13. *Inserte titulo molón que tenga algo que ver con el cap*

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-Anda, nos volvemos a ver Mike.
Tenía el corazón en un puño. No conseguía moverme, tan solo me quedé encogido mirando los enormes ojos negros que me observaban desde arriba.
Sentí que el mundo se detenía. Lo único que me devolvió a la realidad fueron los gritos histéricos de la encargada de la biblioteca y una rápida mueca de dolor que cruzó en la cara de Arimas.
Reaccioné de inmediato.
-¡Ostras, joder, ¿estás bien?!-hice ademán de levantarme y él se apartó para dejarme espacio. Me puse de pie y le miré con gravedad.

Se rió de mi gesto y no supe cómo tomarmelo. -Sí, no te preocupes, estoy bien-dijo, auque al sonreir su gesto cambió fugazmente a una mueca de dolor.

¿Acaso era tonto? Se le había caído encima una caja llena de libros en la espalda. No podia estar tal cual. ¿Acaso creía que me iba a tragar esa bola?

-¿Pero me quereis decir qué ha pasado aquí?-Marta estaba indignada porque nadie le hacía caso.

-Nada Marta, Mike se ha resbalado con una hoja y casi se le cae una caja encima-contestó Arimas.

-¿Mike?-Arimas me señaló y Marta frunció el ceño para más tarde encogerse de hombros.-Pero, ¿estás bien Steffan? ¿No te has hecho daño con la caja?

-¿Eh? No, no. Arimas se interpuso y me protegió del golpe.

Marta se giró sorprendida y preocupada.-¿De verdad?¿Estás bien Jhon?

-Sí, si Marta. No es nada. Luego si eso bajo a la enfermería a que me echen un vistazo, si te hace sentir mejor. 

-Ay por favor, si, baja, no vaya a ser que sea ago grave.

El chaval se rió energicamente cambiando el ambiente y dejó las cajas que llevaba encima hasta el mostrador de la biblioteca. Las dejó y se estiró tranquilamente.

-Bueno prof, yo ya he terminado con lo mio.

Marta soltó una exclamación.

-¿Ya? Pero si tenías trabajo para tres días.

-¿Tres dias? Pues era bastante fácil. Trabajo rápido cuando estoy solo o es interesante.

Marta no pudo evitar una sonrisa de oreja a oreja.

-Fantástico. Entonces si quieres te puedes marchar al recreo. Faltan 10 minutos.

Arimas sonrió, aunque parecía dubitativo. Se giró hacia mi.

-Mike, ¿te vienes?

Me sorprendí. ¿Yo?¿Para qué iba a ir con el? De todas formas no podía. Aún me quedaba trabajo y algo me decía que hoy no lo iba a terminar.

-No, lo siento, no puedo. Aún tengo mucho trabajo por terminar.

Me miró un poco decepcionado, pero enseguida volvió a sonreír. 

-Bueno, pues entonces te ayudaré. 

Puse cara de idiota, lo sé, tenía que ponerla. Marta cruzó los brazos y se adentró entre las montañas de libros.

Ahí estaba yo, incómodo, con un tio enorme que no paraba de hablar sobre cosas sin sentido. Realmente no entendía el interés que tenía por mi.

En un momento dado me quedé mirándole fijamente. Observé sus facciones con detenimiento. Tenía una piel morena preciosa. Sus ojos eran negros como el carbón, tenía ojeras, aunque me resultó un poco extraño porque la gente de color normalmete no se le notaban las ojeras. Sus labios eran rojos y carnosos, y tenía un lunar en la mejilla izquierda. En conjunto era muy guapo, aunque perecía cansado. Se dió cuenta de que le estaba mirando como un lelo. Me devolvió la mirada y me sonrió.

Diario de un Gato NegroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora