Fictober 2018

08.- Otoño

Meitantei Conan y sus personajes son propiedad de Aoyama Gosho.

Género: amistad.
Ráting: +13
Personajes: Mouri Ran, Kudo Shinichi
Palabras: 428.

08.- Otoño

El suelo del colegio estaba lleno de hojas secas y doradas, Ran pateó uno de los montoncitos, que alguien se había tomado la molestia de recoger a un lado, esparciéndolas por todos lados riendo. Jugar con las hojas era una de las cosas que más le gustaba. Cogió un puñado y las lanzó al aire.

—¿Qué haces, Ran?

La niña se giró sonriendo, con las mejillas teñidas de rojo por la risa y el viento fresco del otoño.

—¡Shinchi! ¡Te esperaba! Volvamos juntos a casa.

Él entrecerró los ojos, le había dicho tantas veces que no le esperase que había perdido la cuenta, los entrenamientos de fútbol acostumbraban a alargarse antes del torneo interescolar y nunca se sabía cuándo podían acabar.

—Tonta, te he dicho que no me esperases. Tendrías que haber vuelto con Sonoko.

—Pero... quería esperarte.

Shinichi suspiró, era muy tozuda, seguro que al llegar a casa sus padres los reñirían, a él por llevarla tan tarde y a ella por no volver directa a casa.

—¿Sabes qué, Shinichi?

—¿Qué?

Shinichi le ofreció la mano y ella se la tomó sin dudarlo, emprendieron el camino de vuelta a casa.

—El domingo papá y mamá me llevarán a la montaña, asaremos castañas y haremos boniatos —dijo toda emocionada, a parte de las hojas secas, le encantaban los productos de otoño–. Mamá me ha dicho que puedo invitaros a ti y a Sonoko si quiero. Sonoko ha dicho que vendría, ¿vendrás tú también?

—¿En la montaña? Pero también puede hacerse en casa.

—¡Pero es más divertido en la montaña! Venga, ¡di que sí!

Shinicho miró a su pequeña amiga, se la veía tan emocionada y feliz.

Su corazón dio un latido diferente, como fuera de ritmo, y de pronto, Ran, le pareció el ser más mágico del mundo, sus mejillas rojas, sus ojos brillantes, su cara redondeada, la lluvia de hojas dorada a su espalda... sintió como la cara se le encendía, igual que si hubiese estado corriendo durante horas.

—¡Shinichi! ¡Te has puesto todo rojo! ¿Es que tienes fiebre?

—¿Qué? No, no, estoy bien —rezongó él avergonzado.

—Estate quieto —le pidió ella soltándole la mano, se quitó el pañuelo fino de color amarillo que llevaba alrededor del cuello y se lo puso a él—, si te enfermas no podrás venir.

—Te digo que no estoy enfermo.

—Entonces ¿vendrás?

—Está bien, pesada, iré.

Ran rió feliz deseando que el domingo llegase pronto para poder disfrutar con sus amigos.

Pero Shinichi no fue, a la mañana siguiente tenía tanta fiebre que pasó una semana en la cama.

Fin