En un beso sabrás todo lo que he callado.
(Pablo Neruda)* * *
«Perdóname, por favor, Magnus. No me dejes. Te necesito.»
Magnus había sentido la desesperación de Alec, en su voz, en lo apretado de su agarre alrededor de su hombro, en la humedad contra su piel. Y Magnus mismo lo había abrazado con más fuerza, pegándolo a él, necesitándolo, deseando curar su corazón y el de Alec a la vez.
Isabelle, la hermana de Alec, había desaparecido, dejándolos solos, después de preguntar si él era el padre -que, por cierto, ¿qué?-.
Ahora, estaban frente a frente en la banca de un parque solitario. Alec habría querido llevarlo a su habitación, acurrucarse con él en la cama y pedirle que sintiera al Peque con él, rogar por su perdón... Pero no podía, no podía porque en cualquier momento podía aparecer Jace con alguna imprudencia, o sus padres, o Izzy podía seguir insistiendo...
Además, aunque Alec no se avergonzaba de su familia, le daba algo de pena que Magnus viera su casa. Aunque eso era lo último en lo que Magnus se había fijado, Magnus había tenido sólo ojos y corazón para él. Como desde el principio había sido, el mundo se difuminaba alrededor cuando Alec estaba cerca, dejaba de existir para él.
-Me preocupaste mucho -era lo primero que Magnus decía después de un largo silencio de sólo mirarse.
Alec había sentido su rostro enrojecer ante el escrutinio, su corazón golpeando fuerte en su pecho por cada segundo que pasaba sin palabras -Magnus todavía no respondía a sus súplicas-, pero se había negado a apartar la mirada.
Entonces sí bajó su mirada, por el suspiro y el tono frío de Magnus. Sus labios en un puchero que tenía a Magnus con ganas de tomar su barbilla y acercarlo para borrarlo a besos...
...pero no lo hizo. No podía. No todavía. Debían hablar. Antes se había dejado llevar por la angustia. Lo había abrazado aliviado, pero ahora debían hablar. Ya había sido un mes más de silencio y espacio, con sólo los textos de Alec. Era momento de aclarar las cosas, si podían comenzar de nuevo e intentar arreglarlo o dejar de darle esperanzas a Alec definitivamente.
-Lo siento -Alec susurró apenas y, tal vez inconscientemente, abrazó su vientre. Y Magnus no pudo evitar notar ese gesto. Una de sus cejas se alzó. Era un problema si Alec se encariñaba.
-No lo sientas -el entrelazó sus manos con fuerza, para evitar abrazarlo como quería-, fue sólo que llamaste tal exaltado y...
-¡Es que el Peque se movió! -Alec lo gritó entonces. Volviendo a mirarlo. Sus mejillas se calentaron rápidamente cuando vio los ojos de Magnus abrirse sorprendidos y luego sus labios temblar en una sonrisa. Él mordió los suyos después de tartamudear otro "Lo siento".
-...y después simplemente colgaste -terminó Magnus, odiando cómo su estómago se llenó de mariposas por la reacción de su ángel- y luego había ruidos de fondo, parecían sollozos, y no me respondiste... ¿Tú no... Ah... -por primera vez era Magnus quien parecía nervioso- ...no escuchaste lo que dije?
Alec volvió a mirarlo, curioso, y negó. Mordió sus labios con más fuerza, estaban ya enrojecidos. Magnus usó su pulgar para liberarlos de sus dientes antes de que sangraran y un Alec muy sonrojado casi ronroneó, acercándose más, buscando más contacto. -¿Era importante? -preguntó, en un susurro, hipnotizado por aquellos ojos verde dorado.
Magnus negó.
Sólo decía que te amo, pensó. Que, a pesar de todo, sigo enamorado de ti.
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El silencio del amor (Malec Mpreg)
FanfictionTERMINADA» Alec no es muy hablador, pero tampoco es mudo, entonces, ¿por qué no puede hablar frente a este hermoso hombre de ojos verde dorado?