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No. Es que no. No es posible. Me niego a creerlo. ?Por que? ¿Porque no pudo seguir siendo un fantasma como aprendió a ser hace años?

-¡Daniel!-habló el señor Abrantes devolviéndome a la ridícula e indeseada escena. Bueno, ni tan indeseada. Esperé mucho este momento, imaginandome miles fe escenarios, tal vez él volviendo de pronto a casa diciendo que solo fue a una fiesta por un par de horas y no que desapareció durante casi seis años, o que había sido secuestrado por marcianos, o que se había emborrachado y perdido al otro lado de la ciudad, lo se, es estúpido, pero imaginarme en esta situación, exigiéndole una explicación, abofeteándolo por dejarme así sin más como si nunca le hubiera importado haciéndome sentir completamente basura, usada y desechada.

Imaginarme todas las posibles escenas y que esta realidad sea totalmente tan distinta me deja paralizada. Las emociones despertadas, los sentimientos encontrados, como mi corazón se desboca sin piedad alguna contra mi pecho, los nervios que provocan sus orbes verdosas sobre mí, escaneandome sin vergüenza alguna de arriba hacia abajo y de abajo así arriba una y otra vez.

-¿Se encuentra bien?- preguntó él señor Abrantes devolviéndome a la realidad una vez más.

-Si..-me limite a decir.

Luego de esa incómoda escena, finalmente él señor Abrantes se marchó tras firmar algunos papeles. Y todo se volvió aun mas incómodo. El solo tecleaba en su computador y observaba papeles, mientras yo jugaba con mis manos sobre mi regazo nerviosamente. Ninguno de los dos decía nada. Yo no sabia exactamente que decir aparte de responder con un si o un no a todas sus preguntas sobre él caso. Finalmente recogió sus cosas y con un saludo de manos se despidió y salió del despacho. Solo se dirigía a mi como señorita o mi apellido y así fue hasta él final.

Salí casi al paso de un rayo cerrando la puerta a mis espaldas y encaminándome a la oficina de Dilia.

-Moriré. -entre sin tocar, ella aparto la vista del computador y me quedo mirando sin comprender pero yo solo seguí hablando caminando de un lado a otro por la oficina.- No puedo. Quiero..quiero...-ni siquiera se que quiero. Estoy confundida. -MIERDA!-grité una vez que mi puño se estrelló contra la pared con furia y la fuerza de todas las emociones que se acoplaban en mis ojos humedeciendo mis mejillas sin control.

-Hey, hey, hey, calmate..-Dilia corrió hasta mi y me tomo de las muñecas y rodeandome con sus brazos mientras yo lloraba sin control perdiendo todas las fuerzas y cayendo de rodillas al suelo haciendo que ella tuviera él mismo destino. Escondí mi cara en él hueco de su cuello y me aferre a ella aun mas de lo que ya estaba como si eso fuera posible .- Ya hermosa, esta bien, no pasa nada...

Y así fue como luego de un rato de caricias en él cabello y las típicas palabras de consuelo me desahogue
y le conté todo a mi compañera.

-Y así sin más, se volvió a ir. Sin decir nada mas de lo estrictamente necesario. Como si realmente no hubiese sido nada para él.- confesé.

-Nat, se que duele...- empezó a decir. Y si, duele, duele mucho.- pero ¿Que tal si hablas con él? Tal vez solo fue la impresión del momento, tal vez no sabia que decir. - Negué efusivamente.

-Pues tal vez porque es un maldito cobarde. ¿COMO PUEDE IRSE Y VOLVER COMO SI NADA?!- empece a gritar y las lagrimas volvieron a empañar mi rostro. -¿ESQUE EN VERDAD NUNCA LE IMPORTE? NO ENTIENDO DILIA! ¿QUE HICE? ¿QUE MIERDA HICE PARA QUE ME TRATE ASI? -cubri mi rostro con mis manos intentando desaparecer pero todo era en vano. Todo lo que hacia era en vano.

-Oh no, no y no! No volverás a los mismo. No volverás a culparte por las idioteces de los demás y menos por las de ese hijo de la gran banana, tu no hiciste nada, las cosas no siempre funcionan por mas bien que vayan, lo único que puedes hacer es ser la mejor persona que puedas y si eso no es suficiente para alguien es su problema no tuyo. El que esta bien pero él que se va sin ser echado no hace falta. Al parecer él lo supero, no puedes sufrir por alguien que no lo hace por ti. Tal vez solo tuvieron un amor adolescente, no puedes aferrarte al pasado.

Seduciendo al enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora