Prólogo

2.3K 60 9
                                    

No soy testigo de absolutamente nada, lo único que soy capaz de percibir es un enorme e infinito vacío, me siento víctimas de la ceguera y preso en nada misma, porque eso es lo que justamente hay. Intento tocar a los costados, buscando alguna pared o un tipo de soporte pero es en vano, por alguna extraña razón sigo caminando de frente con un paso lleno de incertidumbre y dubitación ante tal… ¿lugar? Ni si quiera sé si podría ser clasificado como uno, es más bien un espacio, una anda, un… ¿tiempo? Pareciera que estuviera viajando a través del tiempo hacia quién sabe dónde. Percibo oscuridad, no hay más que un eterno color negro, inconscientemente sigo caminando a lo largo de aquel… ¿pasadizo? De nuevo, no encuentro la palabra exacta para definirlo. Quiero dejar de avanzar, detenerme de una buena vez ya que esto no me lleva a nada; sin embargo, mis piernas parecen creer todo lo contrario y toman posesión de mi cuerpo empujándome a seguir mi paso con sino incierto.

Vislumbro una luz.

Enciende mi esperanza y ahora sí, obedezco a mis pies; no obstante, freno sin desearlo realmente. Me alejo de la fuente de luz tras haber caído en cuenta de que me hallaba transitando por un túnel negro, sombrío y nebuloso. A pesar de querer seguir, paro en seco cuando una mano se posa en mi hombro e ignorando mis temores que no cesan de decirme: "No voltees. Avanza, rápido, corre" lo hago, me doy la vuelta regresando así a la oscuridad.

Quién sabe, a veces hay que hacerle caso a los miedos.

—No te conviene seguir tu camino, viajero—me habla una voz ronca y tosca, pero por sobre todo desconocida.

—¿Quién sos? Deja de ocultarte, mostrate—le ordeno, invitándolo de una manera no muy amable a salir de las sombras.

—Este soy yo, no tengo presencia física ni figura humana. No soy más que lo que ves ahora—explicó, lo cual sólo causó confundirme todavía más.

—No veo nada más que oscuridad—contesté con confusión. Entonces se formó un silencio, tenso, lleno de escalofríos donde mis temores volvieron a hablar y me debatí entre escucharlos o no. Después de un rato, caí en cuenta—. ¿Eso sos? ¿Oscuridad?

—¿Sabes lo que pasará si seguís por este túnel? Entrarás en el reino equivocado, te juzgarán y serás condenado a pudrirte en el infierno por tus crímenes—habló con notable sabiduría. Giré a ver la luz que continuaba llamándome, pero opté por pensar únicamente en mí y no en lo justo—. Te conviene aliarte conmigo.

—¿En dónde estoy?—pregunté dispuesto a terminar con mis dudas.

—Entre la vida, el paraíso, el infierno y la oscuridad—respondió otra vez. Parecía saberlo todo, ¿alguna vez ha hecho alguna pregunta? Porque luce como una deidad—. ¿Cuál eliges? ¿Regresar y vivir sufriendo, ser juzgado por tus errores, pudrirte en el infierno o aceptar mi oportunidad?

—¿Y esa cuál sería? ¿Vos podés hacer algo al respecto? ¿Quizás cambiar mi destino o dejarme vivir sin que tenga que pagar el precio de mis delitos?—cuestioné interesado. Su propuesta captó mi atención desde el primer momento y en este instante, es mi única chance de salirme con la mía.

—Te perdonaré la vida, vas a volver al mundo terrenal…—asentí conforme hasta el momento con su oferta—. Pero a cambio, me vas a dejar tener el control de tu cuerpo por un tiempo, tengo un par de asuntos pendientes allá y necesito con urgencia hacer justicia. Si quieres, puedo hacerla por ti también, ¿recordás a Justo? Es el antónimo perfecto de su nombre.

—¿Conoces a mi papá?—indagué abrumado y atosigado por las preguntas que se formularon en mi cabeza.

—Era un viejo conocido mío…—suspiró, su aliento se hizo presente delante mío, hecho que alcanzó a empeorar mi estado—. ¿Aceptas? Saldrás beneficiado, soy lo suficientemente poderoso como para decidir hacia dónde vas y te garantizo que se hará justicia por ambos. No estuvo bien la forma en la que te asesinaron cuando intentaste hacer lo correcto por primera vez.

—Acepto el trato—finalicé con una sonrisa de superioridad. Lograría salir, no ser juzgado por algo que no fue mi culpa. Porque mi padre lo dijo, él quiso crear un nuevo mundo borrando todo lo malo y yo lo ayudé, Noah se cruzó en nuestro camino y estuvo a punto de ponerme en contra de Justo. En ningún momento fui el causante de las desventuras que sufrieron.

Esas son mis últimas palabras debido a que próximamente pierdo el control y posesión de mi cuerpo, este comienza a ser tomado por una extraña energía que me causa cierto dolor.

Lo último que llego a oír es el sonido malévolo y macabro de una risa que retumba en los espacios de mi ser.

Aliados 3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora