Había besado a Jhon. Estaba besando a Jhon.
Por un momento disfruté de aquel beso. El roce de sus labios era algo sin igual. El calor, la electricidad, lo carnosos que eran. Quería más. Sentí un irrefrenable deseo de que me cogiera, me rodeara con sus musculosos y morenos brazos y se fundiera conmigo en un mismo ser.
Pero no.
Volví a la realidad de golpe.
Estaba besando a uno de mis mejores amigos, alguien con quien habia vivido miles de historias, cada cual más extraña y divertida, la persona de la que llevaba enamorado 2 años en secreto.
Creí que era lo suficientemente fuerte para frenar mis sentimientos, pero obviamente no era así. <<Que idiota soy, pero...>>.
Me separé de él lentamente. Sentí cómo su cuerpo estaba rígido, sus ojos abiertos al máximo y su mirada sorprendida e interrogante.
Tenía que escaquearme de aquello cómo fuera. Mi cerebro se recuperaba del estado de extasís y empezaba a trabajar a toda marcha. Había besado a Black, y ello sin duda nos acarrearía muchos problemas. Me metí tres hostias mentales por haber hecho semejante estúpidez. <<Muy bien Carter, primero haces que le pongan un parte y ahora le arruinas el resto de año escolar. Menos mal que te gusta tío. ¿Cuándo vas dejar de meter la pata joder?>>.
Decidí seguir con el anterior juego. Me daba bastante igual lo que la gente pensara de mi, pero no queria meter en más líos a Black.
Miré a los ojos de la chica que nos observaba con cara de asco infinito. Sin duda la había cagado al besar a Jhon.
-Maricones de mierda... ¡SOIS UNOS MARICONES DE MIERDA! -chilló de pronto Nataly.
-Uy si, pues estuviste saliendo con un maricón de mierda -respondí con mi voz más melosa y asquerosa posible.
-Me dais asco. Que asco, pensar que te besé y que me enamoré de ti. De un mariquita -su voz destilaba tal desprecio que incluso me intimidó. -Esto no va a quedar así. Tú negro-señaló a Jhon-vas a arrepentirte de haberme tocado y a ti -ahora me señaló a mi-te las voy a hacer pagar todas, por haberme humillado de esta manera, mariquitas de mierda.
Y se fue, seguida de sus amigas. Al final el grupo de curiosos que nos rodeaban se dispersó y el timbre sonó anunciando el final del recreo. No me moví de donde estaba. No tenía fuerzas, ni suficiente valor para darme la vuelta y encontrarme con las miradas de mis amigos.
Noté cómo Arimas daba media vuelta y se alejaba de nosotros sin decir una palabra, sin mirarme ni despedirse siquiera. Miré fijamente al suelo y sentí una presencia junto a mi y unos brazos de porcelana posandose en mis hombros e infundandome ánimos.
Pero era imposible que ahora pudiera animarme. Lo habia echado todo a perder.
-Blanca, ¿qué he hecho?
¤¤¤¤¤
Black Cat~
Me había besado. Y para colmo delante de medio instituto.
Miré por la ventana. El sol brillaba con demasiada intensidad. Todo era demasiado claro y nítido. Sentí envidia. ¿Por qué mi cabeza no podia ser así de luminosa y clara?
Me enfurruñé aún más. Estaba en clase de lengua y una mujer con pinta de travesti nos explicaba qué hariamos este año y cómo se iba a repartir el temario.
Me daba muy igual lo que dijese esa mujer; tenía otras cosas en mente.
Como lo que acababa de ocurrir en el recreo.
Carter me había besado.
Recordé el momento. La sorpresa que me supuso, el contacto de sus labios, su respiración tranquila, su pelo azul mezclándose con el mio. Inconscientemente me llevé la mano a los labios. ¿Qué es lo que había sentido yo respecto al beso?
Estaba confundido.
No era la primera vez que besaba a un hombre, habia unos cuantos en mi lista de ligues, al igual que mujeres. Pero de aquello pasó hace mucho.
El contacto con el peliazul ¿me había gustado? No podia decir que me habia vuelto loco de júbilo, pero tampoco habia sido extremadamente desagradable. Me enfurruñé aún más. No me gustaba sentirme tan confuso y sin respuestas a mis sentimientos.
Miré a mi alrededor y no vi al gatito azul por ninguna parte.
<<¿Se va a saltar las clases?>>.
Desde luego, yo estaba sopesando la opción de largarme ya a casa. Después de todo sabia a qué clase iba y no empezariamos de verdad con el temario hasta dentro de una semana.
Miré de nuevo por la ventana.
Como odiaba el buen tiempo.
¤¤¤¤¤
Brown Cat.
Conclusiones del primer dia de clase: la gente de este pueblo es muy estúpida. Hay un chico negro muy majo y raro al que me han dicho vía bolita de papel que no me acerque.
A pesar de mis negativas me he visto obligado a socializar, gracias a ello en educación física no me he quedado mas solo que la una. La chica que se ha autoproclamado amiga mia se llama Andrea de la Cruz.
Observaciones sobre Andrea:
Es muy simpática, no se puede negar.
Es la chica que vi junto a Arimas esta mañana.
Es muy guapa pese a su cara llena de granos y tiene un pelo muy bonito.
Siempre está hablando. De cualquier cosa, no para quieta.
Es otaku.
Siempre sonríe.
Suspiro por quinta vez. El día había sido bochornoso. Tuve que soportar la presión social de todos mis compañeros de clase y su estúpida curiosidad hacia el chico nuevo. En cuanto Pepe se distrajo hablando sobre sus hijas tres cuartos de la clase se abalanzó sobre mi y me fusilaron a preguntas.
Intenté responder a las máximas preguntas posibles con la mínima información posible, pero en más de una ocasión tuve que responder cortante.
El día transcurrió aburrido. Andrea prácticamente me arrastraba y no me dejaba hablar. Lo único "interesante" fue en el recreo, que hubo un conflicto. Al parecer un chico le había tocado descaradamente las tetas a una tia y ésta habia un pollo.
Pero me daba bastante igual. Las mierdas de tios pervertidos me traian sin cuidado.
Sin embargo, Andrea se puso tensa cuando un grupito de chicas vinieron a chismorrear con ella. Por su cara se podia deducir que conocía a los causantes de los conflictos.
Miré la cara de mi nueva amiga. Parecía preocupada y yo queria, de alguna manera ayudarla como ella me había ayudado hoy a mi, pero me faltaba valor para preguntarle algo.
No lo hice. Acababa de conocer a aquella chica y tampoco queria implicarme de tal manera.
Sí, no debía implicarme sentimentalmente con nadie. Tenía fe de que si mi madre no decidía irse ahora, lo decidiría cuando terminase el curso. Solo debía esperar nueve meses, entonces me marcharía de este lugar y recuperaria mi vida. Total, en este pueblo no había nada que llamara mi atención, nada que me retuviera. Y mientras siguiera siendo así, yo seguiria siendo libre.
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