3. Aaron

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La escuela había terminado rápido. Por suerte, había llegado un punto en ya anhelaba irme a casa, o a la mierda...

Creí que había logrado escaparme de Alison...Alicia, o como se llame, pero la vi esperando en la entrada principal del instituto.

Pensé que quizás alguien vendría por ella, pero empezó a agitar la mano cuando me vio venir.

No podía ser posible que después de dejarla sola todo el día me estuviera esperando a mí.

—¿Es a mí? —pregunto de malhumor, ella asiente—¿Qué quieres?

—Nada, ir a casa.

— ¿Y me esperaste para ir a casa? —digo en tono burlón— ¿necesitas a alguien que te defienda en el camino?

—Sí, sí. Como digas, Aaron.

La veo empezar a caminar, no mira atrás, por alguna estúpida razón está completamente segura de que la seguiré.

Y no, yo no seguía a nadie, y, de hecho, me quedaría ahí plantado para cabrearla, pero me gustaba su actitud. Era molesta, y me trataba como a cualquier chico indeseable que conociera.

Pensé que iba a hablarme, a reñirme, a sacar conversación o lo que sea. Pero permaneció callada todo el camino hasta mi casa.

Cuando llegamos Pete se nos quedó viendo.

— ¿Cómo es posible? —preguntó confuso.

Sí, ¿Cómo era posible que regresara a casa con la chica con la que he discutido por la mañana?

—Es que se dio cuenta de lo atractivo que soy—le presumo a Pete—y de que está innegablemente enamorada de mí.

—Ya quisieras—la oigo decir, unos pasos adelante.

Y sonrío.

—Como si un inútil inválido como tú pudiera conseguirse a una chica como ella—dice Pete con un resoplido burlón.

Veo como Alison lo fulmina con la mirada unos segundos y luego se detiene frente a mi casa.

Estoy muy ocupado viéndola como para ingeniarme una respuesta.

Ella saca una libreta y un bolígrafo, garabatea algo rápidamente y se queda con un pedazo de papel antes de guardar sus cosas.

Me acerco a ella y estoy a punto de preguntarle qué carajos está haciendo cuando hace algo impensable.

Repentinamente se sienta sobre mis piernas, es de peso ligero (lo esperaba) y me planta un beso. En los labios.

No sé quién está más sorprendido, si Pete o yo.

Reacciono tarde, hace tanto no beso a una chica. Sé que debería seguir con mi muro y detenerla, pero besa bastante bien, así que cierro los ojos y decido seguirle el juego.

Lastimosamente no dura mucho desde que comienzo a disfrutarlo.

—Ese es mi número—me susurra al tiempo que se levanta y se aleja para irse a su casa.

De nuevo sin mirar atrás. Segura.

—Adiós, Alyssa—murmuro estúpidamente. Y me doy cuenta de que pude recordar su nombre.

Pete y yo estamos atónitos.

Una sonrisa estúpida e incontrolable se extiende por mis labios cuando veo su número en un papel y escrita en caligrafía bonita las siguientes palabras.

¿Que decía ese imbécil?

Decido que son las adecuadas.

—¿Que decías, imbécil? —le digo a Pete, con mi mejor sonrisa burlona.

Aaron & Alyssa. |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora