Fictober 2018

18.- Cita a ciegas

Meitantei Conan y sus personajes son propiedad de Aoyama Gosho.

Género: amistad.
Ráting: +16
Personajes: Haibara Ai / Miyano Shiho, Tsuburaya Mitsuhiko.
Palabras: 533.

18.- Cita a ciegas

Repicó con los dedos sobre la superficie de madera de la mesa, ¿por qué se había dejado liar para hacer aquello? Era ridículo y contraproducente, de las citas a ciegas nunca salía nada bueno.

"Es una chica muy guapa" le había dicho su compañero de piso "ya verás cómo te gustará", y allí esta, esperando a aquella "chica muy guapa" que parecía haber perdido el reloj, si es que alguna vez había tenido uno.

Cogió la rosa amarilla de encima de la mesa, la señal que había acordado su compañero con la chica poco puntual, y la hizo girar entre los dedos. ¿Tras cuánto rato se podía confirmar que te habían dado plantón? ¿una hora y media era tiempo suficiente como para afirmarlo?

Desbloqueó el teléfono móvil para enviar un mensaje a su compañero: hago oficial que me han plantado. Podría aprovechar que estaba allí para cenar, aunque él no acostumbraba nunca a ir a sitios elegantes como aquel, podía concederse el capricho, por un día no pasaba nada.

El móvil tintineó, la pantalla encendida mostraba un: no lo han hecho.

—Perdona, se suponía que tenía que estar fuera.

—¿Fuera? —preguntó girándose para ver a quien le había hablado, la voz le sonaba—. ¿Haibara?

—Mitsuhiko...

—V-vaya que sorpresa, no sabía que eras amiga de Hondo.

Estaba sorprendido. Haibara había desaparecido de la noche a la mañana sin dejar rastro, como si nunca hubiese existido, ni un adiós, ni un triste post-it despidiéndose.

—¿Puedo sentarme?

Él se levantó de golpe haciendo un gesto con la mano hacia la silla vacía.

—Por favor, siéntate, faltaría más. ¿Qué haces aquí?

—Lo mismo que tú, diría —contestó, él sintió ganas de golpearse a sí mismo por hacer una pregunta tan estúpida como esa—. Aunque supongo que lo que quieres saber es qué hago aquí otra vez.

—Sí, eso.

Haibara sonrió.

—He vuelto a Beika, me marché para ir a estudiar a Londres.

—Pero... ni siquiera te despediste, pensaba que quizá te había pasado algo.

—¿Y qué se supone que me tenía que pasar?

Ella conocía la respuesta a su propia pregunta. Se había marchado cuando empezó a parecerse a Sherry, se había escondido hasta que el peligro había acabado definitivamente, porque él ya no respiraba.

—Mujer, podías haber dejado ni que fuese una nota, ¿no?

—Mitsuhiko, aunque la hubiese dejado no habría cambiado nada, era una decisión que tenía que tomar, si lo hubiese hecho diferente habría sido más difícil.

Porque él le habría preguntado por qué y ella no se lo podía explicar.

—Pero, aún y así...

—¿Qué bebes? —preguntó señalando la botella en la cubitera, tenía que cambiar de tema, remover todo aquello no traería nada bueno—. ¿Es vino?

—Jerez, ¿te gusta? ¿Quieres?

—Sherry, que apropiado...

Mitsuhiko la miró sin entender de qué hablaba, fue como volver a ser un niño pequeño.

—Por favor, llena la copa hasta arriba —dijo acercándosela—. Brindaremos por los que ya ha sido enterrados.

—Vaya Haibara, veo que sigues diciendo esas cosas tan deprimentes —refunfuñó llenándosela hasta arriba como había pedido.

—Tú mismo, lo tomas o lo dejas.

—Lo tomo.

Ai le sonrió alzando la copa de jerez.

—Por las bebidas alcohólicas que en paz descansan.

Fin