Capítulo 17

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Recuerdos

Matthew

Siento sus manos masajear mi cuero cabello, sus manos son suaves pero firmes, me inunda una profunda sensación de paz y suspiro audiblemente.

—Podría pasarme toda la vida así y no me molestaría— cierro los ojos —, la última vez que me bañaron el cabello fue cuando era niño, no recordaba que esto se sintiera tan bien.

— ¿Te gusta? — pregunta ella con voz suave y yo hecho la cabeza atrás para mirarla.

—Me encanta— sonrío ampliamente y me gano esa sonrisa hermosa con hoyuelo incluido.

Luego de un tiempo ella se decide a lavarme el shampoo y luego dice que la hora del baño se ha acabado. Empiezo a ponerme nervioso porque la parte difícil apenas comienza: entrar en la bañera es una cosa, pero salir es otra completamente distinta; ella tendrá que verme desnudo para poder ayudarme y la idea hace que empiece a sudar.

—Brina— la llamo en un susurro.

— ¿Sí? — pregunta sonriendo.

—No quiero ponerte incómoda, pero para salir tendrás que verme desnudo— eso hace que sus ojos se abran como platos y traga saliva, cierra los ojos un segundo y cuando los abre de nuevo, tiene una mirada de determinación en el rostro.

—Bien, vamos a sacarte de esa bañera antes de que termines como una uva pasa—. Me da la mano y me mira directo a los ojos — ¿Confías en mí? — pregunta con calma, yo ni siquiera tengo que pensar dos veces la respuesta.

—Si— y es verdad, confío mucho en ella. Aunque no tenga mis recuerdos puedo ver que es diferente a las chicas del instituto: ella no ve mi dinero; ella realmente me ve a mí, a Matt, al chico que le gusta leer y los videojuegos, no al atleta popular y adinerado. Entonces entiendo por qué le agrada tanto a mi madre, es una chica especial y muy valiosa, tomo su mano.

—A la cuenta de tres voy a tirar de ti y tú te vas a impulsar con tu cuerpo y con tu pie bueno— asiento —, a la una, a las dos y a las tres —tira de mí con fuerza y yo me impulso con mi cuerpo hacía arriba, rápidamente coloco mi pie bueno en el suelo, pero me mareo un poco. Ella me sostiene para que no me caiga y yo me aferro a ella. No deja de mirarme a los ojos, coge la toalla que está en su hombro y luego la pasa por detrás de mi espalda y la enrolla alrededor de mi cintura, todo sin despegar su mirada de la mía. Cuando ya mi intimidad está cubierta coge otra toalla y me hace señas para que me agache y yo obedezco, me seca el cabello y luego pasa la toalla por mis hombros, cuando termina de secarme, deja la toalla a un lado.

—Vamos para que te vistas— me ayuda a salir y luego me pasa una camiseta azul marino y unas bermudas negras — ¿Dónde está tu ropa interior? — pregunta con timidez mientras su cara adquiere un color rosa muy adorable, yo lleno de vergüenza le señalo un cajón de la cómoda, ella saca unos bóxeres de Calvin Klein negros y me los pasa.

—Gracias.

—No hay de qué, te dejaré para que puedas vestirte e iré a preparar el almuerzo— ella duda un momento, pero luego con pasos decididos se acerca y me planta un pequeño beso en la mejilla y luego sale de mi habitación cerrando la puerta tras ella.

Me quedo mirando fijamente la puerta, completamente embobado y sonriendo como pendejo, luego sacudo la cabeza y empiezo a vestirme, la sonrisa jamás abandona mi rostro.

El resto de la tarde pasa tranquila, almorzamos lo que Brina prepara, todo está delicioso, luego vamos a jugar al cuarto de juegos de Ángelo, pero Brina decide irse a lo que ella denominó su santuario. Luego finalmente me voy a dormir.

Tenías Que Ser Tú (Amor I)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora