Un Gran Cambio IV.

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Me siento completamente desnuda, desprotegida. El profesor no me mira, lleva la mirada al frente sin parpadear.

― Puede dejarme en la esquina de la escuela, yo puedo llegar a mi casa sin problema. ― miento, intentando romper la delgada linea del silencio.

― Definitivamente eso no pasará, te iré a dejar hasta tu casa.

― No sabes dónde vivo ― razóno que acabo de hablarle de tú. ― disculpe... profesor Istvan.

El me mira un momento, sus ojos son enormes y hermosos. Pero no están rojos como todos sus demás amigos en la despedida.

― Después de esto no sé como deberías llamarme. ― ríe.

Finjo una sonrisa y nota que comienza a incomodarme.

― Llamame Bill. ― su tono suena serio.

― No sabía que tenía dos nombres profesor.

― No se lo menciones a tus compañeros.

Al detenerse en la esquina de mi calle, el observa un momento el lugar donde vivo, su expresión es cálida, pero no puedo hacerme una idea de lo que puede estar pensando ahora mismo.

― Gracias por traerme prof... ― me detengo ― Bill. ― entre sonrío.

Pero antes de que pueda abrir la puerta él comienza hablar.

― No fue nada, pero quería preguntarte si quisieras que pasara por ti a partir de mañana.

Lo miro confundida.

― No me mal entiendas, pero en el trayecto del camino me di cuenta que vives muy lejos de donde queda la escuela.

― La oferta parece tentadora, pero me gusta ir en transporte. ― digo con sinceridad.

― De acuerdo, qué pases buenas noches...

― Si, igual tú Bill. ― sonrío para mostrarle mi gratitud y comprensión después de lo que acaba de saber a que me dedico.

A la mañana siguiente me levanto mas temprano de lo habitual, me visto con unos leggins, me pongo un top en lugar de un brassier, me cubro con un suéter y me hago una coleta en el cabello. Me pongo mis audífonos y mientras corro por la fría mañana de New Orleans el reproductor comienza a sonar con algo de Lily Allen. Corro hasta el Museo Bélico, y decido que es buen momento para regresar a mi departamento.

Llegando me preparo un licuado, enciendo la radio, y abro la regadera. Comienzo a desvestirme cuando escucho que alguien llama a la puerta, decido no abrir, y entrar a la ducha. Al salir de la ducha vuelvo a escuchar el timbre, pero me resulta imposible que alguien venga a visitarme, ni siquiera saben mi dirección...
<<oh mierda>> puede que el profesor Istvan sea el que está al otro lado de la puerta.

Me pongo una bata y comienzo a aproximarme poco a poco a la puerta, miro por la mirilla, al ver quien se esconde del otro lado de la puerta, me desilusiona saber que no es Bill, es mi madre.

Quito los candados que la protegen y decido abrirla.

― Hola mamá ¿Qué haces aquí? ― fingo sorpresa, sé a que ha venido aquí, a pedirme dinero. ― Pasa.

― ¿Cómo te ha ido hija? ― dice mientras observa detalladamente mi departamento.

― Me ha ido bien ¿y a ti, quieres una taza de té, café o solo un vaso de agua?

― Solo café, gracias.

Termino de bañarme, mi mamá aun sigue en la sala, solo estoy esperando el momento en que me pida dinero.

One Shots | Bill Skarsgård Donde viven las historias. Descúbrelo ahora