Capítulo 45: ¿Qué? ¡Voy a ser papá!

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Ahora sería el turno de Gala, quien esperó unos minutos para subirse a la camilla y que le fuera sacada aquella esperada ecografía. Iris nos dijo que Ailín vivía, sin embargo, desconocíamos su estado actual. No sabíamos si se encontraba bien, dañada o débil. Sólo queríamos saber cuán lastimada salió depués del accidente, aunque sabemos que sigue dentro suyo y ahora, quiero hacerlo todo por protegerla.

Ni idea qué haré cuando pueda tenerla en brazos por primera vez, ya siento que voy a llorar porque nunca estuve frente a esta pantalla. Es mi primera ecografía junto a ellas, estoy más nervioso que Gala.

Hasta Ámbar, quien está embarazada también, lucía menos tensa.

—Acostate—ordenó la doctora que seguro está acostumbrada a hacer esto siempre. Vi cómo esparció encima del vientre de Gala un gel casi transparente que fue esparciendo utilizando otro aparato.

Poco a poco, empecé a verla allí. Ailín vivía, y podía verla. Era pequeñita, demasiado frágil que me costaba creer que había podido sobrevivir. Ella nunca podrá decepcionarme.

—¿Querés oír? Son sus latidos—ofreció Gala, tendiéndome una especide de auricular o audífono. Al recibirlo, recién pude escucharla.

—Daimon, ¿estás llorando?—preguntó Luz, visiblemente sorprendida. Entonces asentí, dándome cuenta de esas lágrimas que descendían por mis mejillas.

—¿En serio? ¿Tenés sentimientos?—cuestionó Gala. Quiero creer que no piensa eso, ¡sí siento! Soy humano y estuve culpándome durante semanas.

—Sabés que sí...—suspiré, este sonido se ha convertido en música para mis oídos pasados unos cuantos segundos. Adoro escucharla, quisiera que fuera así hasta... ¿a quién engaño? Jamás desearía dejar de oír su corazón—. Espero que pasen rápido estos siete meses.

—¿Sabías que tiene dos meses?—interrogó asombrada, ¿tanto le sorprende a Gala que recuerde todo? La cita, los meses de Ailín... esto está cambiándome por completo.

—Obvio, ¿cómo no voy a saber cuánto tiempo lleva mi bebé adentro?—ella sonrió, creo que tampoco esperaba esa respuesta mía.

—Señor... ¿terminó? Lleva casi cinco minutos—indagó la doctora, sonreí nervioso y le devolví aquel extraño auricular—. ¿Primera hija?

—Hasta el momento sí, más adelante no lo sé—admití observando a Gala, que por cierto, comenzó a verme distinto. Estoy sorprendiéndola muchísimo.

—Esperen aquí, por favor, iré a imprimir las fotos—indicó dejándonos solos a nosotros cuatro. Cabe agregar que Luz y Ámbar también se sorprendieron al escucharme.

No mentía. Ser papá es una oportunidad perfecta para probarme a mí mismo, y cada vez faltan menos meses. Siento nervios, incertidumbre, inseguridades y temor rodando cerca. Quiero demostrarme que puedo con algo así, un cargo incluso mayor al de dirigir aliados.

—¿Querés tener otro hijo?—Luz sonreía, Ámbar igual, aunque desconcertadas. Asentí tomando la mano de Gala, ¿hace cuántos segundos no escucho aquellos latidos que tanta paz me causan? Porque Ailín sigue viva, pese ya no esté oyéndola vivir.

—Claro, ¿por qué no? Mientras sea con ella—solté repentinamente. Gala estuvo a punto de preguntarme si estaba en mis cinco sentidos.

—Siendo sincera, nunca pensé que llorarías...—rió Ámbar. Ella sabe que igual puede reaccionar Gopal hoy—. Qué nervios, esta noche voy a decírselo.

—Seguro le alegrarás el día, debe estar algo triste por ponerle fin al viaje—afianzó Luz, alegre como acostumbra a mostrarse.

Pasados unos minutos, nos entregaron las fotografías sacadas. Ailín se veía pequeña, incluso podría pasar desapercibida. Hubiera querido estar acompañándola desde su primera sesión fotográfica, ya que prefiero llamarla así.

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