12. Alyssa

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La luz blanquecina empieza a filtrarse ante mis ojos, dejando de lado el color rojo, el negro.

Un leve dolor de cabeza me apremia, acompañado de la sensación de mareo, es molesto, pero nada que no pueda manejar.

Poco a poco empiezo a recuperar la lucidez de mis sentidos, huelo desinfectante, siento frío en los pies, pero calor en las mejillas, sé que estoy cubierta por algo y lo más importante: siento una presión sobre mi mano, la están tomando.

Quiero sonreír porque no estoy muerta, pero sobre todo por ese ligero y placentero contacto, porque está aquí, ¡Está aquí conmigo! ¡Porque le importo de verdad!

La alegría me sobrepasa, no soy demasiado sentimental pero el hecho de que esté aquí me hace querer llorar.

Aaron, mi mente repite su nombre una y otra vez. Aaron, quien odia relacionarse con todos menos conmigo, el misterio andante, el tonto, el idiota, el increíblemente atractivo, el que besaba como un sueño, el que había ido a una fiesta que le parecía ridícula sólo para cuidarme, el que había dicho que le gustaba tanto que sería feliz con tan sólo una parte de mí.

Sonreí.

—A lo mejor te vas a burlar porque me he vuelto una tonta sentimental—digo con voz rasposa—pero desde la primera vez que te vi no has salido de mi mente, y lo...lo que dijiste y el hecho de que estés aquí conmigo...simplemente me deja sin palabras, no sé cómo agradecerlo, pero quiero que sepas que eres una persona maravillosa, y de verdad estoy tan feliz de que te preocupes por mí...

—Vaya, Alyssa. ¡No me lo esperaba! pero tú tampoco has salido de mi mente y también me gustas.

Aquella voz me hace abrir los ojos de golpe, porque no le pertenece a Aaron, ni mucho menos.

Ian está a mi lado, ofreciéndome una sonrisa radiante mientras toma mi mano. Estamos en el hospital y tengo ganas de pedir que me maten con una sobredosis.

Es la primera vez que le digo a un chico que realmente me gusta y estoy agradecida con él y ¡SE LO DIJE AL EQUIVOCADO! ¿Se puede ser más tonta?

¿Lo ven? Por estas cosas es que uno no debe abrir su corazón.

—¿Por qué estoy aquí? —le pregunto a Ian, no puedo esconder la irritación de mi voz.

Me siento una tonta por haber fantaseado con que sería él y por haber dejado que mis sentimientos me manejaran de tal forma que no pude evitar confesarlos.

—Ayer en la fiesta perdiste el conocimiento —me informa Ian, notablemente incómodo —te hicieron exámenes y todo parece indicar que alguien te drogó.

Fruncí el ceño, pero curiosamente no por lo que Ian decía, estaba segura de que había sido él. Sólo bebí un trago y fue el que él me ofreció. Lo fruncí porque estoy segura de Aaron habría llegado a la misma conclusión y aun así no está aquí.

Estoy sola con el chico que intentó drogarme para aprovecharse de mí, ¿Aaron lo ha dejado? ¿Me ha dejado sola?

—¿Aaron? —pregunto.

De verdad quiero saber dónde está y no para lanzarle los brazos al cuello y besarnos apasionadamente mientras planeamos nuestra boda, ese sentimiento ya pasó. Ahora quiero aplastarle el cráneo por no ser él quien esté aquí.

¡Por no ocupar su lugar! ¿Cómo podía decirme que le gusto en la noche y no estar aquí cuando lo necesito?

—Eso creo—dice Ian, quién malinterpretó mi pregunta—con la última persona que te vieron fue él...mira, cariño, no quiero señalar con el dedo a nadie, pero conozco a Aaron y se de lo que es capaz, te pido por favor que ya no te acerques a él.

Aaron & Alyssa. |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora