Tras una semana fui mejorando internamente hasta el punto que regresé a casa, mamá volvió para quedarse y ayudar con la casa mientras seguíamos o intentábamos continuar con los estudios. Seguí bailando pero con menos fuerza, tanto se notaba que me llamaron la atención diciéndome que mis pasos no transmitían los sentimientos que supuestamente transmitía los primeros días del concurso. Obviamente me hizo sentir fatal pero tenían razón, debía mejorar y seguramente necesitaría ayuda, así que empecé a ir a una psicóloga profesional que abandonó su buena vida en la ciudad por venirse a vivir a este pueblucho solo para llevar una vida tranquila con su familia.
La ayuda que me dio sirvió demasiado bien, me pidió que le contara absolutamente todo incluso el tema de Rainer y el resto. Y estas fueron sus palabras mientras apuntaba sus cosas en una libreta y grababa nuestra conversación.
—No debes dejarte llevar por los sentimientos hacia otras personas, tanto fueran hacia tu familia, parejas o amistades. Tú tienes una gran debilidad y es que tus sentimientos de amor son tan fuertes que harían daño a cualquiera. Es inevitable que te sientas así por las personas que aprecias y quieres pero debes aprender a controlarlo tanto los sentimientos como tus acciones. No debes huir, no escondas tus sentimientos más profundos y es probable que tengas otros sentimientos más fuertes como el dolor, creo que tienes demasiada inteligencia emocional que te podrá afectar tanto positiva como negativamente y todo esto de hace parecer una persona dura y fuerte ante los demás aunque sea justo lo contrario—. Me pidió que hiciera un trabajo mental para mi misma, que ya que bailo, sin música, intente transmitir mis sentimientos en los movimientos de una forma brusca para expulsar la mayoría de ellos. Así que cada vez que volvía a casa después de clase me encerraba en mi habitación solo para hacer lo que la Doctora Michelle Morgan me pidió.
Fui distante con Rainer y con Leonard solo para no tener la presión de obligarme a hacer algo que quisiera o no quisiera hacer. Entre Clary y yo decidimos ir ambas al Club Luvees donde podríamos entrar sin carnet porque ya nos conocían y porque esa noche trabajaban Willy, el primo de mi mejor amiga y Roxana que todavía se dividía entre este club y el Crik's. Clary avisó a algunos del instituto para ir esa noche como celebración de las navidades. Otras navidades sin mi padre, pero al menos estaría mi madre y esta vez me sentía en paz porque dormía en casa y no tenía problemas con nadie, solo conmigo misma. Antes de salir mi amiga me ayudó a aclarar las puntas de mi pelo a un tono más claro ya que el pelo me había crecido en cuatro meses. Nos pusimos ropa de fiesta y nos marchamos a divertirnos, lo que no sabía en ese momento era que alguien más entraría en el club. Tras bailar y beber en la pista de baile, compañeros del curso se acoplaban a nosotras. Rainer llegó y lo que hice fue atraerle hasta el centro de la pista cogiéndole de la camiseta y acercándolo a mí para que bailara conmigo, obviamente hablamos muchas veces pero con el espacio personal intacto hasta ese momento. Nuestros cuerpos se rozaban electrizándose y nuestras pieles ardían con el contacto. Por un momento me di la espalda mientras Rainer bailaba pegado a mí, un momento después apartó mi pelo hacia un lado y besó mi cuello mientras colocaba una de mis manos en su nuca y él colocaba las suyas en mi cintura. Me cogió la mano de su nuca y me hizo dar una vuelta para acabar enfrentando nuestras miradas. Nos pegamos el uno al otro mientras la música seguía sonando y le besé con mis manos en sus mejillas. Le pedí que nos marcháramos de allí y él me informó que sus padres se fueron de viaje durante la semana entera y que su hermana se quedaría en casa de unas amigas. Así que eso me dio la idea de acabar en su habitación porque tendríamos toda la noche para nosotros dos, me despedí en la distancia con Clary y nos fuimos cogidos de las manos con nuestros dedos bien entrelazados.
