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ꟷAnoche te encontré en el restaurante –comienza Amir, luego de haberse vestido y de haberle dado un sorbo a un té con miel. Desagradable-, me invité a sentarme y hablamos.

ꟷLo recuerdo –asiento mientras devoro una tostada con mermelada, mastico con fuerza imaginando que el pan es su cabeza-, te dije que llamaría a la policía.

Una leve carcajada escapa de sus labios y no puedo evitar sonrojarme, aunque no exista razón alguna. ¿Desde cuándo soy tan tímida?

ꟷLuego mi amigo Bernie trajo la comida y un gran vino. Te embriagaste, me quedé observándote para divertirme un poco... La vida no siempre es tan divertida.

ꟷDeja de divagar.

Chasquea la lengua y toma otro largo y exasperante sorbo.

ꟷComo decía –se aclara la garganta-, te embriagaste. Me rehúse a dejarte sola, te acompañé a la habitación y me pediste que me quedara.

ꟷEso es muy poco probable –contraataco, aunque no estoy muy segura de ello. He hecho cosas bastante locas bajo el efecto del alcohol-. Aun así, todavía no me explicas por qué estaba en ropa interior.

ꟷEsa es mi parte favorita –ríe y le arrojo una servilleta de tela a la cara, impacientada por su resistencia a finalmente contar la parte importante de la historia-. Cuando llegamos, llamé al servicio a la habitación pidiendo un café para ti. No lo tomaste, intentaste pero lo derramaste sobre tu ropa y luego te desnudaste porque estaba muy caliente.

Frunzo el ceño pero no discuto. Eso suena muy como mi yo ebrio.

Ay, mamá... no me envíes a un convento.

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¡Disculpen la tardanza! Espero que hayan tenido una buena semana y les guste el camino que va tomando la historia.



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