30. 100% perfecto para mí

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«¿Beso?»

Magnus definitivamente no había esperado eso. Era evidente por su expresión y sus ojos muy abiertos.

La mano de Alec seguía sobre su pecho, él había sentido su cuerpo tensarse y después relajarse mientras su corazón volvía a latir con normalidad. Tan tranquilo.

¿Eso era bueno?

Ese pecho se movió con las lentas respiraciones de Magnus. Alec sentía la calidez y la dureza del cuerpo de Magnus y empezó a ponerse nervioso cuando los segundos pasaron y él sólo lo miraba en silencio...

¿Se negaría a un beso?

Supo que estaba haciendo un puchero cuando Magnus sonrió. ¿Se estaba burlando de él?

Pero no, Magnus negó y sonrió. Era absurdo cuán profundamente le afectaba Alec, con esos ojos tan azules y expresivos abiertos en una suplica silenciosa -esa palabra- y esos labios gruesos fruncidos en un puchero infantil...

Alec era un ángel, en toda la extensión de la palabra. Alec era tentación pura.

Magnus suspiró y llevó sus manos lentamente, pero sin dudar, hacia Alec, se posaron a ambos lados de su cuello deteniéndolo cuando su ángel comenzaba a retroceder, esas manos se deslizaron hacia su rostro, acariciando con ternura a su paso, una de ellas enmarcó su rostro, mientras la otra se detenía sobre sus labios, su pulgar frotando ese puchero antes de que Magnus se inclinara y lo sustituyera con sus propios labios.

Alec recordaba cada beso.

Desde los primeros en la mejilla como despedida cuando Magnus no sabía que él era su futuro paciente.

Aquel beso, tan fugaz que seguía sin saber si fue real, sobre su vientre todavía plano, él día de la primer ecografía.

El primer beso en los labios, tan inesperado, tan lleno de cariño, tan amoroso cuando Magnus lo protegió de los gritos de Scott -el novio de Ernesto-.

Y después de eso, cada beso delicado en los labios, tan cuidadoso siempre. Porque Magnus era así siempre. Preocupándose por él.

Alec sintió sus ojos cerrados llenarse de lágrimas. A veces sucedía, momentos de claridad como éste -o como cuando notó la inmensidad de Magnus aprendiendo lenguaje de señas por él- que llegaban de forma inesperada.

De repente deseó que Magnus lo besara con más fuerza, que demostrara que lo quería...que todavía lo quería.

Pero Magnus no lo hizo. Se retiró demasiado pronto, sin intentar llegar más allá. A pesar de que quería, de que lo deseaba tanto, pero no era el momento. Había un camino largo que recorrer de nuevo. Después de un suave frotar de labios se retiró, aunque dejó juntas sus frentes.

-Cuando te encontré ese día en el patio, Alexander, hubo algo que me atrajo hasta ti. Desde mi atención, mi mirada yendo hasta ti sin dudar, hasta mi cuerpo, como si fuéramos imanes, como si fuéramos almas gemelas, como si estuviéramos predestinados. Predestinado a suceder esto. No voy a decirte que no me duele, que lo he olvidado, porque sería mentirte, no soy rencoroso, cariño, pero las heridas del corazón tardan en curarse y cerrar. Y aun así no podría decirte que no porque es la primera vez que siento algo así, que sé que si te dejo ir me arrepentiría toda mi vida...

Alec quería mirarlo, ver en sus ojos la verdad de sus palabras, perderse en ese hermoso verde dorado, pero también amaba la piel de Magnus contra la suya, frente a frente, literalmente, amaba su aliento dulce sobre él al hablar tan cerca y el retumbar de su corazón con cada palabra.

-...leí una historia hace poco -le dijo Magnus-. Era un chico que encuentra a la chica perfecta para él, se miran al pasar por una misma calle y piensa que es la chica 100% perfecta para él. No hay exactamente algo que la haga ciertamente "Perfecta", no es demasiado bella físicamente, ni parece tan interesante a simple vista, no usa ropa llamativa, pero él lo siente, para él es perfecta. Pero no se atreve a hablarle y después, mientras le cuenta a su amigo de su encuentro, se pregunta qué pudo haberle dicho y se le ocurre... Eran dos chicos que se encontraron y al instante supieron que eran perfectos para el otro, comenzaron una relación, pero todo parecía tan bueno, tan perfecto, tan fácil, que dudaron y decidieron darse un tiempo y ponerse a prueba; si eran el indicado para el otro, volverían a encontrarse un día. Desgraciadamente, ellos enfermaron después de eso y perdieron la memoria. Y fue así que cuando ellos se encontraron de nuevo, en una misma calle, hubo una chispa de reconocimiento, porque eran perfectos para el otro, pero ésta no llegó a encenderse del todo y no se detuvieron, siguieron su camino...

Alec sintió su ceño fruncirse y sus labios en un puchero mientras se retiraba.

Magnus sonrió y asintió. Ciertamente se entendían sin palabras.

-Lo sé. Triste, ¿no? ¿Y si ese fuera el caso de nuestro protagonista? ¿Si no fuera sólo una historia que se le ocurrió? ¿Si dejó ir a la chica perfecta para él por pensar que si algo está destinado debe suceder tarde o temprano? Creo en el destino, Alexander, en que debía encontrarte, pero aunque duela no voy a dejarte ir porque podrías no volver, podría no volverte a encontrar. Prefiero el largo y tortuoso camino que perderte, porque creo que vale la pena. Podemos hacerlo.

Alec asintió y forzó sólo una palabra: -Podemos.

Llevó una de sus manos hasta tocar sus labios y después la movió hacia el frente, hacia Magnus, como soplándole un beso.

Magnus tardó un momento en darse cuenta que era una de las formas de decir "Gracias".

Se rió al darse cuenta que ambos habían terminado aprendiendo un lenguaje inclusivo.

Magnus levantó entonces un pulgar, el resto de su puño cerrado. Su mano al frente antes de llevarla hacia sus labios, su pulgar rozándolos.

De nada.

Alec sonrió antes de lanzarse hacia adelante sin pensar, en un impulso. Y como en sincronía, Magnus abrió los brazos para él.

-Gracias por creer en nosotros -Alec lo dijo cerca de su cuello, en un susurro tan bajo que Magnus se lo habría perdido de no haber estado tan cerca.

Y cómo no hacerlo, pensó Magnus, si vales la pena, mi ángel. Aunque tardemos, vamos a lograrlo.

Permanecieron un rato así. En silencio. Sólo abrazados, Alec entre sus brazos hasta que éste saltó de repente.

Magnus no tuvo que preguntar. Lo dijo justo cuando Alec llevaba una mano a su vientre: -El Peque.

Alec no dijo nada, sólo asintió, sonriendo contra su cuello. Él ya había encontrado al chico 100% perfecto para él y, destino o no, no iba a dejarlo ir, iba a luchar por él, por su perdón, por su amor.







* * *

Ellos son perfectos para el otro 😭❤ A pesar de las confusiones y los errores, valen la pena. Aunque sea lento el proceso de volver a confiar y enamorarse de nuevo sin mentiras ❤ espero que les siga gustando la historia después de esta "reconciliación".

No esperen borrón y cuenta nueva, es sólo que -como ellos dicen- vale la pena, pero eso no quiere decir que será todo perfecto a partir de ahora 😅

El silencio del amor (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora