Algo en concreto.

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No sé cómo comenzar un texto. Debe ser algo demasiado fácil para algunos, incluso para mí cuando sé bien lo que quiero decir pero ahora estoy como en blanco y al mismo tiempo con unas ganas horribles de vomitar palabras, pero nada sale o nada que me guste demasiado.

El otro día pensaba en qué sería morir ahogado, agregando que debe ser la peor muerte, luego sumé que también morir quemado, asfixiado y no sé qué más. Mi hermana me escuchaba atenta, después ella habló y yo le prestaba atención sin querer o mejor dicho: ignorando lo que sus micro-expresiones faciales y corporales querían decir. Es algo que no quiero hacer con mi familia, porque a veces es bastante feo darse cuenta lo que al otro le pasa y que este no te pida ayuda, y vos no podes ofrecérsela ni mucho menos. 

Vi varios mensajes tuyos y me sentí bien al no responderte, es que pasan tantas cosas por mi cabeza y el grado de importancia que tenías bajó a menos diez, está bien, en algún momento debía pasar. Será gracioso pero a cada chico nuevo que conozco le encuentro un poco de vos, y también dejo que ellos me lastimen sin siquiera conocerlos. Seguro que a ellos les molestan actitudes mías, estoy empezando a decir lo que pienso ¿che, sabes que acá es verano y odio salir al sol? Bueno, decir las cosas de una manera acorde a con quién estoy. La cuestión es el cómo, la manera de decir algo, ahí erradica todo.

Hace bastante frío, leí estados de un chico y supongo que pienso que son para mí porque todavía me hace falta resolver demasiadas cosas. Al que se fue, le comenté que escribía mucho pero nunca le dije sobre mis novelas, es que a veces creo que son un poco privadas para que chicos como él las lean.

Quiero trabajar y tengo miedo.

Quiero ir a fiestas y no tengo dinero.

Los días siguen pasando, estoy haciendo aunque sea un poco, pero hago, hago y escribo, escribo mucho aunque un poco de temor me da que los otros lo lean y sepan más de lo que me está pasando, de lo que me estoy haciendo.

Pensaba y me preguntaba cómo será vivir sola, me lo critican mucho porque dicen que no sé hacer nada, o que no quiero hacer nada. Yo me río, y al final, es algo que deben resolver y hablar con ellas mismas. Yo puedo dormir sola, ah, sí, salvo mi perro que está siempre pero él se va a ir y llegará el día en que supere el no tenerlo, supere su no existir en ese presente.

Vi cómo huyen los gatos ante el miedo, un ruido o una persona. Son así de rápidos porque cuando volteas a mirar su lugar habitual, ya no están. Desaparecieron o hasta incluso es como si nunca estuvieron ahí. Qué raro, los bigotes de uno me hacen reír y ese es el que más calor tiene porque es peludo pero vive en el sol, quién lo entenderá.

Hay momentos en que no me siento yo, me siento rara o distraída y en mi mente pasa algo parecido a la huida de los gatos ante el miedo, seguro que soy así, siempre huir aunque por el momento me quedo sentada porque me gusta estar abrigada.

Hace sol y tengo medias, él me dice que hace calor para dormir abrazados y yo me estoy enamorando porque deseo sus labios.

Y al final me termino yendo o termino queriendo hacerle creer como si nunca hubiera estado, como si no existiría en su vida, porque me escondo o huyo de la mía.

Pará, ¿vos me entendés? Porque me refiero a algo en concreto. Porque simplemente, a veces, dejamos de ser. Y nos vamos a volar en alguna parte de nuestro cerebro, creyendo que todo va bien pero las cosas se van a quedar allí y al final lloramos porque no hicimos nada y el mundo sigue quieto al ver que me quedo sentada, y no grito y ellas sufren, porque todos callamos, todos dejamos de existir, de ser nosotros mismos.

Esto parece sin sentido aunque me doy cuenta que me siento más liberada, soltar suspiros diciendo lo que más oculto es bueno. No quiero mentirme más, empecé a decirme la verdad de las cosas a mí misma, empecé a aceptar mi verdad, de ahí es más fácil cambiarla un poco, agregando o quitando lo que quiera.

No sé, siento como que alejo a todos, o que todos ellos se quieren alejar de mí.

Al final de cuentas es casi lo mismo, supongo.

Me río, escribo, pienso y siento mis dedos acalambrados.

Miro al techo y por último me pregunto: ¿cuántas palabras escribí en mi vida? ¿Hay algo más? ¿A mí también me gustaría vivir en otro lugar? ¿Tengo miedo? ¿Estoy aquí? ¿Por qué a veces desprecio tanto el sol y me termino aburriendo del frío? 

Ausencia repentina©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora