático al analizar sus cuerpos al completo—. Terminamos sentándonos en las últimas filas y rápidamente nombraron a mi amigo.

Después de salir de clases me puse a buscar a Clary para que me explicara porque no nombraron a Lilith, yo no sabía nada. No encontré a mis amigas en ningún lado y me asusté. Llegué a casa y fui corriendo a hablar con mi hermano. Golpeé fuerte la puerta de su habitación hasta que me abrió.

—¿Dónde están?— Él no sabía a qué me refería. —Mis mejores amigas—. Al comprender a qué me refería empezó a reírse y después volvió a ponerse serio. 

—Las abandonaste, las dejaste y no recibieron ni una llamada de tu parte—. Me asusté por miedo a perderlas para siempre.

—Ya sabes porque me fui—. Intenté excusarme con mis manos inquietas en mi cuello.

—Las amistades se acaban—. Continuó él.

Loca Por Ese Chico (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora