9 #besos

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Pasaron un par de días desde nuestra pelea y últimamente lo veía distante. Ni siquiera entendía porque peleamos, fue una tontería, pero con el cambio continuo y repentino que Rainer tenía, me costaba entrar en su vida y comprender lo que pasaba por su mente. Quería entenderle, en serio, pero era muy complicado y tenía que admitir que las cosas fáciles no iban conmigo aunque las complicadas tampoco. Sinceramente, solía huir de mid problemas.

Era viernes por la noche, Cole ya estaba durmiendo mientras que Ronald estaba de fiesta con mis amigas. Una voz llamó mi atención, provenía del jardín, así que me acerqué al balcón de mi habitación y me encontré con Tate tocando la guitarra y cantándome una canción compuesta por él mismo, porque no la reconocí y hablaba sobre mí y nuestra relación.
Sus ojos se posaron en mí, con mi mano le pedí que esperara un segundo.
fui al baño y cogí el cubo que recién compramos porque el anterior se rompió. Corrí a por hielos del congelador y los metí en el cubo junto al agua helada.
A continuación, le lancé el contenido por el balcón, después de todo lo que me dijo aunque fuera en uno de sus ataques, todas sus palabras las pensaba o habían pasado por su cerebro aunque fuera de refilón.

—¡A tomar por culo, gilipollas!— Al igual que yo, lo que dije era real y en ese momento lo tenía en el jardín con una guitarra y un ramo de flores a sus pies mientras cantaba una canción dirigida a mí, cuando todos esos días pasó de mi cara cuando intentaba acercarme a él, así que no pude olvidar todo eso y le mandé a la mierda sin pensarlo. Cogió el ramo y lo estampó contra la pared que tenía enfrente suya. 

«La próxima las pagarás conmigo».

Cuando empezaba a marcharse, bajé corriendo y cuando ya no le conseguía ver, recogí el ramo de rosas amarillas que estaba destrozado.
Aunque fuera de noche, llegué a ver una silueta de una persona que se encontraba detrás mío, gracias a las farolas pude ver quién era. Pude sentir como mi corazón se aceleraba incluso antes de saber que era él porque tenía la esperanza de que no se hubiera marchado y así fue.
Le abracé pidiéndole disculpas de mil maneras distintas, me daba igual mojarme porque la culpa la tenía yo. Él también lo sentía porque no pudo separarse de mí.

—Solo te pido que me beses—. Le supliqué. No quería ni podía estar lejos de él. Con Rainer me sentía como en una montaña rusa que cada vez que bajaba subía más alto, me sentía tan bipolar como él.

—Siempre que quieras osito—. Sonreí al escuchar eso. Ya no me molestaba, es más, me encantaba que me llamara así. Rodeé su cuello con mis brazos y él mi espalda con los suyos, me respetaba tanto a mí como a mi cuerpo y no se pasaba de la raya como muchos otros harían. Escuchamos un carraspeo que nos obligó a separarnos, era mi hermano. Mantuve una ceja levantada y los brazos cruzados.

—¿Cuando me lo ibas a contar?— Se puso firme, pude notar que estaba molesto y lo entendía, es mi hermano mayor y su deber era protegerme. Pero en ese momento me recordó a mi padre y no quería que se pasara. —¿Me vas a obligar a vigilarte?

—Si estuvieras más interesado en ser mi hermano que en parecer un zombie de día y beber de noche, te enterarías de las cosas—. Con vacilación me acerqué a Rainer y le besé, al principio no entendía nada. Le cogí de los brazos y los pasé alrededor de mi cuerpo para así terminar de besarle. Pegamos nuestra frentes y le di las buenas noches para luego coger a mi hermano de la mano y entrar en casa para que su enfado no aumentara.

***

Pasaron los días, habían momentos buenos y otros regulares. Cuando Rainer se tomaba la medicina estaba mucho más tranquilo y relajado y a veces tenía la sensación de que se metía droga, pero solo eran los efectos de las pastillas. Otros días no se los tomaba porque se sentía bien y si nos peleábamos lo arreglábamos besándonos. Podía resultar estúpido, pero no era su culpa que fuera bipolar y por eso era más fácil arreglar las cosas sin hablarlas porque así podríamos empeorar las cosas como ya había ocurrido en alguna ocasión.
Nos decíamos cosas, nos alejábamos días, no podíamos evitar sentirnos atraídos e intentamos arreglar el problema. Porque sabíamos lo que sentíamos o nos hacíamos una idea y no podíamos estar lejos y así llevábamos un mes, ya estábamos a finales de Noviembre y todo parecía ir bien. Esa última semana no había ocurrido ningún incidente y eso creía que era bueno ¿No? Podíamos mejorar y fortalecer nuestra relación, lo intentamos, pero si sólo ponía yo de mi parte no era suficiente.

