12. Almas gemelas

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Magnus siguió mirando a Alec de reojo mientras manejaba. Sabía que se conocían de hace tan poco, pero él creía en una persona indicada para cada quien. Llámenle "almas gemelas", "predestinados", "destino", "amor"...

El tiempo no importa en estos casos. Puede sonar a locura, pero cuando encuentras a tu persona, lo sabes. Y Magnus sentía que Alexander Lightwood era eso para él.

Dejó un suave apretón en la mano de Alec que descansaba en su muslo, antes de regresarla al volante y su atención a la carretera. —¿Quieres hablar de lo que pasó, cariño?

Alec lo miró cuando sintió su mano. Había estado mirando por la ventanilla, perdido en sus pensamientos. Una de sus manos sobre su vientre, era extraño que fueran el bebé -un bebé que no era suyo- y Magnus -alguien que apenas conocía- quienes lo animaban a seguir, a no rendirse, y la otra en su muslo. Y fue esa la que Magnus apretó suavemente antes de preguntarle eso.

Alec no pudo evitar una pequeña sonrisa y Magnus se rió cuando lo vio. —Me refería a...

Alec negó. Entendía a qué se refería e incluso si realmente fuera mudo no le molestaría que Magnus lo expresara así. Lo entendía. Pero estaba tan cansado, estaba cansado de la vida difícil que le había tocado vivir, de ver a sus padres luchar por sacarlos adelante, de que sus hermanos -aunque sólo fueran unos años menor que él- no valoraran lo que ellos, y ahora él, hacían.

Su pulgar dibujó círculos en su vientre. Estaba cansado de que todo saliera mal. Nunca había considerado seriamente este embarazo. Sólo lo hizo por el dinero. Y ahora estaba aquí, hablándole a un bebé que no era suyo, y preocupándose por él, no había pensado en personas homófobas que pudieran herirlo debido a esto.

Volvió a mirar a Magnus. Y ahora estaba aquí, saliendo con el doctor que atendía su embarazo, queriendo contarle tanto y sin poder hablar frente a él.

—No te preocupes, cuando estés listo, puedes contarme. Aquí voy a estar. Todos tenemos malas rachas, y por tu cara, estás en una de esas. Y puede que, por el embarazo, ahora lo sientas todo más. Es normal, estás más sensible, pero no estás solo. Aunque supongo que no hace la diferencia, debes tener a tu familia apoyándote, y amigos...

Alec se rió, una risa triste. "Si supieras".

—Mi punto es que estoy aquí. No tienes que sentirte solo. No te hace bien —Magnus miró su vientre— ni al bebé.

Mi Peque, pensó Alec, tocando su vientre.

El Peque, se corrigió. Porque no era suyo.

Asintió hacia Magnus. Seguía triste, esa sensación de vacío, ese peso en su pecho, pero definitivamente ayudaba tener a Magnus. Pasó su lengua por sus labios para humedecerlos e intentó aclararse la garganta, eliminar el nudo en ella. Magnus se merecía, al menos, un "Gracias". Un enorme agradecimiento por todo lo que hacía por él.

Pero entonces Magnus comenzó a hablar, como para distraerlo. Le contó de su paciente, Ernesto, la operación había salido bien. Alec no pudo evitar una sonrisa, era el chico con el que había chocado. Había logrado su sueño.

Tal vez él, dentro de algunos años, cuando ya tuviera un empleo y una posición económica estable, si encontrara una pareja, podría formar una familia, tener sus propios hijos. Cumplir su sueño también. Tal vez con alguien como Magnus. O con él, si esto funcionaba...

Iba tan perdido en sus pensamientos que no escuchó el resto de la historia de Magnus ni notó que ya habían llegado hasta que Magnus tocó su mano de nuevo. —Llegamos. Supongo que tienen hambre.

Como si el Peque estuviera de acuerdo, el estómago de Alec gruñó.

Él se ruborizó, pero Magnus sonrió. —Vamos, bebés, tienen que alimentarse aunque sea un mal día.

Alec no tuvo tiempo de reaccionar y preguntar -o preguntarse- si Magnus lo había llamado "bebé", porque su hermoso doctor ya había bajado del auto y estaba rodeándolo para abrirle la puerta y ofrecerle su mano para ayudarlo a bajar.








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Maratón aquí, por fin 🙌
Y en Gen H, Dont touch me, y Si me ves 😌

El silencio del amor (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora