Me despedí de Arimas con la escusa de que iba a buscar a Blanca, pero solo queria alejarme de él. Fue pura casualidad que de verdad me encontrara a Blanca.
-Carter, hola ¿qué tal? -me dice muy sonriente.
-White, amor mio. Te he echado mucho de menos -nos abrazamos con cariño y ella me revuelve el pelo.
-Sigues llamándome White, qué tonto.
-¡Pues claro! Es que eres Blanca, vamos, White, y yo soy Blue, y Toño es Red y Arimas es Black.
Se rió suavemente. Como siempre, su risa era clara y cristalina como un arroyo.
-Menudos nombres. Y por cierto, ahora que lo mencionas, ¿cómo vas con lo de Arimas? -oh oh, tema tabú. -Me lo crucé un par de veces estas vacaciones y joder, no se puede negar que el tío cada vez es más guapo.
Me puse tenso cuando oí a Blanca alabar a Black.
-¿Ah sí? Pues fijate, este año me ha tocado con él en clase.
-¿En serio? -me miraba con los ojos como platos -¿y qué vas a hacer? Ay cariño, esta podría ser tu gran oportunidad...
-¿Oportunidad de qué Blanca? -bajé la cabeza inconscientemente, intentando evitar su mirada. Pero ella lo sabía, me conocía lo suficiente cómo para entender la situación. Intenté escaquearme. -No hay nada que hacer White, Black es un buen tio, muy buen amigo. Siempre a su bola, es como si no le importase lo que ocurra a su alrededor, por eso ... por eso...
-¿Por eso te vas a callar otra vez Iván? -murmuró Blanca con seriedad.
Mierda, de una manera u otra habíamos terminado hablando en serio. No habia nadie alrededor que nos pudiera escuchar. Ella me miraba fijamente con sus ojos claros y puros como cristales y cuanto más intentaba ocultarme, más intensa se volvía su mirada.
Desistí. No podía contra White y ella lo sabia. Acabé sincerandome.
-¿Qué quieres que haga Blanca? No hay nada que pueda hacer. ¿Sabes de qué me he enterado? Este verano quedé con Matt y unas chicas de este insti, y de alguna manera terminamos mencionando a Arimas. ¿Y sabes qué era lo que más oía? "Woo, Arimas está buenísimo" "¿Os habéis fijado qué mofletones que tiene?" "Ese es la clase de tío con el qué pasaría toda la noche", y más comentarios de esos. Pero lo que de verdad me hizo desistir, fue lo que dijo al final una de las tías, que "Arimas es super guapo y majísimo, pero es imposible que alguna chica consiga algo con él, porque él es demasiado para ninguna".
Blanca me miraba espectante.
-¿Cómo voy a conseguir nada si ni siquiera esas tías pueden? ¿Qué voy a conseguir si cada vez que abro la boca estando cerca suya acabo metiendonos en un lío? Y es que tienen razón. Él es simpático con todos, incluso cuando te vacila consigue que le cojas cariño y mucha confianza y aprecio, pero no puede entregarse solo a una persona. Es más, en todo el tiempo que llevo conociéndole, nunca le he oido mencionar algo cómo "me mola alguien" o "tengo pareja". Es como si no le interesase esas cosas, y por eso, no se da cuenta de que es un mojabragas y que los que le rodean pierden la cabeza por él.
Hablar de esto hacía que me doliera el pecho. Me estresaban estos sentimientos y también me confundian. No queria sentir, pero no podia evitarlo.
Noté la mirada penetrante de White. Sin duda ella conocía mis sentimientos, y nunca me habia juzgado mal ni había hecho comentarios ofensivos. Me apoyaba pasase lo que pasase. Pero siempre que hablaba con ella sobre esto lo hacía por whatsapp, porque así me resultaba más facíl y menos vergonzoso; por eso el gesto de a continuación me pilló totalmente por sorpresa.
Sentí unos cálidos brazos rodeándome con cariño, y unas palabras dulces producidas por una voz suave como la seda deslizándose por mis oídos.
No puse resistencia y dejé caer la cabeza sobre su hombro.
-Shhh, tranquilo. Relajate.
Respiré hondo. Fue entonces cuando sentí las lágrimas correr por mis mejillas. <<Mierda, no llores subnormal. Sabias esto desde el principio. Así que asumelo y deja de llorar. Seré su amigo, como siempre. Eso me basta>>.
◇◆
Ya me había tranquilizado cuándo salimos al patio. Nadie podria imaginar nunca lo que acababa de pasar. Nadie jamás descubriría quién era la persona que había robado la llave de mi corazón. Por qué ni siquiera yo estaba seguro del todo.
Estaba intentando sonreír y preparando unos cuantos chistes para encontrarme con todos cuando ví que había un montón de gente parada en el sitio en el que soliamos estar.
Me metí con cierto esfuerzo entre la multitud y desde atrás Blanca me seguia. Cuando llegué al centro de la muchedumbre, distinguí a Arimas con cara de lelo pasmado, a Lex con pintas de muy mala hostia y a una chica con cara de huevo y mirada asesina. Me acerqué con mi buen rollito, no creía que el asunto fuera con los otakus, pero algo en el ambiente me decia que sí. De repente una chica se lanza a abrazarme y me suelta que Black la ha metido mano.
Me quedo pillado. Sí que es cierto que Arimas es un tanto pervertido y como buen otaku, habla de hentai y sus derivados siempre que puede. Pero de eso a tocar los pechos de una desconocida de su mismo instituto...
Le miro buscando una respuesta y la encuentro. El tío tiene cara de "tron, estoy flipando en colorines del arcoiris celta". Algo en mi corazón se relaja y siento un gran alivio. Sonrío y reconozco a la chica que me abraza. Se llama Nataly Ortíz y es una perra de cuidado. Salí con ella una semana y me arrepiento profundamente.
Algo en mi cabeza comienza a funcionar y se me ocurre una idea. De la nada comienzo a llamar facilona a Naty y ésta, como pensaba, se aleja de mi.
Me mira con odio, pero mira a Arimas con más odio aún. Eso me divierte y me irrita a la vez así que decido llevar la diversión a otro nivel.
-Es imposible que Arimas te haya tocado -mientras digo esto me acerco lentamente a él sin apartar un ojo de la expresión de Nataly -Arimas solo me toca a mí.
Solo tenía la intención de acercarme un poco a su rostro y ponerla celosa, pero cuando aparté la mirada de Nataly y me giré para dar más dramatismo a la escena, cuando noté su cálido aliento en mi cara, su morena piel tan cerca de la mía, su tremendo cuerpo a escasos centímetros del mio y sus ojos, tan negros y misteriosos como el mar embravecido, algo en mí se descolocó. Tal vez la cordura, tal vez la vergüenza, no importaba. Mi subconsciente sabía qué era lo que había perdido y había vuelto a encontrar. Me dejé llevar, inconscientemente. Coloqué mi mano en su nuca, y sin vacilar, lo atraje hacia mis labios.
<<Maldita sea, después de todo, es él quién tiene la llave de mi corazón>>.