16. Chocolate y silencio

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—¿Mags? —Alec había preguntado.

Catarina lo miró un momento sin comprender, después sonrió un poco. —Perdón, el doctor Bane. Como verás, somos amigos, nosotros dos y otros tantos incluso estudiamos juntos, aunque Mags es de los más jóvenes...

Mags. Alec se había perdido en esa parte... ¿Y si llamara así a Magnus la primera vez que hablara? ¿Se molestaría?

—...en fin, ¿cómo va tu embarazo? ¿has tenido alguna complicación? ¿todavía no ha pasado el primer mes o sí?

Alec negó. —No. Falta poco, pero todavía no.

—¿Entonces? —Catarina se miró preocupada de nuevo, preguntándose si haberlo traído a la cafetería era buena idea o debió insistir en llevarlo a su consultorio.

—Sólo vine a ver a Mag...al doctor Bane...

Lo que sea que fuera a agregar se perdió cuando la chica rubia resopló a su lado.

Catarina alzó la mirada y arqueó una ceja hacia Camille.

Camille sonrió inocentemente. Dejó el café de Catarina y la rebanada de pastel para Alec, mirándolo a detalle, como si quisiera memorizarlo.

Alec tragó, sintiéndose incómodo, sus manos retorciéndose en su regazo. ¿Por qué ella lo veía así?

—Si eres paciente de Mags...

Por alguna razón a Alec le molestó que ella también le llamara así.

—...y él está en la sección de embarazos, principalmente el masculino, ¿tú estás...?

Ella lo dejó así, la frase a medias, obviamente sobreentendida. Los labios de Alec se fruncieron, sin darse cuenta se había ido agachando, tratando de hacerse más pequeño, pasar desapercibido, pero cuando ella lo dijo de ese modo despectivo, como si estar embarazado fuera algo malo, Alec se sentó completamente derecho, alzando su barbilla para encontrarse con aquellos ojos verdes.

Se sostuvo de la mesa, sus nudillos blancos por la fuerza que usaba, la otra se colocó protectoramente sobre su vientre. —Sí. Estoy embarazado.

Lo dijo con voz tal alta y tanto orgullo que varias personas en las mesas cercanas voltearon a verlo.

Alec no los miraba. Sus ojos azules estaban fijos en los de la chica.

Ella sonrió, mirando un poco más allá de Alec. En la entrada estaba Magnus, al lado de dos chicos -que si Alec hubiera estado mirando, sabría eran Ernesto y su pareja, Scott-.

—Entonces —Camille volvió su mirada a Alec cuando vio a Magnus despedirse de su paciente—, ¿estás casado con otro o sólo eres de los que prestan su vientre a cambio de dinero?

—¡Camille! —Catarina gritó, sorprendida y molesta. De todos los lugares del mundo donde alguien podía tener prejuicios contra un embarazo masculino, éste era el último donde debería suceder.

Camille parpadeó inocentemente. —¿Qué? ¿Está prohibido preguntar? Sólo pregunté si es gay o renta su vientre.

Alec bajó la mirada de nuevo y sabía que era su imaginación porque el Peque no se movería hasta dentro de unos meses, pero sintió como si lo hiciera. Tal vez sólo quería recordarle a Alec que estaba ahí, que no había hecho nada malo, y no debía sentirse avergonzado.

Alec sonrió, frotando suavemente su vientre. —Alquilo mi vientre —esta vez no lo gritó, pero tampoco fue un susurro. Camille y Catarina lo escucharon perfectamente.

—Y no hay absolutamente nada de malo en eso, Alexander —Catarina estiró su mano sobre la mesa para dar un apretón a la de Alec—, eres una buena persona al hacerlo. Últimamente no muchas mujeres se prestan, y hay muchas parejas esperando poder tener hijos, además, esto también sirve para mejorar los embarazos masculinos, más parejas podrán tener hijos gracias a esto. Así que no dejes que te hagan sentir mal —ella lo dijo mirando directamente a Camille—, no es nada malo lo que haces.

—¿Qué no es nada malo?

Alec se sobresaltó, dando un salto en su lugar, cuando lo escuchó y sintió su mano sobre su hombro. Su piel, incluso a través de la tela de su suéter, se sentía caliente, el propio cuerpo de Alec reaccionó calentándose y llenándose de electricidad por todas partes, su estómago lleno de mariposas, sintió cómo se ruborizaba al darse cuenta de su reacción exagerada por la sola presencia de Magnus y un toque casual.

—Alquilar vientres —dijo Catarina, poniéndose de pie y señalando a Alec.

—Oh —Magnus creyó entender al menos una parte, su mano se movió hasta la mejilla un poco enrojecida de Alec—. Claro que no, cielo.

—¿Cielo? —aunque Catarina había alzado una ceja, fue Camille quien lo preguntó.

La mano de Magnus bajó, siguiendo la caricia sobre el rostro de Alec antes de apartarla y sacar una silla para sentarse también. —Claro, ¿ya vieron esos ojazos azules?

Catarina se rió y Camille resopló.

—Ya que estás aquí, y supongo que todo está bien con tu otro paciente, volveré con los míos.

Magnus asintió y dijo algo antes de que su amiga se fuera.

—¿Algo más? —Camille preguntó a propósito, esperando que Alec hablara.

Pero éste, aprovechando que Magnus y Catarina estaban hablando, y además tenía hambre y antojo, había tomado un primer gran bocado de su pastel.

Sus ojos se abrieron muy cómicamente mientras intentaba no ahogarse, sus mejillas ruborizadas por la vergüenza ante la mirada divertida de Magnus.

Magnus sonrió, tomando el plato del pastel y ofreciendo su otra mano a Alec. —Creo que vamos a estar en mi consultorio —le dijo a Camille—, manda dos capuchinos por favor. Uno especial porque es para Alec y el Peque.

Alec sonrió tontamente ante eso último.

Siguió disfrutando su pastel mientras caminaban hacia el consultorio de Magnus, ni siquiera pretendía no hablar, sólo estaba disfrutando el momento lleno de chocolate, silencio, y comodidad.

Magnus sonrió con ternura, mirándolo, su ángel silencioso era perfecto.







* * *

Camille molestando, qué raro 😒

🙊 literal sólo Magnus no sabe que Alec no es mudo 😂

Sé el momento exacto en que Alec hablará, ya tengo la escena, pero no les haré el spoiler, quiero que se sorprendan, así que sean pacientes y disfruten 😝

El silencio del amor (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora