15 #puerta

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Finales de Enero

Estábamos a veinticinco y era mi cumpleaños, era sábado por la tarde y estaba con la familia Tate que me habían montado una fiesta sorpresa. Owen me había traído engañada, al igual que me había llevado a la escuela y traído casi todos los días en su moto. Debía de caminar hasta la esquina del instituto para que nadie nos viera juntos.

—Ya te he dicho que dejes de venir a por mí, nos van a descubrir—. Le regañé minutos atrás. —Pero igual te quiero—. Apoyé mis manos en sus piernas ya que se encontraba sentado en la moto y besé su mejilla.

—Y yo—. Con sus manos me cogió y me robó un beso el cual disfruté con gusto. Sentía algo enorme por él, algo que ya sentía años atrás pero que se ocultaron bajo una montaña de tiempo y espacio. Si no hubiera vuelto ese sentimiento sería historia.

Saludé a mis hermanos, tíos y primos que decidieron venir a celebrar mi día con la familia Tate. Comimos tarta y gané dinero, me sentía rica en ese instante al ver el tanto dinero que guardaba en el bolsillo. Después de un par de horas mi familia se marchó quedándome así con la familia postiza temporal.

Nos encontrábamos en la mesa cenando, a los extremos los padres, a mis lados mis hermanos y enfrente de mí Owen al cual no podía evitar mirarle cada segundo que pasaba tan cerca de él sin poder hacer nada. Le sonreí coquetamente y él me contestó con una mirada que penetraba todo mi ser y robaba el oxígeno que me pertenecía. Se me ocurrió hacer algo que vi muchas veces en las películas así que me quité una zapatilla y estiré la pierna hasta llegar al tobillo de mi amante. Lentamente subía mi pie acariciando su pierna por la parte interior hasta llegar a sus partes bajas, en ese instante Owen se atragantó y tosió a la vez que intentaba no reírme.

Quedaba el postre por sacar ya que se encontraba en el horno para no enfriarse. Susan me pidió que le ayudara, no podía negarme así que me levanté y me dirigí a la cocina junto a ella, al entrar cerró la puerta y me miró preocupada y con un sentimiento más que no podía explicar pero me asustaba.

—Por favor, dime qué no sientes nada por Owen, te va hacer daño—. Colocó sus manos en mis hombros y me miró fijamente a los ojos.

—...No siento nada—. Por unos segundos me pensé la respuesta, esperaba que no se diera cuenta de ello pero rápidamente me vino a la mente otra persona, otro chico Tate del que sentí algo, pero me olvidé de ello y la escuché.

—Ais, mi niña. Nadie puede mentir a una madre—. Me abrazó y no pude hacer otra que aceptar su abrazo. Me separé unos centímetros para poder verle el rostro o mejor dicho, para que ella me mirase.

—Me has dicho que diga eso no que diga la verdad—. Realmente era así, le podría haber dicho lo que sentía pero ¿Cómo lo diría para no meter en esto a Owen?

—Pero una cosa digo—. Se puso seria y me apretó de la muñeca. —Espero que por tu bien y por el de él no estéis juntos porque puede ir a la cárcel y quedarse sin trabajo por un romance que no va a ninguna parte—. Me liberé de su agarre ofendida por sus pobres palabras.

—¿Pero de qué vas?— Con la frente arrugada sin entender bien lo ocurrido, Owen interrumpió en la cocina para averiguar si todo iba bien. —Todo perfecto—. Era consciente de que se había notado mi sarcasmo pero no estaba de buen humor, me quitó las ganas de todo. Salimos con el postre y nos sentamos en el sitio. Rainer me miró preocupado preguntándose que me había podido pasar pero hice caso omiso para intentar terminar de comer con tranquilidad, solo que había un problema, el estómago se me había cerrado y no podía estar sentada en la misma mesa que la señora Tate. Me levanté de la silla pasándome con el ruido del arrastre de las patas, no pude evitarlo llamando la atención de todos así que salí al porche decidiendo si me quedaba un rato ahí hasta tranquilizarme o me iba a casa para no tener que volver a entrar.
Me senté en las escaleras mientras Rainer aparecía por la puerta y se sentaba para hacerme compañía.

