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Chantilly es esa clase lugares que sientes que se han quedado congelados en el tiempo a pesar del avance de la civilización y la tecnología. Sin embargo, en esa hermosa comuna francesa y con Amir a mi lado quejándose del tamaño de mi equipaje me sentía como una muchacha de clase alta del siglo XVIII.

ꟷ¿Iremos caminando?

ꟷAja.

ꟷPero es muy lejos.

Sus ojos se posan en los míos y puedo ver un brillo de diversión en ellos.

ꟷNo sabes dónde queda.

ꟷEs parte de mi monólogo, siempre debo quejarme.

Blanquea sus ojos y sigue caminando, dejándome atrás.

ꟷ¡Te doy cinco euros si llevas mi maleta!

ꟷEstoy llevando tu maleta.

ꟷLa otra.

Sus ojos se posan en el pequeño pero pesado bolso que cargo en mis brazos, repleto de libros y compras frágiles que de romperse lamentaré mucho debido a su precio. Debería dejar de comprar cosas que no puedo pagar.

ꟷBien.

Sonrío animada y tomo la maleta con rueditas que tiene a su lado, luego de entregarle mi bolso.

ꟷ¿Tienes comida?

ꟷNo, tendremos que ir a comprar.

ꟷ¿No se alimentan?

ꟷBasta ya.

ꟷ¿No tienen hambre?

Se detiene una vez más y puedo ver que se encuentra molesto por mi constante parloteo.

ꟷBasta ya.

ꟷTú me invitaste.

ꟷNo me hagas arrepentirme.

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Buenas, gente bella. ¿Amir perderá los nervios junto a Victoria? Pues, ¡quien sabe!

Espero que tengan una bonita semana y disfruten de su día a día.