—Hoy por fin me voy a sincerar con Rainer, le diré que le quiero porque sé que él siente lo mismo y espero que esté dispuesto a responderme de la misma manera—. Le conté a mis amigas en los baños del instituto. Últimamente nos distanciamos un poco, pero ellas entendían que lo necesitaba, que tenía que arreglar mis cosas con Rainer. Sonó el timbre y me despedí de ellas, quería refrescarme un poco la cara antes de volver a las últimas horas de clase del día.
Una de las puertas de los retretes se abrió lentamente mostrando a una Cassandra Tate demasiado contenta.

—Mi hermano es incapaz de decir "te quiero" y menos aún a una chavala como tú. ¿Te queda claro?— Dijo ella después de escuchar nuestra conversación.

—¿La verdad? Es que no me ha quedado claro, porque sé que me quiere y pronto me lo dirá y cuando lo haga... Cuando lo haga, lo sabrás porque seremos la pareja más feliz que puedas conocer, porque no podrás cortar nuestro vínculo, solo nosotros mismos podemos hacer eso y no estamos en condiciones de demostrarlo... Porque le quiero, tanto que haría lo que fuera para que no se destruyera él solo ¿Te quedó claro Cassidy?— Cada vez se me daba mejor enfrentarme a ella, un día sería destruida y el karma le devolvería todo el mal que provocó.

—Es Cassandra—. Me corrigió mientras me disponía a marcharme. ¿Y si tenía razón? Tenía que saber la verdad, me arriesgaría. Pero si no recuerdo mal, en un principio me dijo que cuando estaba con alguien es porque le gusta de verdad o le quiere y una de esas opciones lo sentía por mí, que fuera preferiblemente la segunda era lo que deseaba.

Aparte de la charla con Cass el día fue bastante bien, aunque un poco aburrido porque Rainer se encontraba enfermo en casa. Iba de camino hacia allí, me preocupé tanto por él que incluso si tenía un constipado iba y le cuidaba aunque ya estuvieran sus padres para hacer eso. Llegué a la casa, escuché ruidos pero nadie me abría así que llamé al timbre. Segundos después el señor Tate me saludó al segundo de abrir la puerta, estaba asustado y eso me hizo reaccionar enseguida.

—En el salón—. Me respondió como si leyera mi mente, aunque ya era normal que me viera por su casa, era casi mi segundo hogar. Llamé a Rainer pero no hizo caso, así que le grité y se paró en seco. Caminaba de un lado al otro de la sala golpeando la pared con sus puños.

—¿Pero que has hecho?— Me acerqué a él, justo lo que sus padres no se atrevieron hacer y le abracé inesperadamente. Acaricié su espalda para tranquilizarlo para seguir con su nuca aún sin que me tocara, dejó sus brazos a los lados y no se movieron. Creí que temía hacerme daño.

—No me he tomado las pastillas porque pensé que dejarías de quererme si las tomaba, porque sería un chico diferente y no como en verdad soy. Tengo miedo—. Me soltó de golpe sentándose en el sofá.

—Y yo. Pero escucha...— Tenía que decirlo, no podía empeorar las cosas. —Te quiero Rainer Tate, no por tu enfermedad, sino por ti. Por tu humor, tus chistes, tus bromas pesadas, por los motes que me pones, por tu cariño, por como eres conmigo...— Me senté a su lado y le cogí de las manos. —Me da igual que tus pastillas te dejen un poco drogado o descolocado, sigues siendo tú y te voy a querer de mil maneras distintas, siempre. ¿Y tú?— Me miró a los ojos pensativo para luego agachar la cabeza en dirección al suelo. Estaba claro, no me iba a contestar y me asusté.
Ese dolor en el pecho que últimamente había notado bastante volvió con más fuerza, creí que me diría algo, que me respondería aunque fuera con un beso, pero no. No movió ni un solo músculo, así que estaba bastante claro lo que ocurría. Tarde o temprano lo aceptaría pero en ese momento no podía hacerlo.

Loca Por Ese Chico (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora