23. Aaron

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—Digo, pudiste usar condón—se quejó Alyssa—habría sido un buen detalle.

La miré mal.

— ¿Ahora se te viene a ocurrir?

— ¡No estaba pensando demasiado! —protestó—además, tú tienes más experiencia, debió ser en lo primero que pensaras.

—que excusa tan mala—replico—debimos haberlo pensado los dos.

—tantos años de educación para fallar de esta manera—dijo poniendo los ojos en blanco—si me embarazas, tú vas a parir al engendro.

Sonreí.

—Tengo una vasectomía—le confesé.

—Oh—dijo ella—hagamos de cuenta de que ya lo sabía.

—Pero, aun así, no vendría mal usar condón...digo, en otros encuentros quizás.

— ¿Vas a tener otros encuentros?

—No, pero tal vez tu sí.

—No voy a volver a dejar que ningún hombre me seduzca y me lleve al camino del mal.

Me reí.

Estamos tumbados en la cama del hotel. Charlando como si nada, como si no acabáramos de hacer el amor.

Las sabanas habían sido cambiadas, ambos nos habíamos duchado (juntos, lo que significó otra jornada de sexo) y ahora estábamos hablando de nuestra ineptitud e irresponsabilidad.

Alyssa está enojada porque nos acostamos, pero está feliz. Está dejando que la abrace, y que le de besos ocasionalmente.

—Realmente te odio—me dice—esto nunca debió pasar.

Y sé que estoy con la persona con la que debo estar, cuando la escucho decir estupideces. Nunca nadie me haría sentir tan a gusto.

—No va a volver a pasar—digo—no contigo, jamás.

Ella se ríe y me abraza con fuerza. Su hermoso cabello rizado está por todas partes, siento que me tragué al menos tres libras de cabello, pero no me interesa, soy feliz.

Por primera vez en mucho tiempo lo soy. Y me gusta. Me gusta alegría.

Hay algo en este sentimiento que lo vuelve adictivo, me siento como cuando estoy borracho, siento que el mundo gira más rápido, que las luces brillan con más fuerza, por primera vez no tengo miedo de lo que puede pasar mañana, porque todo lo que importa es el hoy.

Todo lo que importa es ella, Alyssa, mi Alyssa.

Sé lo que está pensando.

No sólo en el buen sexo que tuvimos, ni en lo que haré después para que se repita.

Está pensando en lo que le dije mientras lo hacíamos, en la verdad que yo sencillamente no podía repetir. Está pensando cómo manejarlo.

Me gustaría saber que planea, que sigue. Si averigua como seguir adelante después de esto me encantaría que me lo diga.

—Es tarde—dice de pronto, sus largos dedos viajan a mi cabello—debería volver a casa.

Hago una mueca. No quiero que se vaya. Estoy seguro de que, si lo hace, se llevara toda mi recién adquirida alegría con ella. La quiero aquí.

Me parece ridículo que después de esto tengamos que dormir separados un día más.

—No quiero—protesto.

—Entonces asalta un banco, compra una casa lujosa y llévame a vivir contigo—se burla—tengo que irme, y no quiero volver a verte jamás.

Lo dice en serio. La atraigo hacia mí y la beso, porque la quiero, porque la quiero aquí, conmigo, donde pertenece. Dónde pertenecemos los dos.

Aaron & Alyssa. |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora