22.- Cama

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Meitantei Conan y sus personajes son propiedad de Aoyama Gosho.

Género: general.
Ráting: +16
Personajes: Miyano Akemi, Moroboshi Dai / Akai Shuichi.
Palabras: 348.

22.- Cama

Abrió los ojos aturdida, la luz del sol se colaba por la ventana salpicada por las sombras proyectadas de las ramas de un árbol. Sentía que la cabeza le daba vueltas, no podía recordar si allí siempre había habido un árbol, tampoco si el sol se colaba cada mañana, ni si aquella ventana realmente era suya.

Volvió a cerrar los ojos con fuerza y se giró dándole la espalda a la ventana.

—¿Estás despierta, Akemi?

—¿Quién...?

—¿Ya te has olvidado de mí? Tienes una memoria pésima, ¿cómo te encuentras?

Mareada. Débil. Desubicada. Él dio un paso adelante permitiendo que el sol iluminase su cara.

—¿Dai-kun?

—¿Tienes dolor?

—No lo sé —dijo ella, se sentía entumecida—. ¿Dónde estoy?

—En mi cama, en una cabaña en el bosque —contestó él encendiendo un cigarrillo—. ¿Recuerdas qué te ha pasado?

Pensó en ello, pero sólo le venían imágenes vagas sin sentido, Gin, el objetivo, el museo, un cuadro...

—No.

—Estás aquí porque te han disparado, has estado a punto de morirte.

Pero no estaba muerta, estaba en su cama, en un lugar desconocido:

—¿Me has salvado tú? ¿Por qué?

—¿Necesito un motivo para hacerlo?

—En nuestro mundo no es demasiado común ayudar a alguien que fracasa, ¿no crees? —Akemi era consciente de que si se encontraba en aquella situación era porque había fracasado—. Te meterás en problemas por haberme rescatado.

Tal vez sí, pero había llegado a un punto en el que la necesitaba y no podía dejarla morir.

—¿Ya vuelves a llorar?

—Lo siento.

Dai fue hasta la cama y se sentó, la empujó para obligarla a estirarse. El cigarrillo entre sus labios continuaba humando, aunque él no había dado ni una calada, como si lo hubiese olvidado.

—Gracias, Dai-kun.

—Ya me lo cobraré, no te preocupes.

—Dai-kun, ¿puedo pedirte un último favor?

—¿Cuál es?

—Mi hermana pequeña, prométeme que la sacarás de la organización si algún día me pasase algo.

Él dibujó una sonrisa burlona.

—Eso también me lo cobraré.

Pero ya se lo había cobrado, porque Akemi era su abono de temporada dentro de la organización.

Fin

Fictober 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora