35. ¿Qué nos estamos haciendo?

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Magnus tenía una sensación extraña en su pecho. Y ni siquiera tuvo que pensarlo dos veces, era Alec.

¿Es posible que incluso un corazón medio roto y en reparación siga conectado al que lo rompió, que nunca dejen de sentirse?

Porque aunque no se habían curado lo suficiente, no pudo evitar que sus manos temblaran cuando tomó su móvil y marcó el número de Alec.

Sonó un par de veces antes de que una voz femenina atendiera con un "-¿Hola?"

Magnus sintió su ceño fruncirse, tan preocupado que incluso olvidó que Alec podría estar en casa y su hermana o su madre estarían contestando. -¿Es el teléfono de Alexander?

-Sí, es el número de Alec...

Entonces, ¿por qué él no contestaba?

-¿Él está bien? ¿Se siente mal? ¿Le pasa algo? ¿Necesita venir a la Clínica o...?

Preguntó tanto a la vez, que ella no llegaba a terminar sus respuestas cuando ya había otra pregunta: -No, él no... No, es sólo vómito... Aunque supongo que tener al padre aquí le haría bien...

Magnus sintió eso como un golpe que lo hubiera dejado sin aire. No podía respirar. Lo había olvidado.

Así que era Isabelle Lightwood. Porque ella creía que él, Magnus, era el padre de su hijo. Ahora lo recordaba. Las palabras de ella durante su encuentro.

Magnus cerró los ojos, intentando respirar, ignorando cómo picaban las lágrimas, presionó el puente de su nariz con fuerza.

Él no tuvo una familia. Nunca. No hasta que sus amigos se volvieron una. Y no deseó formar una propia, no hasta que Alexander Lightwood llegó a su vida.

"Pero no ahora. No cuando todavía estamos buscando el camino correcto y curar nuestras heridas. No cuando hay tanto que aprender del otro. Y no porque el embarazo de Alexander no fue con ese propósito..."

-...disculpa -Isabelle Lightwood seguía hablando cuando los ojos de Magnus se abrieron, empañados por las lágrimas.

¿Qué estaban haciendo mal?

Él sabía. Él sabía y Alec también, que el bebé no era suyo, no era su hijo.

Él le dijo, le aconsejó aquella primera vez, que no fuera insensible. Que aunque sólo había alquilado su vientre, no considerara al bebé un objeto, algo sin sentimientos e inmerecedor de cariño.

Él, igual que Alec, había comenzado a llamarlo el "Peque".

Él no decía nada cuando Alec se emocionaba al sentir al bebé, porque la emoción en su voz hacía sonreír a Magnus tanto que dolía, porque su sonrisa y el brillo de sus ojos azules era tan intenso cuando tomaba tímidamente una mano de Magnus y la llevaba a su vientre. "¿Lo sientes?"

Él había pedido acompañar a Alec a su revisión con Cat porque, aunque no era su hijo, seguía estando embarazado, seguía necesitando apoyo; y Magnus, a pesar de los malos entendidos, era su novio y quería ayudarlo. Ayudarse mutuamente, estar para el otro, conocerse, comenzar de nuevo, seguir adelante y sacar a flote la relación. Quería tomar su mano cuando Alec viera al bebé y...

¡Por Dios! ¿Cómo no se dio cuenta lo que estaba sucediendo?

-Disculpa -la chica al teléfono insistió-, ¿no eres Magnus? Perdona, tal vez me confundí... Yo...

-No. Sí soy Magnus. Soy yo, pero yo no... -"No soy el padre."

No es que a él le importara. Sabía que la familia y el amor no viene con la sangre. Si hubiera conocido a Alec en otras circunstancias y fuera realmente su hijo, él lo seguiría queriendo, él todavía estaría enamorado y deseando lograr una vida juntos.

El silencio del amor (Malec Mpreg)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora