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Siento mi estómago rugir por hambre, pese que no hace tanto tiempo he desayunado. Dirijo mi mirada en todas las direcciones buscando algún lugar donde comprar comida. Frente a mí veo una pequeña panadería y no dudo en ir trotando hacia allí.

Compro cuatro amaretti, unas galletas italianas que mi abuela solía hacer que eran una delicia. Coloco una galleta en mi boca y camino la distancia que me separa de la casa de Amir, quien todavía no ha salido.

¿Cuánto tiempo demorará este hombre?

Pronto la puerta se abre y Amir sale por ella, cargando una mochila en su espalda y su pesado cuaderno de dibujo en la mano. Me mira y contiene una sonrisa.

ꟷ¿Qué estás haciendo?

ꟷComiendo –contesto con la boca llena.

Si Valentina me viera en este momento me daría un golpe en la nuca por maleducada. Qué bueno que se encuentra en Boston.

Suelto un largo suspiro que amenaza con dejarme sin aire, sintiendo la pérdida de dos galletas y le paso el paquete de papel madera.

ꟷ¿Es una bomba?

ꟷClaro que no.

Abre la bolsa con desconfianza y luego me mira.

ꟷ¿Una galleta?

ꟷEra lo que mejor lucía allá –señalo la panadería frente a su casa.

Una sonrisa se extiende por su rostro para luego morder la galleta.

ꟷEstá buena.

ꟷ¿Sabes qué? Mejor devuélvemela.

Niega la cabeza y sigue comiendo.

ꟷTienes migas en el cabello.

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¡Hola! ¿Qué tal su fin de semana? Espero que les guste el capítulo y la historia tan bien. ¡Que tengan un bello día!


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