Fictober 2018

11.- Beso

Meitantei Conan y sus personajes son propiedad de Aoyama Gosho.

Género: romance.
Ráting: +16
Personajes: Takagi Wataru, Sato Miwako.
Palabras: 568.

11.- Beso

Cogió los papeles del alta y los dobló con cuidado para meterlos en el bolsillo de su americana. Allí estaba, solo como la una en el hospital, sin ningún familiar o amigo, preparado para salir.

Buscó el móvil entre sus objetos personales, pero no lo encontró. Lo había roto él mismo para no tener que hablar con Sato y llevarla hasta una trampa mortal, no podría llamar a un taxi, esperaba tener suerte y encontrar uno en la puerta.

Bajó en el ascensor metido en sus pensamientos, en el recuerdo de aquel beso inesperado en la cama del hospital, no sabía como comportarse con ella después de aquello, si aquel beso había cambiado las cosas entre ellos o sólo había sido la recompensa por haber sobrevivido a un disparo, el premio de consolación por no poder ir a las aguas termales. No la había vuelto a ver desde aquel día y no había tenido tiempo de hablarlo. Sato trabajaba en un caso con Shiratori, uno de aquellos complicados que no te dejan un segundo libre, se lo había dicho Chiba.

El sol de la mañana le calentó la cara, Takagi suspiró, que triste no tener a nadie esperando por ti.

—¿Te llevo?

—Sa-Sato-san.

Estaba apoyada en el coche, tenía ojeras, se la veía agotada, se había quitado la americana y llevaba la camisa blanca arrugada.

—Chiba me ha dicho que te daban el alta esta mañana.

Él y el inspector Megure habían sido los únicos visitantes que había tenido después del primer día.

—Lo siento —dijo irguiéndose—, no he podido venir a verte, pero te mandé un mensaje. Estaba enfadada porque no me contestabas, hasta que recordé que tu móvil estaba roto en la escena del crimen. De verdad que...

—No pasa nada, tampoco es como si hubiese estado agonizando.

Sato puso una cara rara, como si aquello le hubiese hecho daño de verdad, entonces cayó, podría haber muerto, podría haberla dejado como Matsuda, podría haber desaparecido a pesar de haberle prometido que no lo haría.

—Quiero decir que...

—Takagi-kun, sube, te llevaré a casa.

No quería hablar, era un bocazas y un idiota.

Subió al coche, abrochándose el cinturón de manera automática. Sato se sentó y apoyó la frente contra el volante mientras lo agarraba con fuerza.

—¿Estás bien, Sato-san?

—Sí.

Pero no lo parecía.

—Puedo coger un taxi, tienes cara de cansada.

Ella le miró, apoyada aún en el volante.

—Necesito dormir, pero no puedo hacerlo.

»Wataru. —Se ruborizó al oírla pronunciar su nombre, era la primera vez que se le dirigía por él—. ¿Qué hay entre nosotros?

—¿Qué qué hay? —la voz le tembló por los nervios mientras formulaba la pregunta—. Y-yo Sa...

—Aquel beso del otro día, ¿ha cambiado algo?

¿Lo había hecho? ¿Sin haberlo hablado? Seguramente sí, no podían volver y seguir igual después de aquello.

—Yo, Sato-san... —Sólo necesitaba un poco de valor para decirlo, no podía ser tan difícil.

—Porque yo creo que sí, no puedo volver a comisaría y fingir que no ha pasado, como tampoco podría decir que fue algo casual y que no lo quería, ¿sabes?

—Yo tampoco. Y tampoco quiero que sea el último beso que nos demos, Mi-Miwako.

—¿Entonces por qué hablas tanto y no me das otro?

Takagi, completamente rojo, se inclinó hacia ella y le dio un breve beso en la mejilla y a continuación otro en los labios. La amaba.

Fin