—No ha podido aguantarlo y ha empezado a decirle de todo a mi primo, cuando se cabrea no puede ocultar las cosas y ahora temo que tu hermano le haga algo—. Abrí los ojos de golpe dándome cuenta que tenía razón, Owen estaba en peligro. —Yo entiendo lo que tenéis, pero ella no sabe lo especial que eres—. Besé la mejilla de Rainer y me levanté de golpe, antes de continuar le miré, sabía que me entendía. Entré corriendo y me encontré a Owen que recién recibió un golpe por parte de Ronald, me coloqué entre ellos intentando evitar otro impacto de carne entre carne.

—Vámonos—. Le pedí a Owen estirando mi brazo para que me diera su mano.

—No, esto no se puede quedar así—. Se limpió la sangre del labio inferior e intentó apartarse de mí.

—Ya lo arreglaremos en otro instante, cuando el ambiente esté relajado—. Le convencí colocando mi mano en su mejilla, mirándole fijamente las pupilas dilatadas. Le cogí de la mano y le arrastré hasta la moto. Acabamos yendo a un departamento que tenía en la otra parte del pueblo, era acogedor, perfecto para dos personas.
Me senté en el sofá para que Owen se colocara a mi lado, lo que hacía era tumbarse y apoyar su cabeza sobre mis piernas, así que acaricié su pelo ya que era lo único que se me ocurría hacer. —Deja que te cure la herida—. Negó mi oferta y la respeté. Ya tranquilos, relajados le dije de broma:

—Podría quedarme aquí contigo mucho tiempo—. Realmente era algo que opinaba pero no estaba segura que pensara lo mismo así que bromeé. Se sentó a mi lado y me cogió de las piernas para girarme y poder mirarle mejor.

—Algún día nos vamos a despertar en la misma cama y nuestros cepillos de dientes estarán en el mismo vaso, haremos el desayuno sentados en la misma mesa, platicando cualquier tontería, algún día podremos estar juntos todo el día, lo prometo—. Dijo él como respuesta, parecía que se lo hubiera pensado, que lo hubiera planeado hace tiempo, pero si era así daba igual, porque me encantaba la idea. Me arrodillé sobre el almohadón cuadrado que forma parte del sofá y coloqué mis manos en las mejillas de mi chico.

—Pues hagámoslo—. Terminé diciendo justo antes de besar lentamente sus hermosos labios, me sentía un poco asustada.

—Pero Jen—. Se quejó mientras intentaba apartarse. —Esto te va a traer problemas—. Se notaba preocupado.

—Me da igual. Puedo parecer una niñita en este instante al ser tan inmadura por mis acciones como hago últimamente, pero te he demostrado más que suficiente que estoy a tu altura—. Estaba de pie, nerviosa y la verdad es que no sabía porque. —Yo soy la que te puede traer problemas pero si a ti te da igual a mi también—. Me quité la chaqueta ya que no lo había hecho antes y continué por la camiseta, iba en sostén y lo que hice fue poner el aire acondicionado a una temperatura para no morirme de frío.
Me arrimé a Owen que seguía sentado y me coloqué de rodillas sobre él, con cada pierna a un lado suyo.

—No vamos hacer esto hasta dentro de un año si aún me aguantas—. Me informó solo que no lo procesé, pasé de lo que dijo.

—Ya todos piensan que ha ocurrido.

—Pues desmintámoslo, no quiero hacer algo de lo que no estés segura—. Le cogí los brazos y los coloqué rodeando mi cuerpo.

—Te quiero y si quieres esperar por mí, te quiero aún más—. Repentinamente se cargó de energía y subió una de sus manos a mi nuca para luego moverme de lugar hasta que acabé tumbada en el sofá y él sobre mí apunto de besarme. Lo hizo a tal velocidad que casi no me di cuenta, sonreí por su agilidad y le besé.

Aunque las cosas vayan mal, algo bueno siempre sale de ahí.

Loca Por Ese Chico (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora