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Despierto sobresaltada por el sonido de mi móvil. Mi habitación está a oscuras y el reloj marca las dos de la mañana, en definitiva, no pienso contestar. Corto la llamada, aún con el rostro entre las almohadas y me dispongo a dormir nuevamente. Necesito descansar.

Gruño en el mismo instante en que el molesto sonido de una llamada interrumpe el armonioso silencio.

ꟷ¿Si?

ꟷ¿Victoria?

ꟷMmmhm.

ꟷSoy Amir.

Me siento rápidamente en la cama, provocando un leve mareo que ignoro por completo, y miro confundida la pantalla del teléfono. ¿Qué diablos?

ꟷ¿Sucede algo?

ꟷNo.

ꟷ¿Entonces?

Escucho un suspiro del otro lado de la línea y algunas voces que no reconozco.

ꟷMañana me voy de Roma, y Leo y mis amigos quieren saber si quieres unirte a nuestro viaje.

Frunzo el ceño, ¿qué? Mucha información confusa para ser tan tarde.

ꟷ¿Por qué?

ꟷLes agradas.

ꟷ¿Y a ti no?

Definitivamente necesito descansar.

ꟷSí.

ꟷBien.

ꟷ¿Vendrás?

ꟷNo, tengo programado mi viaje.

Siento el silencio volver a apoderarse de la habitación y por un momento creo que Amir ha cortado la llamada pero mi móvil sigue marcando los segundos de la misma.

ꟷEspero que disfrutes tu viaje.

ꟷGracias, tú igual, Amir.

ꟷHasta otra vida.

La llamada finalmente finaliza y una sensación de inquietud se hace dueña de mi organismo.

He hecho lo correcto me repito mil veces antes de quedar dormida y otras más por los siguientes días que paso en Roma

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