26. Alyssa

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—No ha visto el mensaje todavía—digo mirando la pantalla del celular—¿Crees que Ian le hiciera algo? ¿Llamo a emergencias?

—Aún no—me dijo Kim—recuerda que iba a terapia, lo más probable es que esté en medio de esta y no pueda responder.

Asiento, Kim tiene razón, no hay nada de que alarmarse.

Por lo menos, no por ahora.

Camino hasta el refrigerados y tomo otro par de latas de Pepsi para nosotras.

Kim se ha pasado la tarde en mi casa para planear un proyecto de nuestra clase de robótica. Era algo extraño, casi estúpido, tener que hacer tareas con todo lo que estábamos pasando actualmente.

Pero no éramos personajes principales de alguna novela, éramos personas reales con tarea real.

Le tendí la Pepsi a Kim.

—Seguro nos dará cálculos renales por beber todo esto—dijo haciendo un gesto con la mano.

"Todo esto" consistía en varias latas de soda abandonadas con anterioridad sobre la mesa.

—Ian nos matará antes de que eso suceda—digo, sentándome a su lado.

—Que tranquila me hace sentir eso—dice con sarcasmo—¿Podemos tomar un descanso?

Asiento.

Lo más prudente habría sido decir que no, ya de por sí trabajábamos a un ritmo lento, un descanso solo nos atrasaría.

Pero necesitaba uno, sentía como si la cabeza fuera a explotarme.

—¿Realmente crees que Ian nos hará daño? —me pregunta.

Tomo un trago de mi bebida y me esfuerzo por parecer calmada, no quiero que Kim se altere más de lo necesario.

Aunque sé muy bien que Ian es capaz de cualquier cosa. De verdad.

—Mientras estemos en la escuela rodeados de gente no nos hará nada.

Kim asintió y pareció sumirse en sus pensamientos por un rato, casi una eternidad.

—Él lastimó a Aaron frente a una multitud, y lo hizo parecer un accidente—dijo finalmente.

La miré, pero ninguna de las dos dijo nada, ¿Qué más podíamos decir?

Sentí el miedo pegarse a mis huesos y supe que lo único que podía hacer era esperar.

Esperar y tener cuidado.

***


Mi padre tuvo que llevar a Kim a casa porque nos habíamos quedado hasta tarde con el proyecto. Aquella jornada me había dejado tan cansada que caí dormida apenas esta se fue.

Sip, sin cenar.

Cuando desperté (porque el estomago me rugía) eran las dos de la mañana. Seguía en el sofá, pero alguien me había colocado una manta encima. Mamá, supongo.

Me desperecé y caminé hasta la cocina. Rebusqué en la refri algunas sobras para matar el hambre, había pie de pollo y papas, excelente.

Busqué una cuchara y comí directamente del pyrex. Estaba frío, pero bueno como el paraíso.

Ya no quedaba ninguna gaseosa así que tuve que conformarme con un jugo de manzana.

Sonreí mientras lo bebía, recordando la mañana en la que Aaron y yo nos conocimos, lo divertido que había sido lanzarle el jugo.

Aaron & Alyssa. |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora