cap 32

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Desperté por el horrible pitido constante de la alarma que emanaba de mi reloj sobre la mesita de noche. Pero....¿alarma? ¿como que alarma?! No recuerdo haber programado ninguna maldita alarma y mucho menos a ésta hora! Son las 5:00 am.

Llevé mi mano torpemente hasta la pequeña máquina y la desactive.
Di mil vueltas sobre la cama, pero mi sueño ya había desaparecido. Aún estaba de noche, el sol aún se escondía en las entrañas de la oscuridad.

Me levanté de la cama, y bajé por algo de comer ya que mi estómago avisó que había despertado.

Me preparé un sándwich de mantequilla de mani, y un vaso con jugo de naranja. No quise en ceder las luces para no despertar a nadie, así que tomé las luces del refrigerador como ayuda.

-Ahora eres un mapache.- dijo alguien detrás de mí. Me estremecí sorprendida en mi lugar por el susto, pero sé perfectamente de quién se trata.

Nisiquiera respondi, me preparé otro,  tomé mi plato y vaso y me dispuse a salir de la cocina, pero como aún no había amanecido por completo y estaba oscuro empecé a chocar con todo lo que había a mi paso, incluyendo mi desagradable hermanastro. No saben como odio ese título.

-Fíjate por donde vas.- dijo para seguido hacerse a un lado y dejarme pasar.

-Si no te empeñaras en fastidiarme tal vez nos llevaríamos no tan mal.- solté finalmente.

Él me tomó del brazo provocando que una corriente recorriera todo mi cuerpo. Me solté de su agarre bruscamente haciendo que mi sándwich hiciera un clavado contra el suelo.

-¿Ves lo que haces?- pregunté de malas ganas y volví a la cocina para buscar algo para limpiar.

-Tu eres la que me provoca.-soltó mientras se agachaba para despegar los panes del suelo.

Reí sarcasticamente ante su comentario.

-Ya quisieras que por lo menos me importara tu existencia. Pero lamento decepcionarte,  no es así. - tomé una trozo de tela, lo humedeci un poco y me acerqué a limpiar la mantequilla de mani.

-¡Qué modesta!- dijo llevando su mano al pecho.- No sabes cuanto me duele lo que me dices.- fingió lloriquear.

Rodé los ojos, y me puse de pié.

-¡Eres un idiota!- no saben lo liberada que me sentí al decírselo.

-¿Yo soy idiota?- preguntó,  pero creo que era de esas preguntas que no necesitan respuesta.- al menos yo no soy la que se va agarrando a golpes con la primera que me cruza por delante.

-¿En serio la estás defendiendo?- no puedo creer ésto.

- Esque solo a una retrasada menta como tú se le ocurre pelearse en el parqueo del instituto,  y gracias a tu inteligencia sobrehumana te echaron del equipo.

-Veo que estás informado. Pero no fue por pegarle a Vanessa que me echaron del equipo. Fue por... otra cosa.

-Bueno. Por cierto, pegas como nenita. Pero, nada mal.- ¿eso es un cumplido?

-Supongo que gracias.- sonreí fingidamente. Me dispuse a caminar en dirección a la puerta y él me haló de la cintura. -¿Qué haces?-pregunté al verlo tan cerca. No dijo nada, solo empezó a acercarse a mis labios, pero me separé de él, y lo empujé levememte.-Te dije que no.

Esta vez y subí a mi habitación.

Me acosté en la cama y todos mis pensamientos eran propiedad de Daniel.

Quedé dormida nuevamente.



Seduciendo al enemigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora