∂éנαмє ιя -Sebastián Yatra-.

veintiuno

Hacer las cosas con amor

Las vacaciones habían acabado y la realidad los había golpeado en sus narices. Era hora de saber la verdad y nada más que la verdad

—Esta bien, gracias doc —murmuró Millie

—¿Que sucedió? —pregunto Sebas entrando a la cocina

—Era el doctor Tepper, dice a la tarde nos espera en el hospital Mount Sinai

—No es tan lejos de aquí —murmuró Sebas y Millie asintió —Yo se que tienes miedo

—Tú también

—Si, pero yo debo ser el fuerte aquí —comento y ella lo abrazo

—Vamos a ser fuerte los dos ¿Si? Y si tú caes, yo estaré ahí y si yo caígo, se que tú estaras ahí, nos mantendremos fuertes, como siempre mi amor

—Te amo, jamás me cansaré de decirtelo —la beso y fue a terminar de preparar un jugó de naranja—Millie...

—¿Que paso bebé?

—Tú.. Tú... Bueno, yo soy nuevo en todo esto pero

—¿Cual es tu duda amor? —pregunto la rubia  interrumpiéndolo

—¿De cuantos meses estas? —pregunto él y se puso todo rojo —No debes tener ni dos meses

—Bueno, no lo sé, los últimos meses me estuvo viniendo bien, pero.. —ella se quedo callada —Esta panza es la misma que tenía cuando estaba embarazada de Aidan

—Pero... ¿Cuantos meses tenías?

—Como seis —susurro ella y abrió los ojos

—Pero... ¿Tenías antojos? Porque tu no los has tenido y eso me llama la atención —susurró él delicadamente y nego con la cabeza —No. ¿Sabes que?. Dejaremos que el doctor Tepper nos diga todo

Millie sonrió y comió una naranja

—¿Ya le has comentado algo a tu mamá?

—Pues, no y me siento mal por eso pero realmente quiero estar seguro de todo —susurró él y el teléfono sonó Maria Adelaida Giraldo

—Ahí esta, obra del destino —sonrió Millie comiendo la naranja y yendo al dormitorio. Sebas suspiro más de tres veces y atendió

—Hola mi niño. ¿Como es que andas tú? —pregunto la mujer sonriendo del otro lado —Yo aquí extrañandote y tú sin llamarme. No Sebitas, yo se que estas muy ocupado pero tampoco para que no me levantes el teléfono mi amor. ¿Que cosas son esas?

La mujer tenía ese hermoso acento colombiano que tanto Seba extrañaba.

—Hola mami, ya te iba a llamar

—¿Ah si? ¿Según tú cuando? —contesto la mujer muy enojada

—Ya mami, perdón. Yo se que estuve mal, prometo llamarte más seguido —comento él adquiriendo también la tonada colombiana —Solo que ando con unos problemas que me gustaría que lo habláramos los dos, vos me entendes.