Me dolía el pecho de pensar en el tiempo que habíamos estado separados, solo de pensar en ello me entraban ganas de llorar. Pero por fin lo tenía para mí solita, solo para mí aunque de una manera distinta, porque quería acostarme con él aunque no estuviéramos juntos.
Emocionante ¿Verdad? O así me sentía mientras besaba sus labios.
Le cogí del dobladillo de la chaqueta y lo arrastré hasta la habitación mientras que con un pie me quitaba un zapato y luego el otro. Sonriendo de oreja a oreja besé sus labios antes de sentarme en el borde de la cama, a los pies. Le miré hipnotizada mientras con su mano diestra rodeaba mi cintura y con su otra mano apoyaba todo el peso para tirarme hacia atrás, así él podría apoyar sus rodillas entre mis piernas. Mientras se ponía recto pero con las rodillas sobre el colchón, apoyé mis manos cerca de la espalda para así no caer hacia atrás. Me senté y le ayudé a quitarse la chaqueta. Me besaba de una forma extrañamente adictiva, como hacía tiempo no sentía.
—Te he echado de menos osito, mucho—. Admitía entre beso y beso y entre prendas de ropa que desaparecían en la oscuridad del suelo ya que solo había una lámpara encendida. Lo último que esperaba de él era que salieran esas palabras de su boca pero eso no me iba a impedir acabar acostándome con él. Gracias a él tenía la sensación de estar en el cielo, lo adoraba y no sabía cómo agradecerle por todo lo que había hecho por mí. Me sentía en deuda con él y se lo pensaba agradecer de las mejor manera que podía. Aún no sabía cómo pero ya estaba pensando en ello.
Nuestros cuerpos desnudos se unieron convirtiéndose en uno, con ayuda de jadeos, sudores y adrenalina por parte de los dos. Tras terminar él se recostó tapándose con la sábana pero yo hice algo que no me esperaba, me levanté de la cama para cambiarme de ropa y besé su frente dispuesta a marcharme. Me despedí de él pero antes de poder salir por la puerta, me cogió de la muñeca aún desnudo justo al lado de la salida preguntándome porque me marchaba.
—No estamos juntos—. Con confusión en mi rostro miré sus ojos dolidos. —Cuando estemos juntos me quedaré—. Besé su mejilla mientras me soltaba la muñeca, abrí la puerta del dormitorio y salí de allí a paso acelerado, no podía estar un segundo más en ese lugar por si alguien llegaba, aunque estaba segura que nadie más llegaría a la casa ese día, intenté engañarme a mí misma solo para tener más fuerza de voluntad para marcharme de allí. Aunque también estaba bastante dolida y él se aprovechó por ello pero en ese momento no me daba cuenta de lo que pasaba.
Al llegar a casa me encontré en el pasillo del piso de las habitaciones con Leonard que me miró preguntándose de donde llegaría pero solo le di las buenas noches y me encerré en la habitación para perder a todos de vista. No quería que se diera cuenta de lo que podría haber hecho después de pedirle a Leo que necesitaba espacio. Me miré en el espejo de pared de cuerpo entero que tengo al lado del armario y observé mi desastroso pelo que se enredó en plena acción. Me lo peiné con mis dedos y me dejé caer en la cama sintiéndome sin energía y aún con el vacío en mi pecho.
DOCTORA MICHELLE MORGAN. Psicóloga de Jennifer. - JENNIFER ANISTON
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Loca Por Ese Chico (Editando)
Teen FictionQue fácil pero aburrido habría sido terminar el instituto sin un chico al que adorar o tener que pasar el tiempo. Pero todo cambia cuando sientes algo inexplicable por aquella persona que siempre has odiado y es entonces cuando empiezas a vivir de v...