5. Aaron

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Los días siguientes transcurrieron de manera muy similar.

Me despertaba de un humor increíble, iba con Alyssa a la escuela, veía como Ian coqueteaba descaradamente con ella en español, como su popularidad crecía, como cada vez más personas parecían estar interesadas en ella, pero siempre terminaba almorzando conmigo en la cafetería. La humillaba en toda clase que llevara cálculo y ella me humillaba a mí en español, historia, literatura, alemán y en....básicamente todas las demás, pero me encantaba. Y después volvíamos a casa.

Así habíamos pasado estas tres semanas del instituto. Y le daríamos así la bienvenida a la fatídica semana seis (eso espero)

¿Por qué es fatídica la semana seis? simple, porque es la semana que empieza el espíritu escolar. El estúpido espíritu escolar.

Se abren las inscripciones a todos los clubes y actividades extracurriculares y Sierra Mackie da su famosa fiesta de bienvenida el último sábado del mes.

Los chicos están alborotados y llenos de alegría. Ese solía ser yo, pero ahora lo aborrecía, no me apetecía formar parte de nada ni ir a ninguna fiesta, y esperaba que a Alyssa tampoco.

Sí, soy un egoísta. Lo más seguro es que ella quisiera unirse a algo, quizás a teatro, sería una guionista increíble. Pero me daba dolor de cabeza el sólo pensar en pasar esa semana solo, y luego ver como ella se quedaba algún día o dos a la semana en el instituto después de hora. Tendría que volver sólo a casa, aburrido.

Era curioso cómo había pasado de querer hacer todo solo, a resignarme a que Alyssa estaría, a desear que Alyssa estuviera dónde yo estaba.

Era una cosa extraña que disfrutara tanto de su compañía en tan poco tiempo, pero ¡venga! la mujer y yo tenemos química.

La vez pasada hice la broma de que estábamos hechos el uno para el otro (no necesariamente en el sentido romántico, tranquilos). Se me había salido así sin más y después de que la dije me puse a sudar, pero ella se echó a reír y dijo que estaba de acuerdo. Nunca me sentí tan aliviado.

Así que sí, me disgusta y me resulta desconcertante, pero adoro pasar el tiempo con Alyssa, ha hecho de la escuela un lugar mejor. Al menos para mí.

Pero definitivamente no me la esperaba en mi casa.

Estoy en shock cuando veo que está en la sala, y mis padres están tres veces peor, apuesto a que jamás se habrían imaginado que hace tres segundos la persona que tocaba era una chica increíblemente atractiva que quería hablar precisamente conmigo.

A pesar de que antes recibían a algunas cuantas.

—Eh...Aaron, te buscan—dijo mi madre asombrada.

Alyssa parecía algo incomoda también.

—Hola—me dijo tímidamente.

—Hola—respondí, y la voz me salió tan gruesa y rasposa que tuve que fingir un acceso de tos.

—Bueno...mejor los dejamos...—dijo mi padre, seguro sintiendo la densa tensión en el aire.

—¡No! ¡No es necesario! —dijo Alyssa apresuradamente y me miró con intensidad—¡Mi papá me entregó el auto, oficialmente! Y pues...me preguntaba, si tus padres no tienen ninguna objeción, claro. Si tú querrías salir a dar una vuelta, ¿Qué dices?

No. La respuesta debía ser no.

Al ver el brillo en los ojos de mis padres debí saber que era un cerrado no. Salir a pasear con una chica les daría más esperanzas de las que podrían soportar, de seguro eso haría que quisieran que volviera a terapia, que avanzara y me mejorara. Pero yo ya no quería volver, aunque lograra caminar el otro año, o el que le seguía, ya era muy tarde para mí. No conseguiría una beca, no iría a la universidad, me quedaría aquí en el pueblo, trabajando en la tienda de equipo deportivo de un amigo de mi padre.

Porque caminar ni siquiera era lo que más me importaba, era jugar football, y eso ya no lo haría jamás.

Así que era sensato conservar mi muro, pero Alyssa estaba ahí, mirándome con esos grandes y hermosos ojos oscuros...y se estaba mordiendo el labio, además.

Me consideraba una persona con una voluntad casi de hierro, pero ¡vamos! Apenas soy un simple hombre mortal.

—Claro—le digo sintiendo como una sonrisa se extiende en mi cara—¿No les molesta?

Ellos niegan rápidamente con la cabeza.

—Para nada, diviértete. —dicen al unísono.

Agarro mis cosas, mi billetera, una botella de agua y mi teléfono antes de salir, dejando a mis padres aún impresionados.

—Tus papás son muy lindos—me dice Alyssa mientras recorremos el caminillo de mi casa—pero no hablan mucho, ¿cierto?

—Sí lo hacen, sólo que están impresionados de que tú...pues estuvieras aquí —le digo, honestamente.

Ella se queda un rato pensativa.

—Lamento haber venido sin avisar, en serio—se disculpa—Es sólo que estaba tan emocionada que ni lo he pensado, le dije a mi papá que saldría a dar una vuelta y acabé aquí.

—Siempre terminas en mis brazos, bebé—le digo para burlarme—y no te preocupes por venir a mi casa sin invitación, estoy acostumbrado a que invadas mi espacio personal.

Ella me mira mal, pero se nota que está conteniendo la risa.

El auto de Alyssa está estacionado fuera y entro en shock de nuevo al verlo.

Es totalmente digno de Alyssa. Es lujoso, se nota. Es un Audi blanco, pulcramente lavado con unos rines más brillantes que toda la joyería de Pete.

Abro la boca sombrado.

—¿Y bien? ¿Qué te parece? —dice ella girándose hacia a mí con una sonrisa orgullosa.

Le silbo y hasta aplaudo.

—¡Es increíble! —digo emocionado— es lo más hermoso que he visto en mi vida.

—¿Verdad que sí? —dice ella tan emocionada que pensé que se pondría a dar saltitos como una niña de cinco años—es hermoso, aunque lo más hermoso que has visto en tu mísera vida, soy yo. Que quede claro.

Me rio y no se lo discuto, porque la verdad... ¿Se lo puedo discutir? Es condenadamente hermosa, y a pesar de que le gusta bromear con eso, se nota que no sabe lo hermosa que es, y eso...

Eso la hace bellísima

(N/A: ombeeee, la What makes you beautiful!)

Alyssa me ayuda a subir, curiosamente noto que sabe cómo plegar la silla, me pregunto si hay alguien en silla de ruedas en su familia, o si sólo es naturalmente habilidosa con las manos...

me abstengo de preguntarlo porque si me dice que es habilidosa con las manos no podré soportarlo.

—¿A dónde te gustaría ir? —me pregunta mientras se abrocha el cinturón y comienza a manejar.

Lo pienso, sinceramente me da igual, no hay nada que quisiera ver. Hace un año no quería absolutamente nada.

Me le quedo viendo a Alyssa, quién aferra el volante con fuerza y está sentada bastante adelante. Sonrío, conductores novatos.

—Mmm, tengo hambre—le digo—¿Te parece bien si pasamos por un McDonald's?

—Seguro.

Y entonces fija su mirada en la carretera, brindándome la oportunidad de mirarla fijamente sin remordimientos. Analizo su perfil, su nariz pequeña, las suaves curvas de sus labios, sus pestañas, la manera en la que frunce el ceño por pura concentración.

Sonrío.

Aaron & Alyssa. |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora