8. Alyssa

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—Eres una porrista terrible—me dice Aaron mientras vamos camino a casa.

Tengo unas ganas de tirarlo de esa silla, así como en el meme de Heidi. Lo malo es que no hay ningún barranco cerca de aquí.

—Ya lo sé, cállate—digo y sé que el muy maldito está sonriendo.

Tengo que decirles la verdad, ¡Soy un asco como porrista! No entiendo porque las cosas no me salen bien como a todas las demás protagonistas.

Esto es una estafa.

—hola, vegetal—comenta el vecino de Aaron mientras pasamos.

Lo miro mal, no sé qué clase de relación tóxica tengan estos dos, pero a veces me saca de quicio.

—¿Sabes que no es un "vegetal"? —digo que amargura—además de que es grosero llamarlo así. El cerebro de Aaron está realizando todas sus funciones...bueno eso creo.

—Gracias—dijo Aaron con ironía.

El vecino extraño se acercó a la balla y puso su rostro cerca del mío, me eché para atrás por la repentina cercanía.

—¿Sabes que estás saliendo con un perdedor? —contraataca—apuesto a que ni puede dar...

Se a donde va a esto así que lo detengo.

—No recuerdo estar saliendo contigo—digo porque sé que eso le cerrar la boca por un rato.

Aaron estalla en carcajadas y dejamos atrás a su colorado vecino. Estoy a punto de darme la vuelta cuando Aaron me agarra de la mano.

—Oye, espera—me dice, parece incómodo—¿Te gustaría pasar un rato? Podemos ver alguna película, tengo Netflix.

Lo miro mal.

—¿Piensas cogerme acaso? ¿Hacerme el cogimiento? ¿Es eso?

—¡No! Bueno...a menos que quieras—dice riéndose —pero el plan es ver la película.

Me lo pienso, no le he pedido permiso a mis padres para ir a ningún lugar después de clases, pero puedo decirles que me quedé en casa de una amiga, no habrá problemas.

Además de que podré estudiar a Aaron en su territorio.

—Ok—digo con una sonrisa.

Ya había estado antes en casa de Aaron, el sábado anterior cuando vine a buscarlo para ir a nuestro patético paseo, pero en ese momento estaban sus padres y no había tenido tiempo para fisgonear.

—Toma asiento—me invitó él mientras ponía a cargar su celular—¿Quieres algo de comer?

No tengo ni una pizca de hambre, pero necesito estar a solas.

—Sí, gracias—digo con una sonrisa radiante.

Aaron me mira con cautela unos segundos, pero luego desaparece en la cocina.

Uf, ha estado cerca, debo ser más cuidadosa con mis expresiones faciales.

Empiezo a pasearme por la sala y descubro que hay fotos, fotos de Aaron todavía en pie, fotos de él con trofeos en la mano, en un baile, fotos de él en el campo de foot, lanzando un balón.

La poca información que había podido recolectar hasta ahora ya me había dicho eso: Aaron perteneció al equipo, y era una persona completamente diferente, más amable y alegre. Así que su personalidad cambió luego del accidente.

Yo sabía que estos eventos pueden ser un accionante para la depresión en los atletas y entiendo su tristeza, pero no porque parece odiar a todos, especialmente a los de su equipo.

Aaron & Alyssa. |COMPLETA|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora