Los pitidos incesantes de mi celular me hicieron salir de mi pequeña burbuja..
Tomé el aparato de la mesita de noche y tenia mensajes y algunas llamadas perdidas.
"¿Donde diablos estás? Llevo todo el fin de semana llamandote! Llego mañana de Nueva Zelanda, espero que al menos no hayas olvidado mi cumpleaños. -Nicki.
Su cumpleaños... se supone que iremos a la casa de verano de sus padres, es una antigua cabaña que de antigua no tiene nada. Pero bueno.
La verdad no tengo humor como para lidiar con ella en éstos momentos. No pegué un ojo en toda la noche, cada vez que intentaba dormir pesadillas invadían mi mente.
Dejé el teléfono a un lado, me volvi a colocar los audifonos y continué con mi lectura.
"Intenté dejar de lado cada pensamiento que me vinculara con mi pasado, que me recordara el dolor que sentí al perder mi razón de ser. El canto del ruiseñor resuena por cada rincón de ésta prisión que una vez fue digna de ser llamada hogar, sus notas, la melodía más dulce que podría imaginar, cuya armonía llenaría a éste insípido individuo de paz, haría a su mente divagar entre los gloriosos pensamientos de las montañas de tus placeres. Desearía sentir una vez más lo que es ser amado, amado por mi único amor, amado por ti. Pero he sido condenado a una eternidad sin tu belleza, sin tu aroma, sin tu sonrisa, condenado a un cielo sin estrellas, a un universo sin planetas , a un pacto con la vida muerte sin las galaxias de tus ojos, condenado a clavarme navajas ardientes en el pecho ante tu recuerdo, oh, amor mio! ¿Que he hecho mal?. Por tu amor.. ¿he sido condenado a un cielo desgarrado o a un infierno marchitado?"
Definitivamente éste es uno de mis libros favoritos.
-Natalie!!- Mamá entró a la habitación gritando y me quitó los audífonos.
-¿Que pasa?-pregunté acomodandome en mi lugar.
-Te he llamado como 10, 000 veces. No puedes encerrarte así, si un ladrón entrará en casa ni te darías cuenta. Y no escuches la música tan alta, re quedarás sorda. -bufó. Rodé los ojos y reí un poco por lo bajo.-no veo lo gracioso. Sebastian está abajo.
-Oh! Ahora voy.-asintió y salió de la habitación.
-Hey!- llamé su atención una vez que llegué a su lado en el sofá.
-Hola tú. -acarició mi mejilla.
-¿A que debo la visita del gran Sebastian?-pregunté en tono burlón.
-El gran Sebastian vino a invitarte a salir. -me siguió la corriente.-debo impresionar a tu madre.-me susurró por lo bajo para que nadie escuchara.
-Hmm.. ¿Ahora?-pregunté atónita.
-Si. ¿Que tiene?
-Na-nada.. esque.. quedé en salir con mi madre y eso.-mentí. Es que no tengo ganas de salir y menos con él, no sé porqué.
-Pero recién hablé con ella y hasta me recomendo que te llevara a comer.-insistió.
Rayos. Mamá!!
-Si, pero..
-Natalie deja de inventar excusas. Si no quieres salir conmigo dímelo y ya, ¿Es eso?
-Si, digo, no.-golpeé mi frente de un palmazo. -lo que pasa es que quiero pasar tiempo con ella.
-Ya. -se puso de pie. -que se diviertan. -empezó a caminar hacia la puerta.
-Sebas!-se detuvo.-No te pongas así, esque..
-Esque quieres pasar tiempo con tu mamá.-me interrumpió. -entiendo.
-¿Que pasa contigo? -me crucé de brazos confundida.
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Seduciendo al enemigo
Teen Fiction-¿Crees en el amor a primera vista?- preguntó sentándose frente a mi y tomando un trago de su cerveza. -Si. Pero lástima, no me hiciste sentirlo.-dije poniéndome de pié y caminando hacia la cocina. Natalie. Deportista. Arriesgada. Optimista. Daniel...